Bajo el agua / escalador

Miércoles, 7 de septiembre 2022

  1. Teo Reveriego | Submarinista

    «Bajo el agua estás en un mundo aparte, la superficie no existe»

Teo, pertrechado para su última inmersión en Oporto. HOY

El bautismo en el mar fue en Calpe (Alicante), aunque sus primeras inmersiones las hizo en la cantera de Alcántara y en el pantano de ... Orellana y su afición por el agua viene de mucho más atrás: «Hasta los 30 años viví en Valdeobispo (Cáceres), junto al pantano; casi puedo decir que me he criado en el agua», asegura Teodoro Reveriego (Cáceres, 1967), a quien le atrajo del submarinismo la posibilidad de estar más tiempo bajo el agua que el que le permitían sus pulmones.

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En 1992 se inició en este deporte de la mano de José Luis Sanz –«una institución del submarinismo», apunta Reveriego– y obtuvo su primera titulación que le capacitaba para realizar inmersiones. Con el paso del tiempo fue haciendo cursos de instructor y es él quien ha formado a mucha gente. Su trayectoria profesional, aunque también ligada a la docencia, no está centrada en el buceo y es profesor de Secundaria en Cáceres. «Vivir del buceo en Extremadura es muy complicado», asegura.

«Para bucear hay que llevar equipos duplicados y sumergirte con un compañero»

Sí ha tenido ofertas para hacerlo, al menos un par de ellas, fuera de la región. Declinó ambas. «Quizá me pillaron mayor y he preferido mantenerlo como una afición; ser profesional, por ejemplo en un centro de buceo de los que han proliferado por todos los lugares de costa, es duro porque tienes que meterte en el agua te apetezca o no», detalla. Teodoro optó por seguir disfrutando del submarinismo. «Yo ya estaba enganchado al agua antes de bucear, pero es cierto que cuando empiezas a bajar de profundidad y ves vida, colores y paisajes totalmente diferentes sientes que estás como en un mundo aparte y que la superficie no existe; no tienes ruido, solo tu respiración», describe.

En ese sentido, compara el buceo con el yoga, ya que lo primero que se debe aprender es a controlar la respiración. «Es muy relajante», asegura sin perder la ocasión de advertir sobre los riesgos que tiene. Por ello, en su opinión, lo principal antes de sumergirse es haber realizado una buena formación –«ahora se puede hacer un curso de tres días», critica– en la que se haya aprendido a controlar el cuerpo y el equipo bajo el agua. «Hay que llevar duplicados los aparatos de respiración, un elemento para cortar por si hay algún enredo, un manómetro y sistemas para medir el tiempo que se lleva buceando y el tiempo que queda para tener que subir», apunta. Pero el consejo fundamental que hace es bucear siempre con un compañero. «Es quien te va a asistir si necesitas algo», remarca.

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Reveriego reconoce que sin el apoyo de Pablo Mirat y Pedro Casillas, compañeros de buceo durante más de 20 años, no se encontraría en el punto que hoy se encuentra ni como buceador ni como formador ni como deportista.

Además de los elementos de seguridad, uno de los objetos que acompaña a Teodoro en algunas de sus inmersiones es una cámara. La fotografía submarina es una afición añadida al buceo para él y ha tomado instantáneas bajo las aguas de Menorca, Creta, el Mar Rojo o Cabo Verde, aunque puntualiza que no hay que viajar fuera de la península ibérica para encontrar magníficos puntos de buceo. En ese sentido, defiende que Extremadura también tiene zonas muy interesantes para su práctica.

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Profesional

Teo también ha dado algunos pasos en el mundo profesional: ha colaborado haciendo vídeos para Canal Extremadura y fue ayudante de cámara en la grabación del aclamado cortometraje 'Cerdita', dirigido por Carlota Pereda que se grabó en Villanueva de la Vera y del que posteriormente se ha rodado también el largometraje.

Teodoro ha trabajado como formador, tanto en práctica deportiva como de profesionales. «En Cáceres teníamos una Escuela Deportiva Municipal en la que introducíamos en el buceo a chavales de entre 12 y 18 años; empezábamos enseñándoles a nadar con aletas y para ellos era descubrir un mundo diferente», recuerda a la vez que lamenta que tras la pandemia el ayuntamiento no haya recuperado esta actividad.

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«Viajo mucho para ver los campeonatos autonómicos y seleccionar al equipo»

En cuanto a la formación de buceadores, ha impartido cursos muy diferentes. Es instructor en varias modalidades, como buceo nocturno, buceo en pecios o salvamento y rescate. «A Cáceres han venido a formarse como instructores bajo hielo de Colombia y de Portugal y hemos colaborado en la formación como buceadores de rescate de bomberos voluntarios procedentes de las dotaciones de Castelo Branco, Idanha a Nova y Cernache de Bonjardim», ejemplifica Teodoro para hacer constar el buen nivel que hay en Extremadura y en España.

En este sentido, junto a Pedro Casillas y Pablo Mirat, han sido reclamados desde Cali (Colombia) para formar como competidores y entrenadores de buceo de competición a buceadores de diversos países de Sudamérica.

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La región también destaca en el buceo deportivo. Andrés Mirat, un cacereño, es campeón de España de buceo en piscina. Un título que a Teodoro le toca de cerca, ya que es el seleccionador nacional de la especialidad. «Viajo mucho para ver los diferentes campeonatos autonómicos y seleccionar al equipo», define su labor en este ámbito.

  1. Juan José Cano | Escalador

    «Mi trabajo es la escalada y mi forma de desconectar, la montaña»

Juan José Cano trabajando en el Cereza Wall de Plasencia. HOY

Tiene 38 años y ha hecho de todo en el mundo de la escalada. Juan José Cano (Cabezuela del Valle, 1983) ha competido, forma a jóvenes, organiza campamentos para niños, es propietario de un rocódromo, ha estado en el Himalaya y escalado en Yosemite (Estados Unidos) e, incluso, ha publicado guías de montaña. «Ahora estoy preparando otra», decía hace un par de semanas desde el otro lado del teléfono.

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Hay que tener puntería para pillar a Juan José con cobertura. «Acabo de llegar de estar siete días en Gredos con un grupo de chicos de 9 a 15 años», reconocía un viernes de agosto. El domingo tenía previsto volver a salir a la montaña. No para. «Llevo trabajando en esto 12 o 13 años y siempre estoy haciendo algo relacionado con la escalada», expone.

No fue una afición temprana, pero ha conseguido hacer de ella su modo de vida. En 2002, cerca de la veintena, se compró su primer material de escalada y se acercó a este deporte. «Toqué puertas y fui poco a poco introduciéndome en este mundo». En poco tiempo cambió definitivamente el kimono de taekwondo por las cuerdas y los arneses.

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Dos años después formó parte de la primera expedición de jóvenes alpinistas de Extremadura al Himalaya. Allí volvió una década más tarde con la Federación Española. Y es que su progresión fue muy rápida. Pese a no haberse iniciado muy joven en la escalada, en diez años ya era miembro del equipo nacional de alpinismo. «Estuve entre 2012 y 2014; los equipos se forman para tres años y luego se renuevan», informaba, frente al ordenador en una pausa en las gestiones pendientes y que hace entre viaje y viaje.

«He abierto más de 200 vías en Gredos, pero también en Alicante, Huesca o Marruecos»

Porque Juan José también es empresario. A lo largo de 2015 montó en Plasencia el centro deportivo Cereza Wall que inauguró en 2016. Es un rocódromo que alpinistas y escaladores extremeños utilizan para entrenar. «Vimos que era una necesidad para los deportistas de la región, porque la escalada estaba en auge y no había perspectivas de que la Administración hiciera algo similar», informa.

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Además de su negocio, el rocódromo le sirve para mantenerse activo cuando no sale a la montaña, su verdadera pasión. «Mi labor es como el de cualquier monitor». Aunque él tiene que sumar todas las tareas de papeleo. A la montaña no sale solo a disfrutar, también a trabajar: normalmente como guía de grupos o en campamentos de la FederaciónExtremeña de Escalada. «Con los jóvenes resulta muy gratificante», según Juan José, que viene del ámbito de la educación. Estudió Ciencias del Deporte y se planteaba su trayectoria profesional como docente. En el fondo lo hace, pero no exactamente como lo había imaginado.

En roca

Es en la naturaleza donde de verdad le gusta estar. «Mi trabajo es la escalada, pero mi forma de desconectar es la montaña». Por eso, emplea su tiempo libre en salir a escalar en roca. «Cuando voy con grupos, ya sea de adultos o de jóvenes, no disfruto; estoy ahí para garantizar la seguridad de la gente y para que aprendan; mi desconexión y lo que me recarga las pilas es salir con amigos a hacer lo que me gusta».

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«Inauguramos el rocódromo en 2016 porque vimos que era una necesidad para los deportistas»

Lo lleva haciendo casi 20 años. Además de escalar en el Himalaya, lo ha hecho en hielo en Colorado (Estados Unidos) y ha pasado la noche en la ascensión a El Capitán (mítica pared de Yosemite) o en el Naranjo de Bulnes (Asturias). En ocasiones, acompañado de su hermano pequeño, al que introdujo en la escalada. «Me encanta abrir nuevas vías en montaña». Es decir, realizar rutas verticales que nadie ha hecho antes en distintas paredes. No solo las hace, también las documenta y ha publicado distintas guías. «Habré abierto unas 200 vías, sobre todo en Gredos, pero también en Huesca, en Alicante o en Marruecos», detalla para añadir que puede tardar cinco años en preparar una publicación.

Ahora está trabajando en un libro sobre el Circo de Gredos, repitiendo vías que ya ha hecho y abriendo otras nuevas. «Me gusta la búsqueda de esa información y dar a conocer un deporte que ha tenido un crecimiento increíble». Él lo ha notado. Nada tiene que ver el panorama actual al que se encontró Juan José cuando comenzó a escalar. «Los federados en Extremadura aumentan y los deportistas extremeños mejoran sus resultados año tras año; ahí está, por ejemplo, Alberto Ginés», concluye.

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