Carlos Soria
Alpinista
«En la montaña hay mucho cantamañanas que exagera lo que hace»El alpinista, que acaba de coronar el Manaslu con 86 años, dio una charla en Badajoz y opina que «hay que llegar a la jubilación en las mejores condiciones físicas, monetarias y de ideas»
Sin ser Badajoz una capital rodeada de montañas, la expectación que ha levantado este martes Carlos Soria, alpinista decano de los ochomiles del Himalaya, ha ... sido altísima. El abulense de 86 años ha regresado hace menos de un mes del Manaslu (8.156 metros). Desde el 26 de septiembre, justo después de su lugar y fecha de nacimiento (Ávila, 5 de febrero de 1939) la Wikipedia añadió a la entrada que lleva su nombre un título inspirador: 'Es la persona más mayor en coronar una cumbre de más de 8000 metros'. A esto hay que añadir que a partir de los 65 años, cuando se jubilan la mayoría de los españoles, él tachó de su lista ocho de los doce ochomiles que tiene en su curriculum.
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«Hay que llegar a la jubilación en las mejores condiciones físicas, monetarias y de ideas porque queda toda una vida por delante», empezó diciendo el alpinista antes de empezar a relatar su niñez, en la que ya tenía que acarrear agua y, según contó, eso fortaleció su musculatura. Cuerda de cáñamo y pantalones de pana abundaron en las primeras fotos, pero también de él y su familia en el rocódromo, o de sus últimas lesiones y su increíble recuperación, como dio fe la galería que mostró al auditorio de la Fundación CB, que llenó las más de 120 sillas su sede en la calle Montesinos una vez más. El acto fue presentado por José Trejo, pacense que el año que viene volverá al Ártico canadiense, esta vez en solitario.
Con el timbre de voz de un abuelo que cuenta las mejores historias, pero con el tono firme de quien ha luchado contra ventiscas en los lugares más inhóspitos del planeta, Soria dio en Badajoz un veloz repaso a los picos y vías, de Gredos a Nepal, que han marcado su vida en la montaña, que es como decir su vida sin más en el caso de este tapicero casado con Cristina, presente en la sala y padre de Sonsoles, también este martes en Badajoz, donde trabajó como funcionaria en los noventa y aún conserva amigas.
La figura menuda y recia de Soria compareció en Badajoz este martes con camisa de leñador, vaqueros y calzado en unas deportivas de goretex para proteger unos pies que, probablemente, sean los que más metros de desnivel acumulen en todo el mundo. «En la montaña hay mucho cantamañanas, la gente exagera. Por eso me gusta la competición, soy muy competitivo», «a mí me encanta escalar sin cuerda» o «cuando conocí al Rey (Juan Carlos I) ya mentía porque nos dijo que le dábamos envidia y que a él no le dejaban salir en moto» fueron frases que aún resonaban en el público cuando llegó el punto de inflexión de su charla, los ochomiles. Esta parte comenzó con su primera expedición al Manaslu en 1973 y luego en 1975 consiguiendo al fin la cumbre y aquella icónica foto del primer español a más de 7.000 metros. En esa imagen sale con la mochila a la espalda escalando de primero una pared de hielo vertical que fue portada de las revistas de la época.
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Los ochomiles son solo parte su peripecia como alpinista que ha atravesado todas las épocas y maneras de entender este deporte. Carlos Soria coronó el Everest en solitario con 62 años, «una experiencia fantástica», dijo antes de mostrar la foto de Nirmal Purja que dio la vuelta al mundo con una cola interminable de alpinistas camino de esa cima tan deseada como concurrida. «No pasa nada, a las montañas no les pasa nada y siguen ahí, solo es feo y peligroso», disculpa Soria, al que le preocupan más los microplásticos del mar y que de nuevo arrancó una sonrisa cuando mostró su coche matrícula 8848, que son los metros de la cima del mundo. «Las letras BCL son de 'bajaré cagando leches'».
A los Alpes en Vespa
Amputaciones de un compañero en el K2; un cadáver en el Broad Peak; el Makalu, a los 69 años y octavo ochomil; Gasherbroum I, Manaslu hace cincuenta años y con cuyo pueblecito en sus faldas se volcaron para traer los colchones que necesitaban, el Lhotse a los 72 años, un sietemil virgen con una prótesis en su rodilla «y sin sherpas, ¿o veis alguno en la foto?», le gusta recalcar; el Kanchemjunga con el BBVA de patrocinador, el Annapurna «una de las montañas más peligrosas»... las vivencias de Carlos Soria, que ya dormía en la sierra cuando no había arneses ni sacos de dormir o viajó hasta Los Alpes en Vespa, y su visión de la montaña, abierta a las nuevas tendencias de encadenar cimas en el menor tiempo posible -Kilian Jornet, Nirmal Purja...- cautivó a los asistentes. "Lo único que no me gusta es quien miente", incidió varias veces.
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El coloquio final derivó hacia la nostalgia con montañeros pacenses como Antonio García Candelas y María Gemio, que le relataron los orígenes de la escalada en Badajoz. Carlos Soria les dijo «es más bonito haber pasado por todo eso, que no llegar desde el primer día a la montaña con un equipo súper», manifestó antes de aconsejar ir a las algunas cordilleras «sabiendo dónde vas y con preparación».
Por otro lado, aunque ha perdido a varios amigos escalando, Soria relativizó la muerte en la montaña -«solo una vez vi un cadáver, aunque si no eres bobo sabes que esto es peligroso, pero hay gente que se juega la vida en una moto», comentó después de que otro asistente le recordara que los grandes alpinistas van muriendo en durante sus expediciones, ante lo cual el protagonista se encogió de hombros.
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