Uruguay, Arabia Saudí y Cabo Verde, rivales de España en el Mundial
Cesáreo García Rodríguez, entre Eugenia Martín y Raquel de la Fuente, sus directoras de tesis. Hoy
Cesáreo García ha obtenido 'cum laude' en su tesis

«Ha sido una emoción leer mi tesis a los 61»

Ni la edad ni su discapacidad física del 78% impiden al extremeño Cesáreo García obtener un sobresaliente 'cum laude' en su tesis

Lunes, 11 de noviembre 2024, 07:15

Cesáreo García Rodríguez lo tiene claro: «La edad –afirma– te impone límites, claro que sí, pero no tiene por qué impedirte alcanzar tus objetivos». Y ... la prueba es él mismo. Se marcó la meta de terminar su tesis doctoral, y ni sus 61 años ni su discapacidad física del 78% le han frenado. Hace unos días, leyó su investigación y el tribunal le concedió la máxima nota: sobresaliente 'cum laude'.

Publicidad

«Quizás, mi historia puede dar ánimos a otros», plantea García, que nació en la localidad cacereña de Madroñera (2.357 habitantes), donde siguen su madre y su hermano con su familia. «Voy a verla cada quince o veinte días, y vuelvo al pueblo cada vez que puedo, no solo en vacaciones, sino también en fin de semana», cuenta el extremeño, que trabaja como profesor de Secundaria en el IES María de Zayas y Sotomayor de Majadahonda (Madrid).

Antes, dio clases en la Universidad Francisco de Vitoria durante 18 años, y más tarde en la Carlos III y en la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Politécnica. Su labor docente incluye también a la Cámara de Comercio de Madrid, y en la actualidad es codirector de uno de los cursos de verano de dirección de proyectos de la Fundación Universidad Complutense de Madrid, en el que forman a alumnos de distintas titulaciones (ingenieros y economistas, entre los más habituales) y nacionalidades, muchos de ellos becados por el Banco Santander.

«Con la edad, cuesta más memorizar pero haces un estudio más práctico», afirma

«Lo que sentí tras leer mi tesis doctoral fue una gran emoción», se sincera García, que es Ingeniero Técnico Informático por la Universidad de Málaga, y que luego cursó la superior en la Francisco de Vitoria de Madrid, donde también hizo el Máster en calidad y dirección de centros educativos. Su tesis doctoral se titula 'Relación de la personalidad eficaz/emprendedora del profesorado con sus creencias/paradigmas educacionales y sus comportamientos docentes'.

Publicidad

«Empecé a elaborarla hace cinco años, y la he presentado en la Universidad de Burgos», comenta el protagonista, que debe su discapacidad a una enfermedad de la infancia.

«De pequeño tuve la polio»

«De pequeño –explica– sufrí la polio, que me dejó una serie de secuelas físicas. Llevo dispositivos ortopédicos, necesito bastones para caminar y conduzco un vehículo adaptado. Pero nada de esto me ha impedido venirme a vivir a Madrid y hacer una vida normal en una ciudad grande. Pese a la vorágine propia de una capital como esta, la verdad es que desde el punto de vista de la accesibilidad, es más fácil manejarse en ella que en muchas capitales de provincia».

Lo dice Cesáreo García por detalles que a la mayoría le pueden pasar desapercibidos pero que pueden marcar una diferencia vital para quienes tienen una gran discapacidad, como es su caso. Por ejemplo: poder aparcar el coche en las zonas de carga y descarga. «Es algo que no pueden hacer todas las personas que tienen una discapacidad, porque la tarjeta para poder estacionar en esas áreas solo la conceden a quienes tenemos reconocida una discapacidad severa, pero es algo que en la mayoría de las ciudades no resulta posible y que sí podemos hacer quienes vivimos en Madrid, y que es clave para poder llevar un día a día normal».

Publicidad

Las dificultades del día a día

O sea, para ir al cine, al teatro, a un centro comercial o a una sede a participar en un curso, ya sea como alumno o como profesor. «Son acciones cotidianas, del día a día, que puedo hacer cómodamente en Madrid pero no por ejemplo en Cáceres. Es algo que llama la atención, pero es la realidad», plantea el nuevo doctor, que tiene claro que «cualquier edad es válida para ponerse a estudiar». «Nunca es tarde para seguir estudiando y trabajando –reflexiona García desde la experiencia propia–. En la universidad veo alumnos de 75 y de 80 años, y es muy bonito ver a personas de esta edad en los campus».

¿Y qué diferencias nota él, que además es profesor, entre estudiar a los 60 y hacerlo a los 20? «Con la edad, estudias de otra manera. Quizás de un modo más práctico. Vas más directo a lo que te interesa. Y como contrapartida, notas que te cuesta más memorizar. Obviamente, todos con el paso del tiempo perdemos facultades, pero esto no quiere decir que no se pueda estudiar. Claro que se puede. Querer es poder, y hay que tener claro que no nos podemos retirar al primer revés. Si ponemos empeño en algo, tenemos muchas posibilidades de conseguirlo».

Publicidad

Lo ha logrado él con su tesis doctoral, para la que ha contado con dos directoras. Una de ellas era más joven que él. «También en el tribunal ante el que la leí había tanto catedráticos mayores que yo como otros doctores más jóvenes, una prueba más de que la edad no tiene por qué limitarte». Además, en su caso, la tesis no era el final del camino. «Una vez leída –cuenta Cesáreo García–, he entrado en un grupo de investigación sobre la docencia en informática». Y quizás , esto tampoco sea lo último.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad