La esencia del Carnaval de Badajoz está en el gorro
Desde hace dos años los tocados también puntúan en el desfile, lo que ha originado que su confección le devuelva la importancia que habían perdido
Más de dos kilos de peso llevaron sobre sus cabezas los 175 miembros de la comparsa La Bullanguera.
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El gorro es tan importante para el Carnaval pacense que en el de esta comparsa cabe un circo, y no uno cualquiera, el Circo del Sol bailó ayer en sus cabezas.
Un casquete forrado de moqueta y cubierto con telas sostenía una chistera. Esta está rodeada por un carrusel con caballitos formado por siete metros de alambre y pompones de colores.
Esta era una de las pistas que tenía el público para saber que este año en la Bullanguera había trapecistas, domadores, payasos... Un gorro inspirado en los personajes del Circo del Sol. «Para crearlos veo vídeos, analizo a los personajes, los colores o los movimientos que hacen», explica David Durán, que ha diseñado los gorros y trajes que la comparsa ha lucido en los últimos diez años.
El proceso de elaboración de estos sombreros que bien podrían ser obras de arte guardan detrás muchas horas de trabajo. Una labor que David comenzó a desarrollar en mayo, cuando plasmó su idea en papel para luego hacerla realidad. «Le doy mi toque personal con la fusión de personajes y colores», comenta.
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La Bullanguera
Esta comparsa que puede presumir de ser una de las que luce los gorros más voluminosos del desfile, cuentan que les gustan XXL. Esto complica la tarea de Durán que busca hacer diseños cómodos y estéticos.
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«En el Carnaval de Badajoz es importante tener una buena coreografía y unos buenos trajes. Pero un buen gorro es indispensable», subrayó el presidente de la Falcap, Julio Macho, que cuenta que son la esencia de la fiesta. «Para nosotros es una parte fundamental y lo trabajamos muchísimo. De hecho, hace varios años que se puntúa de manera independiente», afirma Macho, que también dirige La Bullanguera.
Trabajo de artesanía
Lo más importante para David a la hora de crear los gorros es utilizar material reciclado, es la forma que encuentran de que sea artesanal y de poner en valor los detalles. «No es un complemento del traje sino parte de él», apostilla.
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Cápsulas de café, botes de plástico o bridas de colores son algunos de los materiales que ha usado David en sus diferentes diseños. «Todos los elementos que forman el gorro están hechos a mano. Me parece importante que sea así porque es lo que hace que sea diferente», subraya.
Este lleva tul con el que han hecho los pompones, siliconas para crear los caballos o poliespán son algunos de los materiales utilizados y que David montó en 140 gorros con ayuda de José María Fernández. «Hago un gorro de muestra, y les explico a los compañeros cómo hacerlo, de forma que son ellos quiénes hacen las diferentes piezas que van», explica Durán.
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Con todas las piezas hechas Durán y Fernández emplearon más de 140 horas para formarlos. Una hora por cada uno de ellos. Para montarlos era necesario hacerlo en la cabeza de cada compañero, ya que son piezas hechas a medida elaboradas por fases. «Lo hacemos por fases, primero el casquete y después todo lo demás, pero es importante que cada uno haga su plantilla porque las medidas se tienen que adaptar al contorno de cada cabeza», cuenta.
La temática de cada año hace que el gorro lleve una pieza relevante. El del año pasado, inspirado en el musical del Rey León, llevaba una máscara de arcilla. Este año la pieza relevante es el carrusel. «La característica de este circo es que no sacan animales, los que tienen son con maquetas, o robots y yo quería introducirlos. De ahí que llevemos un carrusel».
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Lo más complicado del sombrero es que no impida la correcta ejecución de la coreografía. «Queremos que el casquete se mueva, que baile con nosotros. De ahí que sea importante estudiar los materiales que se van a utilizar», comenta este aficionado a la arquitectura.
«El gorro es una tradición que pasaba desapercibido porque últimamente buscaban el espectáculo»
Fue precisamente la preocupación por los bailes lo que hizo desmerecer al gorro hace unos años. «La gente comenzó a preocuparse más por las coreografías que por los trajes y no se implicaban tanto en los sombreros», apunta David Durán.
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«Cinco puntos es lo máximo que se le da al gorro, cuando el traje puede sumar hasta diez», apostilla Durán, que preferiría sumar más puntos pero agradece que se haya tomado esta medida porque hace unos años el tocado no se tenía en cuenta. «Las comparsas lo llevaban por tradición, pero últimamente había perdido importancia y pasaba más desapercibido porque se buscaba más el espectáculo».
Esta norma ha traído de vuelta a los trajes de toda la vida y así se ha comprobado estos días en los que todas las comparsas han vuelto a los orígenes, aunque con un formato actualizado. Con una evolución en los gorros, que aunque pesan desde hace décadas han sustituido la escayola por materiales más ligeros, y que les permite viajar por todo el mundo, ya que uno de hace dos años está en un museo de Australia.
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