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María Teresa Lechado es presidenta de los administradores de fincas desde abril. :: casimiro moreno

María Teresa Lechado Victoria, la voz de las comunidades de vecinos

Presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Extremadura

Lunes, 1 de octubre 2018, 07:42

Cuando abrió su despacho en Badajoz hace ya 26 años, esta licenciada en Económicas por la UEx se convirtió en la segunda mujer en la región que ejercía como administradora de fincas, «una profesión casi exclusivamente de hombres», afirma. La realidad hoy no ha cambiado mucho. De los 150 administradores que están colegiados en Extremadura, solo siete son mujeres. Pero es ella, María Teresa Lechado Victoria, la que está al frente de todos.

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Desde abril de 2018 es presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Extremadura. «Siempre he ocupado algún cargo en las directivas desde 1998 y en la última era vicepresidenta; cuando el presidente dimitió, yo puse mi cargo a disposición, pero mis compañeros insistieron en que siguiera y lo hice». Y su objetivo es dirigir el colegio al menos hasta 2020, cuando terminará la actual legislatura. «Porque tengo proyectos y mucho interés en que se lleven a cabo, porque creo que son buenos para la profesión». Formación continua, apuesta clara por la deontología y la buena praxis y visibilización de los administradores de fincas están entre sus objetivos prioritarios. También lograr la paridad en una junta directiva integrada hoy por 12 miembros de los que solo tres son mujeres.

ALGUNOS DATOS

  • Extremeña. Aunque nació en Granada, reside desde los cuatro años en Badajoz. «Y, claro, me siento extremeña una es de donde pace».

  • Familia María Teresa, licenciada en Económicas, está casada y es madre de dos hijos. Uno de ellos ha seguido sus pasos y es administrador de fincas.

  • Aficiones Además de su trabajo, le gustan la lectura, el cine y el teatro, andar y también viajar.

«La conciliación en esta profesión es muy difícil, yo he llegado muchas veces a mi casa cuando mis hijos ya estaban dormidos», explica. «Y me he perdido recogerlos del colegio y que me contaran cómo les había ido». Y otras más: «Aún tengo una espinita clavada por no haber podido asistir a la primera función de violín de mi hija».

«Aún tengo una espinita clavada por no haber asistido a la primera función de violín de mi hija»

Renuncias varias por ser mujer y madre, para cuadrar una conciliación casi imposible, también antes de dedicarse a la administración de fincas. «Siempre he ocupado cargos destinados tradicionalmente a los hombres, en la empresa privada, y tenía que demostrar que mi condición de mujer no influía, que no había problema para que ocupara esos cargos y, claro, esto tiene un coste». Aun recuerda cómo algunos de sus compañeros en una de las empresas que trabajó, y que también ocupaban cargos de responsabilidad como ella, «llevaban a sus hijos al pediatra, mientras yo organizaba todo para que otros pudieran llevar a los míos por mí».

María Teresa Lechado no terminó siquiera sus bajas maternales «por responsabilidad laboral». Hoy, a sus 62 años, reconoce que «hay cosas ahora a las que no hubiera renunciado por mi profesión». La presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Extremadura lo tiene claro: «Hoy creo que si hay que cortar en algún momento o aplazar una reunión lo haría y, por eso, no sería peor profesional». De hecho, está segura de que si lo hubiera hecho entonces, si no hubiera asumido tantas renuncias, «hubiera llegado al mismo sitio porque me hubiera formado igual, hubiera sido igual de transparente, me hubiera preocupado igual por llevar a cabo una gestión eficaz y hubiera contado también con el reconocimiento de mis compañeros». Con ellos compartió el sábado un día muy especial. En un acto institucional en Cáceres celebraron el 50 aniversario de la constitución del Colegio de Administradores de Fincas de Extremadura y en él hicieron hincapié, a través de las ponencias organizadas, en la conveniencia de la profesionalización de los administradores de fincas y en la necesidad de saber que esta va más allá de tener la formación académica precisa.

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«Según una sentencia dictada por el Supremo el pasado año, aunque no es precisa la colegiación para ejercer, solo somos administradores de fincas los que estamos colegiados; el resto pueden ser gestores de comunidades, pero no administradores de fincas», afirma.

Una profesión, en cualquier caso, que a ella la apasiona y que defiende con rotundidad. «Yo trabajé en diferentes empresas privadas hasta que un amigo me habló de los administradores de fincas, me entusiasmó y me animé a entrar en la profesión». Y una decisión que hoy, a pesar de las renuncias, volvería a tomar: «Es una trabajo enriquecedor que te permite relacionarte con la gente en la distancia corta, que es lo que más me gusta». Un trabajo multidisciplinar, que requiere formación continuada en multitud de temas, desde construcción hasta operaciones financieras, pasando por informática, seguros, sociología «y algo de psicología también». Y un trabajo, asegura la presidenta de los administradores de fincas, «de gran responsabilidad, porque no podemos olvidar que nos ocupamos de la gestión de uno de los mayores bienes de las personas, que son sus viviendas». Por eso reclaman una actualización y ampliación de la Ley de Propiedad Horizontal, «que evite que tengamos que recurrir a las sentencias que se van dictando, a parches en definitiva que entorpecen nuestra labor». También, de paso, «como el resto de ciudadanos, pedimos una justicia más ágil».

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Los problemas en las comunidades surgen y evolucionan al mismo ritmo que lo hace la sociedad. «De ahí la necesidad de actualizar la normativa y ampliarla con las nuevas casuísticas que se producen». Pisos turísticos, dedicados a la prostitución, viviendas patera, vandalismo, tráfico de drogas... «Nuevos problemas que redundan en la vida de la comunidad, actividades molestas que tienen una solución legal, pero que es muy lenta». Por eso las reclamaciones de mejoras que faciliten el trabajo de los administradores y ayuden a la convivencia en las comunidades de vecinos.

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