Efe
Feria de Sevilla

Morante se despide de la feria sin pena ni gloria

Barquerito

Viernes, 19 de abril 2024, 22:51

Es probable que, no tan castigado por dos puyazos muy severos y lidiado con un mínimo criterio, el hermoso toro colorado que abrió el desfile, ... pies ligeros de salida, las manos por delante en el recibo de Morante, hubiera aguantado docena y pico de muletazos. Pero ni eso. Morante le dio trato delicado -no sabe tratar los toros de otra manera- pero, tardo, ni siquiera probón, se paró el toro sin remedio antes de la media docena. Un pinchazo hondo se acabó convirtiendo en media estocada a golpes de capote de los peones en rueda.

Publicidad

Era el quinto toro que Morante mataba en la feria -no cuentan los dos del domingo de marzo en que se abrió el abono- y siguió sin sonreírle la fortuna en los sorteos. No es una leyenda urbana. Son hechos probados. Cómoda de cara, la corrida de Alcurrucén no dio para muchas alegrías, pero sí los dos del lote de Castella, especialmente un quinto que se escupió escandalosamente de siete picotazos corridos pero fue claro en la muleta, y hasta el tercero, de aparatosa pinta -berrendo en negro-, que tuvo antes de pararse esa docena y media de muletazos que el primero le había negado a Morante.

También se paró el cuarto, abanto de partida, pero antes del parón se llevó puestos siete lances y media que se sintieron como una bocanada de aire fresco en la tarde de más bochorno de la feria. Morante se compuso de muleta con su proverbial naturalidad pero trabajosamente también, porque el toro, noble, el más armado de los seis -acucharado, ancho y apretado-, solo se prestó cuando vino literalmente enganchado por el hocico, y eso pasó contadas veces. A los toques no hubo respuesta. Cuando vino enganchado, solo repitió una baza, no más de dos seguidas. Los intentos de Morante se vivieron con la miel en los labios, igual que los meros apuntes de toreo al natural. Tres pinchazos, media trasera y tres golpes de verduguillo.

Sebastián Castella. AFP

Castella le bajó las manos al segundo en el saludo y lo acabó pasando despacio y ajustado. El toro romaneó en la primera vara pero se salió suelto, como casi todos los demás, de la segunda. Estuvo a punto de apalancarse -los preparativos en banderillas se han convertido en larguísimas transiciones ajenas al sentido de la lidia-, pero tomó engaño con buen aire por la mano derecha. Fue faena a piñón fijo, de encaje indiscutible, pero desiguales logros, final para la galería -péndulo, cambio por la espalda, arrimón entre pitones, un circular cambiado en dos tiempos- y un aire maquinal. Una estocada caída y ladeada sin muerte, pero una muerte tan resistida del toro -vómito de cuajarones mientras salía de tablas a las rayas- que provocó una ovación sonora.

Publicidad

Después de haber manseado en el primer tercio como hacía tiempo que no se veía, ni en Sevilla ni en Madrid ni en Pamplona, el quinto toro, un dije, tomó antes de banderillas el capote humillando y por derecho. Largas embestidas -el beneficio se haber pasado de tercio sin picar- y no docena y media sino dos docenas cumplidas de viajes. Castella cortó el ritmo de la cosa con pausas y paseos gratuitos, porque el toro estaba en punto de caramelo, y lo estuvo todavía incluso después de apagarse un poquito. Largo trasteo -la mejor tanda, la última, cuando la banda de música ya había cerrado el grifo- , una estocada trasera, un descabello, un aviso y al tercio a saludar.

Ficha del festejo

  • Sevilla 13ª de abono. No hay billetes. 12.500 almas. Bochorno. Dos horas y veinte minutos de función.

  • Ganadería Seis toros de Alcurrucén (Hermanos Lozano)

  • Toreros Morante, silencio en los dos. Castella, saludos y saludos tras aviso. Tomás Rufo, silencio en los dos.

El tercero no se empleó en varas, pero se tuvo el placer de ver montar a José Antonio Barroso montar un caballo de pica con estilo insuperable. Tomás Rufo tuvo el detalle de salirse a los medios con el toro y de templarse por las dos manos hasta que el toro echó el freno y dejó de prestar servicios. El sexto, gordísimo, casi 600 kilos, violento de partida, corto de cuello, ni descolgó ni humilló, se fue apagando y cortando viaje, la cara arriba. Rufo lo tumbó de una estocada extraordinaria.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad