Ponce pellizca el toreo en una fiesta a la que se unieron Talavante y Garrido
Enrique Ponce bordó el toreo en el cuarto de la tarde en Mérida con una faena de alto contenido estético
FELIPE DELGADO
Domingo, 4 de septiembre 2016, 10:19
Que Enrique Ponce siga sorprendiendo a estas alturas de su carrera no sería reseñable si no fuera por cosas como la de ayer. Realizó Ponce una de esas faenas que quedan en la retina del aficionado. Comenzó Ponce la faena sin brindar el toro, con el que no parecía encontrarse cómodo. Pero el de Chiva se echó la muleta a la derecha y comenzó su clase de toreo. Llevaba Ponce al toro embebido en la muleta, sin que éste la tocara. Despacio primero. Y luego, más despacio. En redondo. Y llevando al toro hacia donde daba juego. Y una nueva tanda por la derecha, con la muleta planchadita, agarrando el estaquillador por el centro, por donde se debe. Y cuando el toro parecía que no daba más de sí, volvió a sacarle otra tanda de naturales. Y luego le perdió la cara al toro, y genuflexo volvió a pellizcar el arte, a acariciar el delicado arte de la muleta bien puesta y bien llevada. Daba Ponce al toro el descanso que necesitaba tras cada tanda, pidió callar a la banda y él puso la música. Y luego, una estocada de esas que dan cortijos. Y dos orejas. Y un saludo desde la boca de riego que te helaba el corazón por el respeto de Ponce al público y del respetable para con el diestro.
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FICHA DE LA CORRIDA
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uToros. De Cayetano Muñoz. Bien presentados. Con trapío aunque justos de fuerzas. Segundo y cuarto, buenos.
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uToreros. Enrique Ponce (celeste y oro). Oreja y dos orejas. Alejandro Talavante ( gris plomo y plata). Oreja y oreja. José Garrido (obispo y oro). Oreja y oreja. El banderillero Antonio Chacón saludó desde el tercio tras dos grandes pares de banderillas al tercero de la tarde.
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uPlaza. Casi tres cuartos de plaza. El festejo empezó puntual. Sin incidencias reseñables.
Comenzó la tarde puntual. Cuando la manecilla grande del reloj del coso de San Albín marcaba que eran las siete en punto justo en ese momento sonó el clarín. Abrió plaza Huelvano, un castaño de 468 kilos bien presentado. Con recorrido y al que Ponce recibió soltando el capote a la verónica y rematando con la media. Ponce llevó el toro hasta el caballo y mostró cómo se organiza la lidia durante este tercio. El público pitó la vara larga y trasera. Ponce pidió el cambio y ahí entraron en escena los de plata bajo el mando del de Chiva. Desde el centro, brindó al público e inició la faena con la muleta en la derecha. Dos tandas de derechazos en redondo precedieron a la serie de naturales con mano cambiada en las que Ponce daba el tiempo y el sitio que el toro pedía en cada momento. Trincherazo para rematar con el de pecho y de nuevo derechazos ante un toro que se quedaba más corto por el pitón izquierdo. A suerte cambiada mató Ponce y logró la primera oreja de la tarde. Luego vendría la clase de tauromaquia.
Talavante llegaba fino. Se le veía. Y su amigo Justo, de Casa Justo, sin poder ir a ver al de Badajoz. El primero de su lote, un castaño bragao y ojo perdiz permitió al pacense el lucimiento. Lo recibió con los pies clavados y lo fue sacando. Vara flojita, cambio de tercio, buenas banderillas y Talavante con la muleta. Y con ganas. Citando a mes de enero dando saltos desde la boca de riego y la muleta recogida que soltó para iniciar la faena por naturales, ofreciéndose al toro. Cinco naturales dibujados sobre el albero y uno de pecho para cerrar. Y muleta a la derecha. Despacio. Con ganas. Las manoletinas pusieron fin a una faena que se antojó corta. El acero, hasta Toledo y oreja.
El segundo de su lote, menos noble, Talavante tiró de oficio y arrancó del toro lo que no había. Faena de entrega, de lucha, donde Gaditano, que así se llamaba el negro mulato, dio pocas facilidades.
José Garrido, que sustituyó a Roca Rey, le tocó lidiar con el lote más desigual, en particular el sexto, bronco y peligroso que le ganó el terreno al inicio de la faena y lo levantó contra las tablas, algo que condicionó una faena que finalmente culminó con la última oreja de la tarde. Correcto Garrido, bien arropado por los de plata, aunque no siempre bien situados durante el tercio de varas. Chacón puso los dos mejores pares de banderillas de la tarde, algo que el público ovacionó haciendo salir al de plata al tercio a saludar. Bien con la muleta Garrido, dando muestras de lo buen torero que es, aunque en el que cerró plazo se empeñó en una faena imposible ante un toro que desarrolló mucho y que sabía dónde había bulto.
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