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¿Qué ha pasado este lunes, 8 de diciembre, en Extremadura?
La frontera de Caya a principios del siglo XX. HOY

Un crimen en la frontera sellado con besos satánicos

CRÓNICA NEGRA EN EXTREMADURA ·

En 1898 un español fue asesinado en Caya y la prensa quedó fascinada con el móvil, los celos de una pareja de amantes que querían deshacerse de la víctima

Sábado, 12 de marzo 2022, 07:36

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Consumado el crimen, es posible que los asesinos se separasen muy contentos por el acto realizado que quizás sellaran con ósculos (besos) satánicos». Así narró en 1898 el periódico 'La Región Extremeña' el asesinato de un ciudadano español que apareció muerto en la frontera con Portugal. Mas allá de la teoría satánica de los periodistas, lo que sí había detrás de esa muerte era una historia de amor y celos.

En 1898 tanto en Badajoz como en Elvas ya se celebraba el Carnaval y una de las citas era el domingo gordo, es decir, el domingo en medio de esta festividad. La prensa describía la fiesta como una época de libertad, ya que había salvoconductos para poder hacer cosas y burlarse de asuntos que el resto del año eran impensables. Eso sí, los periódicos criticaban que algunos abusasen de la libertad para decir «groserías y sandeces». Pero, en general, el Carnaval gustaba. «Las huellas indelebles del placer, del insomnio y las repetidas libaciones (...) ¿El Carnaval? Pues es época de sensaciones y ya tenemos permiso para divertirnos», publicó el diario ‘La Región Extremeña’.

Ese año el domingo gordo cayó en 20 de febrero y hubo fiesta, pero las noticias de los siguientes días no solo hablaban del Carnaval, sino de un crimen que sonó a ambos lados de la frontera. Fue la muerte del tío Frasco.

El tío Frasco era el apodo de un español de 50 años que residía en Elvas y trabajaba de guarda en la frontera de Caya. Aunque era soltero, residía con una mujer de Jerez de los Caballeros a la que la prensa no describió generosamente. «Vivía amancebado con María del Carmen, una mujer bastante fea, de edad de más de treinta años».

Aunque los periódicos de la época aseguraron que María del Carmen, apodada ‘la Carmen’ no era una belleza, fue su atractivo la causa de los males del tío Frasco, según reveló la investigación policial. «Hace ya algunos meses que el tío Frasco creyó notar que su manceba tenía familiaridades bastante equívocas con Juan S. (...) y de aquel descubrimiento resultaron los celos, las cuestiones y algunos sopapos del amante». Juan era natural de Elvas y tenía unos 40 años. Su amante, ‘la Carmen’, le pidió que la librase del tío Franco «a quién no podía sufrir más», según declaró posteriormente. A la pareja de amantes se sumó la tía de Juan, Catalina C., que decidió ayudar a su sobrino y a María del Carmen por causas que se desconocen.

Intento de asesinato

El primer intento de asesinato del español fue días antes del Carnaval, según reveló posteriormente la investigación, pero la víctima sospechó de las intenciones del trío asesino y pudo salvarse.

Imagen principal - Un crimen en la frontera sellado con besos satánicos
Imagen secundaria 1 - Un crimen en la frontera sellado con besos satánicos
Imagen secundaria 2 - Un crimen en la frontera sellado con besos satánicos

Según publicaron periódicos españoles y portugueses, la idea fue de Catalina, «la cual, agradándole que el sobrino se amancebase con ‘la Carmen’, propuso confeccionar una bebida que haría desaparecer del mundo de los vivos al infeliz Frasco». La pareja de amantes aceptó la proposición y en un encuentro, ya que todos convivían en la misma zona, le ofrecieron una copa al tío Frasco.

El intento de envenenamiento también tuvo lugar un domingo, pero el español rechazó la invitación. Según declaraciones posteriores de los conspiradores, se percató de que tapaban mucho la copa que le ofrecían. «No la acepto porque tú lo que quieres es matarme», le dijo a su amante.

Como el envenenamiento no funcionó, decidieron pasar a métodos más drásticos. El domingo de Carnaval, a las siete de la tarde, el tío Frasco salió a pie de Elvas camino a la frontera, donde debía trabajar como vigilante. Tras salir por la puerta de San Vicente se le unió María del Carmen y caminaron juntos. Poco después la mujer se adelantó, posiblemente, para avisar a su amante que esperaba con una navaja de podar y al que acompañaba su tía Catalina.

Tras pasar una posada, la víctima recibió un garrotazo en la cabeza y cayó al suelo. Estando tumbado fue atacado por las mujeres y por el hombre. Ellas le golpearon la cabeza mientras que Juan le clavó dos veces la navaja en el cuello.

Cuando apareció el cuerpo, hubo un gran revuelo a ambos lados de la Raya. Los medios dieron una amplia cobertura al asesinato y los periódicos españoles resaltaron el buen trabajo de las autoridades portuguesas. Fue un secretario municipal de Elvas y un carcelero los que indagaron y detuvieron a los tres implicados solo dos días después de los hechos. El miércoles ya habían confesado «con todos sus horribles pormenores», según indicó el periódico portugués ‘O Elvense’.

‘O Elvense’ también cubrió el juicio que tuvo lugar tres meses después del crimen. Los tres implicados fueron condenados y lo llamativo es que se les aplicaron penas de prisión y de destierro. Esto era habitual en esa época. Según un estudio de la Universidad de Sevilla, la pena de destierro se aplicaba mucho en Portugal para repoblar sus colonias en Brasil, África y Asia y también para eliminar a los delincuentes de sus localidades.

En algunos juicios, además, los condenados podían escoger entre cárcel o destierro. Fue el caso de este crimen. A Juan y María del Carmen, los amantes, se les impuso ocho años de prisión seguidos de 12 de destierro en África o, como alternativa, 26 años de destierro. La tía Catalina fue condenada a seis años de cárcel seguidos de 10 de destierro o 20 en total de destierro si quería evitar la prisión.

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