Portada de HOY tras la tragedia. HOY
CRÓNICA NEGRA EN EXTREMADURA

Baño de sangre en Zarza de Alange

En 1984 Un hombre de 23 años salió de su casa con dos escopetas y recorrió el pueblo disparando a sus vecinos. Mató a dos personas e hirió a otras diecisiete

Sábado, 7 de octubre 2023, 07:47

Baño de sangre en Zarza de Alange. Fue el estremecedor titular que llenó la portada de HOY el 24 de agosto de 1984. El día ... antes un hombre de 23 años había salido de su casa con dos escopetas y había convertido su pueblo en una zona de guerra. Disparó contra hombres, mujeres y niños. En 30 minutos mató a dos personas e hirió a 17 más.

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El periodista Antonio Barquilla se desplazó a Zarza de Alange (el nombre oficial del pueblo es desde 1991 La Zarza) el mismo día de los hechos y junto con el corresponsal de HOY en la zona, Pedro Barroso, hicieron una reconstrucción completa de lo que había sucedido, casa por casa.

El autor de los disparos salió de su casa a la una de la tarde. Llevaba dos escopetas de caza y una enorme cantidad de munición. Sobre su pecho se cruzaban dos cananas, es decir, cinturones llenos de cartuchos. Tenía una tercera más en la cintura.

Nada más salir de su vivienda disparó a dos niñas que jugaban en la calle, una de ellas resultó herida en un pie. Luego se dirigió hacia la plaza de la Virgen y los soportales de la calle Carreras donde se encontró con seis niños más. Sin mediar palabra, les disparó. Uno de ellos resultó herido de gravedad y los otros cinco sufrieron heridas leves.

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Un obrero de la construcción que estaba trabajando en un piso de un edificio cercano vio lo que ocurría y bajó corriendo a intentar pararlo. Le gritó: «¡Pero chiquillo! ¿Qué vas a hacer con el pueblo?», pero el tirador no respondió y siguió avanzando. Cuando había dado unos pasos, sin embargo, se dio la vuelta y disparó al obrero. Este se libró porque tuvo tiempo de esconderse en un soportal.

Poco después pasó por la casa de otro vecino al que le dijo que se marchase. Este obedeció, pero al darse la vuelta le disparó por la espalda. Sufrió heridas importantes en las piernas. La escena se repitió segundos después con la hija de este vecino. Al verla el tirador le dijo: «vete ahora mismo o te mato» y en cuanto se volvió, descargó un cartucho contra ella. La madre de esta joven también resultó herida al tratar de abrir la puerta de la casa para que se refugiase su hija.

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El baño se sangre continuó por varias calles de Zarza de Alange donde cundió el pánico. Los vecinos, alertados por los disparos y los gritos, corrieron a refugiarse en sus casas y cerrar puertas y ventanas. Los testigos indicaron que el tirador continuó su camino con tranquilidad. Fue recargando las armas y disparando contra las fachadas. Al día siguiente había impactos de perdigones en muchas de las viviendas del pueblo.

La situación empeoró cuando llegó a la plaza de la Fuente. En ella coincidió con un agricultor de 61 años que volvía del campo. Iba sobre su mula con unas cestas de higo. En este caso el tirador no lo dudó, le apuntó a la cara y disparó. El labrador murió en el acto.

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Fue entonces cuando un funcionario del Ayuntamiento se acercó para tratar de convencerlo de que dejase las armas. Con tranquilidad le pidió que parase. La respuesta fue un disparo a menos de dos metros. Este trabajador municipal murió cuando era trasladado al médico de la localidad.

Esas fueron las únicas víctimas mortales, pero el recorrido continuó entre tiros. Disparó a través del cristal al trabajador de una sucursal bancaria que se agachó a tiempo y salvó a dos niñas al resguardarlas en las dependencias interiores del banco.

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Tras este incidente se dirigió al ayuntamiento, que parecía su objetivo. Por causas que se desconocen destrozó un coche aparcado delante. Sacó un machete que llevaba escondido y trató de romper los cristales, luego disparó y hasta intentó prender fuego al vehículo.

Se disponía a continuar su recorrido por el pueblo cuando llegó un coche de la Guardia Civil y en él el que fue calificado como héroe de esta tragedia. Era un comandante de puesto en Villagonzalo que se acercó al tirador desarmado. Con gran sangre fría fue capaz de convencerlo de que dejase las armas, se entregase y se subiese al vehículo policial.

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El tirador fue trasladado a Villagonzalo y desde allí a Mérida porque temían que fuese linchado como represalia. Su biografía fue protagonista las siguientes jornadas. El autor de la matanza era huérfano de madre y padre y sus hermanos vivían lejos, por lo que vivía solo en este pueblo. Había estado ingresado con anterioridad en el entonces llamado Psiquiátrico de Mérida y años antes había agredido a su madrastra con un cuchillo.

Los vecinos destacaron que era una persona muy solitaria al que no se le conocía ninguna relación social. Apenas salía de casa, muchas veces no abría la puerta si llamaban y escuchaba música hasta altas horas de la madrugada.

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La investigación desveló que el autor de los hechos se quejaba por el cobro del empleo comunitario. Recibía 17.000 pesetas (102 euros) y albergaba recelos contra otros que lograban este subsidio. Algunos vecinos, sin embargo, negaron que se tratase de un caso de venganza, ya que las víctimas no encajaban con esta motivación.

El funeral se celebró un día después. Asistieron más de 4.000 personas. Se vivieron escenas de gritos y llantos. Ocho de los diecisiete heridos tuvieron que estar ingresados varios días en el hospital. El que más preocupó a los extremeños fue un niño de solo ocho años que recibió 40 perdigones en su vientre y 200 en sus piernas. Al día siguiente de los hechos tuvo que ser intervenido al sufrir una peritonitis, aunque logró recuperarse. Lo hizo con sus padres también ingresados en el centro sanitario, ya que también resultaron heridos por disparos.

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«Mataría a más gente»

Un mes después de los hechos el periodista de HOY J. J. González entrevistó al tirador en un concierto de rock que se celebró en la cárcel de Badajoz. Afirmó que no disparó indiscriminadamente, sino motivado por lo que consideraba el cobro injusto de los subsidios. Dijo que solo le daban pena los niños, pero que si tuviese otra oportunidad mataría a más gente. «A todos los que pudiera», dijo.

El tirador fue juzgado dos años después de los hechos, pero resultó absuelto por enfermedad mental. Se le diagnosticó una esquizofrenia hebefrénica. El tribunal decretó su ingreso en un hospital psiquiátrico de Madrid.

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