Extremadura ya tiene tan pocas reservas de agua como en la gran sequía de 1995
Las presas de Alcántara, Valdecañas y Gabriel y Galán, tres de las más grandes de la región, ya tienen menos que entonces
En la mancomunidad de Tentudía no han cortado aún el agua en los cascos urbanos porque es verano, hay muchas personas en las localidades y ... se está resistiendo con los pozos abiertos. En Jerte, la población tiene casi todos los años por estas fechas problemas de cortes en el suministro y piden la construcción de balsas. Y de la presa de Los Molinos, en Hornachos, que no está para tirar cohetes (tiene 11 hectómetros cúbicos sobre un máximo disponible de 34, se abastecen ya más de 63.000 personas. «Muchas bocas para poca agua», resume gráficamente un alcalde de la zona.
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Estas tres pinceladas sirven para corroborar que Extremadura enfila la recta final del verano con las reservas de agua cayendo en picado y sin perspectivas favorables a medio plazo (no se anuncia un septiembre precisamente lluvioso). De tal forma, la región se encamina a arrancar el inicio del otoño con el peligro muy real de superar una estadística hasta ahora insuperable desde que se tienen registros.
La última gran sequía en la comunidad extremeña tuvo lugar a inicios de la década de 1990. Hace 32 años arrancó un periodo de ausencia de precipitaciones entre 1990 y 1991 que tuvo su apogeo entre 1994 y 1995.
En agosto de 1994, las presas de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), las de mayor capacidad de Extremadura junto a las cacereñas de Alcántara, Valdecañas y Gabriel y Galán, podían albergar 7.509 hectómetros cúbicos (hm3). En esas fechas almacenaban 668 hm3 (el 8,89% del total). Un año después estaban prácticamente igual: a finales de este agosto, almacena 798 hm3 de un máximo de 8.066, es decir, están al 9,89% de su capacidad total.
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La CHG no aporta datos separados históricos de embalses sino del conjunto de la cuenca. La presa de La Serena, la mayor de España, tiene embalsados 427 hm3 de los 3.219 posibles (al 13,2%). La media de la última década por estas fechas se sitúa en 1.694 hm3 (52,6%).
Se da la circunstancia de que el embalse de La Serena, sobre el río Zújar, entró en funcionamiento en 1991, en la primera parte de la gran sequía de finales del siglo pasado. La última vez que se llenó fue en 1993.
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En la cuenca del Tajo, la radiografía comparativa es posible solo mirando sus tres grandes presas en tierras cacereñas. La de Alcántara, con 3.162 hm3 de capacidad, contaba en agosto de 1994 con 2.204 hm3 almacenados. Mucho peor estaba un año después, con 1.542. La evidencia es que hoy ha batido ese triste récord de 1995 al bajar de 1.450 hm3 (el 45,8% de su capacidad).
Por su parte, Valdecañas (1.446 hm3 de capacidad, el cuarto de la región), albergaba 720 a finales de agosto de 1994. Empeoró sensiblemente un año más tarde, 460. En estos momentos ya está más diezmado que en la gran sequía: 407 hm3 (el 28,1% de su capacidad).
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Por último, el embalse de Gabriel y Galán, con una capacidad de 911 hm3, tiene 156 (el 17,1% de su capacidad). En agosto de 1994, 537 hm3. Y un año después, 274. Esto es, el quinto embalse más grande de Extremadura está mucho peor que hace tres décadas.
Año y medio de agua para Badajoz; dos para Mérida
La presa de la que bebe la ciudad de Badajoz, la de Villar del Rey, tiene agua para año medio; la de Alange, de que se nutre Mérida y su entorno, para dos años. Esta es la estimación que realiza la Confederación Hidrográfica del Guadiana sobre la disponibilidad de agua...siempre que llueva en los próximos meses al mes de forma normal. Si se agudiza la sequía, obviamente esa estimación se reduce. Peor lo tienen otros municipios, mucho más pequeños, de la región: apenas tienen agua segura para más allá de uno o dos meses.
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