Una de las típicas calles de San Martín de Trevejo. HOY
Crónica Negra en Extremadura

Doble asesinato en San Martín de Trevejo

En la víspera del Día de Santiago de 1899, dos jóvenes de esta localidad de la Sierra de Gata fueron matados a golpes de hacha. El crimen no quedó impune gracias a que lo vio un matrimonio de vendedores ambulantes

Sergio Lorenzo

Cáceres

Sábado, 17 de junio 2023, 08:08

«El transcurrir del tiempo, que es como un río infausto que lo lleva todo al mar del olvido y de la nada, y que ... hasta vence al amor y le quita sus humos, según la popular coplilla, no tuvo poder (y pasaron cerca de 30 años) para que mi memoria olvidara un hecho intensamente trágico en el que en el ejercicio de mi carrera tuve que intervenir». Así empieza un artículo firmado por el gran abogado cacereño José Ibarrola, que se publicó el 15 de marzo de 1929 en el 'Nuevo Día', un diario de Cáceres que se imprimió desde 1926 a 1932.

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El autor de esas palabras era el entonces decano del Colegio de Abogados de Cáceres, José Ibarrola Muñoz, que había nacido en Vitoria en 1869, pero se vino a vivir a Cáceres en donde ejerció la abogacía alrededor de cincuenta años, desde que se colegió en Cáceres en 1891. Fue decano del Colegio desde 1926 a 1930. Tenía su despacho en la calle Moreras, cerca del Palacio de Justicia que hoy es la sede del Tribuna Superior de Justicia de Extremadura.

Además de letrado, José Ibarrola era también escritor y poeta de gran ingenio, dedicándose a escribir en periódicos. Amigo del poeta Gabriel y Galán, él dirigió la revista literaria cacereña Cristal, que se publicó en los años 1935 y 1936.

El hecho trágico al que se refiere en su artículo publicado en 'Nuevo Día', ocurrió en la localidad de San Martín de Trevejo, en la zona de la Sierra de Gata, en 1899, fecha en la que en esa localidad en la que se habla A Fala vivían 1.574 personas (en la actualidad tiene 750 habitantes).

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San Martín de Trevejo (subrayado) en un mapa de 1897 a 1902. SITEx

Recordaba Ibarrola que en esa localidad vivían dos jóvenes, los dos de 20 años, que se llevaban bastante mal: Sebastián y Celestino. El crimen ocurrió la noche del 24 de julio, en la víspera del día del apóstol Santiago. Tenía que hacer mucho calor ese verano y Celestino decidió dormir al raso con su amigo Simeón. Montados en mulos salieron del pueblo para pasar la noche en un cercado que estaba a cuatro kilómetros del pueblo.

«Ya en el cercado –escribió Ibarrola– soltaron las caballerías y se acostaron, poniendo como lecho unas mantas, uno junto al otro, bien ajenos sus espíritus a pensar que a dormir iban el sueño que despertar no tiene, y que sus ojos no verían siquiera la aurora del Día de Santiago».

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Asegura en su escrito que fue entre las doce y las doce y media de la noche, cuando Sebastián saltó el cerco, sacó de una manta que llevaba al hombro un hacha pequeña, y acabó con la vida de los dos amigos que estaban dormidos. Les dio cuatro golpes en las cabezas.

José Ibarrola señala que Sebastián fue detenido como principal sospechoso del crimen; pero al final las autoridades tuvieron que soltarle porque no había pruebas contundentes contra él. El criminal volvió a San Martín de Trevejo y hacía una vida normal ante los familiares de los fallecidos, y así hubiera terminado la historia, como un crimen sin resolver, hasta que ocurrió algo sorprenden, que el antiguo decano del Colegio de Abogados cuenta así:

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«Una noche de invierno, pasados unos meses del crimen, se vio sorprendido el padre de Celestino con la visita de Pedro y María, vendedores ambulantes de puntillas, que al padre de Celestino dijeron: 'Nosotros presenciamos el asesinato. La noche víspera de Santiago veníamos de Acebo. Padece mi mujer epilepsia, le dio un ataque cuando llegábamos al cercado y para que le pasara nos detuvimos debajo de un nogal. Vimos a los dos mozos acostados, y a poco, siendo la noche mediada, nos quedamos mudos de estupor al ver que un hombre saltaba el cercado, se dirigía al sitio donde los mozos dormían y descargaba hachazos sobre ellos, y oímos que uno de ellos dio un suspiro y exclamó: 'Cruz bendita'; después el autor del hecho saltó fuera del cercado y marchó caminando abajo hacia San Martín. Horrorizados no supimos qué hacer y tomamos la peor de las resoluciones: huir, no decir nada a nadie y vendiendo puntillas continuamos por los pueblos de la Sierra de Gata; pero la conciencia nos remuerde; no nos deja dormir ni vivir, y dispuestos estamos a declarar lo que vimos. Conoceríamos al autor del hecho, era de estatura mediana, lampiño, de regulares carnes, llevaba blusa blanca, boina y una manta con rayas azules»

José Ibarrola fue decano del Colegio de Abogados de Cáceres desde 1926 a 1930. Salvador Guinea

Gracias a los dos vendedores ambulantes se abrió de nuevo el proceso por el doble asesinato de San Martín de Trevejo, señalando los dos a Sebastián como el autor.

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Condenado a muerte

El criminal fue juzgado ante un tribunal de jurado en la Audiencia Territorial de Cáceres. Los miembros del jurado encontraron a Sebastián autor de dos asesinatos y le condenaron a la pena de muerte.

No sabemos si José Ibarrola fue el abogado defensor, o intervino en esta causa como acusación particular representando a la familia de las víctimas. En su escrito de 1929 sí señala que la condena fue recurrida con nada de éxito para el reo. «El Tribunal Supremo –indicó–, en sentencia de 21 de agosto de 1901, número 30 de las sentencias del segundo semestre de dicho año, confirmó el fallo».

Buscando cuándo fue ajusticiado el joven Sebastián, hemos encontrado un ejemplar del 25 de enero de 1902 de 'La Atalaya. Diario de la mañana de Santander', que publica que gracias a un real decreto, se había indultado de la pena de muerte a Sebastián D. S. condenado por la Audiencia de Cáceres. Le cambiaron la muerte en el patíbulo por la cadena perpetua.

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