Extremadura hace exaltación de la Hispanidad en Guadalupe
La lluvia resta público a los festejos y obliga a los Caballeros de la patrona extremeña a celebrar su procesión en el claustro del Monasterio
Chuzos de punta caían a las nueve de la mañana de este sábado en Guadalupe, contaba unas horas más tarde un hombre trajeado y con ... una banda azul cruzándole el pecho, es decir, un miembro de la Real Asociación de Caballeros de Santa María de Guadalupe, el colectivo que organiza cada año los festejos con motivo del 12 de octubre, fiesta doble: Nuestra Señora del Pilar y Día de la Hispanidad.
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Ellos, esos caballeros, no solo preparan la fiesta, sino que también la protagonizan. Principalmente en dos momentos: la misa, para la que se les reservan los primeros bancos, y la procesión que le sigue, en la que recorren la plaza del Monasterio portando las banderas de los países hispanoamericanos. Así es siempre que la meteorología lo permite, que no ha sido el caso de este año.
A las dos y diez de la tarde, cuando la eucaristía terminó, no diluviaba con rabia como cinco horas antes, pero sí caía una lluvia fina que no calaba los huesos porque no hacía frío pero sí hubiera empapado a los caballeros y sus enseñas de haber desfilado como manda la tradición.
Desfile sin apenas público
Como no se podía, esa procesión en la que no se porta ninguna talla escultórica sino las banderas hispanoamericanas, se celebró a cubierto, en el claustro del Monasterio. Y sin apenas público, por petición expresa de los propios caballeros, pues uno de ellos pidió a los presentes desde el presbiterio que se abstuvieran de entrar al claustro porque es pequeño y no se cabe. En realidad, ya se sabe, algunos entraron, claro.
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Ahí terminó el programa de actos en lo que a la mañana se refiere. Para la tarde quedó el paseo de jinetes y amazonas a los pies de la escalinata del Monasterio, por esa plaza que suele llenarse cada 12 de octubre y también cada 8 de septiembre (Día de Extremadura), que por algo Guadalupe es la capital religiosa de la comunidad.
Pero tampoco fue el caso de este año. No hubo lleno en esa plaza en ningún momento de la mañana. La culpa fue del cielo, de esa lluvia que más allá de esa descarga fuerte de nueve a diez de la mañana, aproximadamente, no volvió a atacar de verdad hasta la hora de comer, pero que tampoco dejó de amenazar en ningún momento. Cielo gris el de este sábado en la localidad cacereña, en la que este año se vio una novedad.
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Eran las mujeres de los chalecos azules, con el emblema de la Asociación de Damas de Nuestra Señora de Guadalupe a la espalda. En todo momento había varias en la iglesia, y también fuera, ofreciéndose a ayudar a subir las escaleras a quien portaba un carrito de bebé o caminaba con un bastón o en silla de ruedas, y atendiendo las dudas de unos y otros. Ellas mejoran la fiesta.
Las Damas voluntarias
«En la asociación somos 550 mujeres, de todo el mundo, y con el voluntariado empezamos el mes pasado», sitúa su presidenta, Pilar Palenzuela-Villegas. «Nuestro fin fundamental –amplía– es propagar la devoción a la Virgen, con el novenario y atendiendo a los peregrinos. Y cada sábado más próximo al día 12 de cada mes, celebramos una misa vespertina en honor a la coronación canónica de la Virgen de Guadalupe».
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96 años hace de ese momento, como recordó fray Joaquín Zurrera Ribó, ministro general de los franciscanos en España y oficiante de la misa de los caballeros, la que comenzó a la una de la tarde –una hora antes fue la del peregrino, como a diario– y contó con la participación de la Coral Santa María de Guadalupe y el Coro Bel Canto de Guareña.
Desde un poco más allá de Guareña, en concreto de Fuente del Arco, el pueblo de la ermita del Ara, a la que algunos llaman 'La capilla sixtina extremeña', viajaron a Guadalupe Juan Barragán y María José Gallego. «A Guadalupe venimos todos los años, pero nunca habíamos venido en el Día de la Hispanidad», explica ella. «El 8 de septiembre tampoco nunca porque es la fiesta de nuestra patrona, la Virgen del Ara, y aunque la Virgen de Guadalupe es muy importante, para nosotros también lo es nuestra patrona», comentaba Juan a dos pasos de la entrada al Monasterio, durante uno de esos ratos en los que no apareció la lluvia, quizás la gran protagonista del 12 de octubre extremeño de este año.
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