El butanero, una figura tradicional y moderna
El sistema de pedido de la bombona de butano ha sabido adaptarse a la digitalización mientras conserva métodos tradicionales de reparto
Antonio Nogales
Lunes, 14 de agosto 2023, 07:32
En verano, con olas de calor y temperaturas sofocantes, existe una figura que se mantiene en las calles, fiel a su trabajo. Es el butanero, ... quien continúa con su incansable esfuerzo por llevar el gas a los hogares y los negocios de la ciudad aun con las inclemencias del tiempo.
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A pesar de lo conocido que es el repartidor de butano, sus métodos y su historia no lo son tanto. Soledad Nieto, gerente de Butagás, empresa distribuidora de Repsol que reparte bombonas en Badajoz, afirma que «la venta de bombonas ha variado muchísimo». Dice que han cambiado los medios, los canales de venta y los clientes. Estos últimos, los que más. «Hace unos años el cliente siempre estaba en el domicilio, esperando a que pasara el camión. Hoy en día ya no es así y necesita que la entrega se haga de otra manera».
Este servicio se consigue gracias a la digitalización. Ahora es frecuente que las personas jóvenes pidan bombonas a través del móvil o con una página web.
«Hace muchos años también vendíamos leche, agua, cerveza… Pero ya se acabó»
José Nogales
Butanero
El repartidor dispone de un teléfono con aplicaciones a las que les llegan los pedidos y con las que puede recibir el pago de los clientes. Aparte de estos nuevos métodos para realizar pedidos y hacer reparto, se siguen utilizando medios más tradicionales.
José Nogales es repartidor de butano desde hace casi 30 años, y recorre Valdepasillas, la Granadilla, la Paz y los grupos de La Soledad. Él también se ha adaptado a los nuevos procedimientos, pero aún utiliza métodos tradicionales. En verano reparte 30 bombonas diarias y en invierno llega a cien.
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En ocasiones hace ruido con las bombonas para que los clientes lo paren desde las ventanas de sus viviendas. También suele pitar con el camión, sobre todo cuando está en la Granadilla. En todos los barrios tiene una rutina. En determinados días entra en una zona, hace ruido y los vecinos le piden. «Los clientes me conocen desde hace muchos años y saben que voy a la misma hora y los mismos días», afirma.
Además, siempre pueden llamarle por teléfono en caso de que necesiten una bombona con urgencia. Nieto describe esta relación como «de confianza y cercanía».
Nogales, por su parte, afirma que ser repartidor de butano es un trabajo que requiere un gran esfuerzo físico. «Uno tiene que estar acostumbrado. Al principio duelen todos los huesos, pero después te acostumbras», afirma.
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Incluso con las inclemencias del tiempo, los repartidores salen a llevar las bombonas a las casas o comercios que las necesiten. «Si llueve, te mojas; si hace calor, lo pasas y si hace frío también». Para combatirlo tan solo dispone de un chubasquero y de una botella de agua.
Además, en ocasiones debe subir las bombonas a los pisos de los clientes, tenga o no ascensor el edificio. Si no lo hay, carga la bombona al hombro y sube por las escaleras. «Lo más alto que he llegado a subir a pie ha sido a un quinto. En la Paz hay muchos».
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«Mi día consiste en salir del almacén, entregar bombonas en una gasolinera que está al lado, vengo a Valdepasillas, hago los pedidos y al final hago la ruta», comenta. No va todos los días a todos los barrios, sino que lo hace, por ejemplo, dos veces a la semana. En el caso de la restauración, reparte los viernes. «Me pongo a hacer los pedidos que tengo esperando a que abran los bares. Voy alternando bares y pedidos dependiendo de la hora a la que abran».
Sobre el tipo de bombonas que reparte, están las de butano, las de propano, las del nuevo envase, que es más ligero, y las industriales. Estas últimas alcanzando los 35 kilos. «Vendo de las industriales a algunos bares y al Carrefour. Pero a casas no», asegura. Y recuerda que «hace muchos años también vendíamos leche, agua, cerveza… Pero ya se acabó».
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Respecto a sus medios, él dispone del teléfono móvil, un carro que le permite llevar más de una bombona a la vez, y un camión. «El problema son los aparcamientos. No tenemos donde aparcar. Y ahora menos porque han hecho el carril bici en Sinforiano Madroñero y no hay quien pare ahí». Esta es una situación que también sufren el resto de repartidores de la zona.
Nogales comenta que siempre ha hecho Valdepasillas, desde que comenzó en los 90, cuando había dos empresas. «En Badajoz había dos agencias distribuidoras, ambas de Repsol. En el año 2008 pasó a ser sólo una. Butagás se quedó con el reparto de butano en Badajoz y pueblos cercanos», afirma Nieto.
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Este no ha sido el único cambio que ha sufrido la venta de butano en Badajoz, donde también llegó la liberalización del mercado y la competencia. «Siempre que llega la competencia a un mercado existe una bajada de ventas. Pero yo creo que el secreto está en adaptarse a un nuevo escenario», según Nieto.
Otro cambio más al que se tuvo que enfrentar el reparto de butano fue la pandemia que asoló el mundo en 2020. Durante el confinamiento, los repartidores salían a las calles e iban puerta por puerta repartiendo gas a los ciudadanos que se veían obligados a quedarse en sus casas, arriesgando así su propia salud y la de las familias que tenían en sus hogares. Por fortuna, ningún repartidor se contagió en el proceso. Los horarios fueron cambiados para estar expuestos menos tiempo, y se adoptaron diversas medidas. «Fue una actuación de diez», valora Nieto.
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Y al contrario de lo que pudiera parecer, el gas butano es una fuente de energía que ha conseguido evolucionar a medida que los tiempos han cambiado. Muchas personas actualmente utilizan esta energía «para pagar solo por lo que se consume» dado que no tiene un coste fijo mensual. De este modo, se asienta entre la población joven y se mantiene entre la más mayor.
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