Amante cofrade / laico
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Rubén Mayordomo | Peluquero de Cáceres
«En mi familia se celebraba más la Semana Santa que la Navidad»
Rubén Mayordomo, cacereño de 39 años, es un activo cofrade de la ciudad. Peluquero de profesión, forma parte de la directiva de la hermandad ... del Cristo del Humilladero y es miembro, además, de otras seis cofradías. Entre ellas está la de la Virgen del Rocío, una imagen a la que venera y a la que visita cada vez que puede. De hecho, tiene una casa alquilada durante todo el año en la aldea onubense.
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Los recuerdos de su infancia, cuenta en una mañana calurosa desde el Paseo de Cánovas, le transportan a la Semana Santa, a las túnicas, a las torrijas, a la madrugada del Jueves al Viernes Santo, a la procesión del Nazareno... Forma parte, dice, de su vida.
«Es algo que viene desde la cuna. Tu familia es cristiana y te educa en esa fe. Sientes ese respeto hacia una imagen, hacia una devoción... Para mí lo más importante es que todo arranca desde la niñez. Además, he estudiado en un colegio de curas –el San Antonio de Padua–, donde también te inculcan esa fe», cuenta.
«El momento para mí más especial de la Semana Santa era cuando se recogía la procesión del Humilladero (el Jueves Santo) y mi familia venía a mi casa y se desayunaba a las tres de la mañana. Comíamos los pestiños y nos preparábamos todos para salir después hacia la procesión del Nazareno. En mi familia se celebraba más la Semana Santa que la Navidad», resume.
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«Vives por y para ese momento grande: la salida de la imagen a la calle»
No hace falta hablar con Rubén, ni conocerle, para darse cuenta de sus devociones. Sus brazos hablan. En uno de ellos se ha tatuado a la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres, y a la Virgen del Rocío. Yen el otro, la cara del Nazareno.
«La Semana Santa para mí es una forma de vida. Es la forma en la que te levantas esos días, la forma en la que preparas las imágenes, el hecho de sacar la fe a la calle y decir: aquí estamos nosotros los cofrades. Pero siempre respetando todas las creencias. Vives por y para ese momento grande: la salida de la imagen a la calle», relata.
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Más allá de lo externo, de lo que se ve y de lo que captan los focos, la procesión de Rubén va por dentro. «Para mí supone sentir esa devoción, como el que hace el camino de Santiago. Son penitencias o agradecimientos hacia esa imagen. Hay gente que no practica en el día a día pero en esos momentos sí se agarra a la fe».
Cuando se le pregunta por su última petición al Nazareno, al que considera la imagen más representativa de la Pasión cacereña, responde rotundo: «felicidad y fuerza para afrontar todos los obstáculos que la vida te pone. Una cosa es la fe y otra cosa es la vida. La fe es un sentimiento que tengo arraigado pero la vida te pega palos y ahí no hay nada ni nadie que pueda quitártelos. Por eso pido fuerza. Es lo más importante».
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«La fe te hacer ir a ver a tu imagen. Es como el que va a ver a su madre o a su padre»
Todo el año
Más allá de los siete días de Semana Santa –fiesta que en Cáceres está declarada de Interés Turístico Internacional–, Mayordomo vive su fe durante todo el año. «La fe te hace ir a ver tu imagen. Es como el que va a ver a su madre o a su padre. En la Semana Santa se crea una familia cofrade y yo no podría vivir sin ella, sin esos amigos y sin esos ratos de convivencia».
Pero en su círculo, aclara, no solo hay personas creyentes. «Hay temas en la vida que no hay que tocar con los amigos: la política y la religión. Ellos me respetan a mí y yo los respeto a ellos. De eso se trata la convivencia, de saber respetar los gustos y las necesidades de cada uno», sentencia.
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Milagrosa Carrero | Profesora prejubilada
«Entregar el bastón de mando a la Virgen de la Montaña es algo anacrónico»
Milagrosa Carrero (Brozas, Cáceres, 1959) ha dedicado su vida a la enseñanza. Ha ejercido como profesora de Tecnología en Educación Secundaria. Sus últimos años en activo ha estado en el IES Luis de Morales, de Arroyo de la Luz. Ahora está prejubilada.
Casada y madre de dos hijas, es la presidenta de Cáceres Laica y la secretaria de organización de Extremadura Laica. Precisa que en esta entrevista habla a título individual y no en nombre del colectivo al que representa.
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«Hay mucha confusión con el laicismo», comenta al inicio de la conversación, que transcurre en un banco del centro de la capital cacereña con el sonido de un saxofón callejero de fondo. «El laicismo no es antirreligioso para nada. Lo que trata es de defender el derecho individual y colectivo de las personas a tener sus propias creencias. En España todas las instituciones son laicas. Defiendo el derecho de las personas a su religiosidad. Una procesión me puede gustar o disgustar igual que el festival Womad, que el festival de cine o el festival de teatro clásico. Defiendo el derecho de todas esas personas a tener sus creencias y luego yo tengo las mías. Que no tienen por qué ser no religiosas», aclara. «No calibro a mis amigos por las creencias religiosas que tienen. Está en lo más íntimo del ser humano», apostilla.
«El laicismo no es antirreligioso para nada. Lo que trata es de defender el derecho a tener las propias creencias»
«Desde el punto de vista del laicismo lo que es discutible en una procesión es la participación de las autoridades. Son representantes de todo el mundo. Una persona a título particular puede ir a cualquier procesión, pero no representando a la gente. Eso no lo comprendo. Deben mantenerse al margen. Luis Salaya, que me cae fenomenal, puede ir perfectamente a una procesión, pero no como alcalde. Puede ponerse un capuchón y participar como cofrade si quiere. Eso no me parece mal. Pero si va como alcalde, la gente puede interpretar que está favoreciendo a una creencia frente a otras».
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En 2015 Cáceres Laica expresó su rechazo a que el alcalde o alcaldesa de turno entregue cada primavera a la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres, el bastón de mando de la ciudad en su bajada a la capital. Milagrosa se reafirma en esta idea. «Es una cosa anacrónica, muy ridícula», resuelve. «El hecho de que las tradiciones existan no quiere decir que sean buenas: la ablación del clítoris, tirar la cabra desde una campanario... Hay cosas que no tienen sentido. Lo civil y lo religioso tienen que estar separados», insiste en su respuesta.
«El hecho de que las tradiciones existan no quiere decir que sean buenas. Lo civil y lo religioso deben estar separados»
Llamarse Milagrosa
Se da la circunstancia de que su nombre es bastante particular. Pero ella nunca se ha planteado cambiárselo. «Es un nombre precioso que tiene un significado no necesariamente religioso. Yo a mi hija también le puse Milagrosa», resuelve.
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Aplaude la llegada del proyecto budista a la ciudad desde la perspectiva del impacto económico que tendrá. «Si es una fuente de riqueza y de recursos, bienvenido sea. Sin mezclar lo religioso con lo civil y lo jurídico con lo religioso. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios», concluye.
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