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Miles de perdices se crían en los llamados 'voladeros'. CASIMIRO MORENO

La granja de las 24.000 perdices

Caza ·

La cría de la perdiz roja es una alternativa segura para alcanzar la rentabilidad en el sector ganadero

José Tomás Palacín

Martes, 8 de octubre 2024, 07:53

La Finca Raposeras, en la que se entra desde la Ruta de la Plata, se dedican a dos cosas. Por un lado, a la caza menor. Por otro, a la cría de la llamada reina de la caza menor. Más de 24.000 perdices se encuentran en una granja que también se reivindica como ganadería 'especial'. Quizá sea porque en Extremadura la perdiz roja es la única especie que se puede recriar. O puede que sea porque sigue siendo excepcional entrar a un 'voladero' rodeado por 12.000 aves. El adjetivo especial es certero.

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El Grupo Solano, más conocido por su labor ganadera en el porcino, lo aprovecha todo. La leña, el corcho, los pastos para los rumiantes, la bellota para los cerdos... Como básicamente son ganaderos y saben criar animales, hace unos cuatro años vieron la oportunidad de aprovechar un poco más lo que ofrece esta finca. Tiene sentido: con la casi desaparición del conejo, los depredadores se han lanzado a por la perdiz, lo que conlleva a que haya menos aves esta especie. Y esto ha llevado a su vez a potenciar la cría de perdices.

«La ganadería siempre ha estado tocada en cuestión de rentabilidad, las explotaciones ganaderas lo han pasado mal con demasiada frecuencia. Así que esto nació como una necesidad de complementar nuestros ingresos criando perdices para otros cotos», aunque Raposeras también funciona como uno, explica Javier Solano, presidente de la compañía.

En Finca Raposeras, del Grupo Solano, crían más de 24.000 perdices rojas

Empezaron con pocas perdices para la propia finca, ya que en esta zona se desarrolla sobre todo la caza más deportiva, la que usa perros. En un principio eran 4.000 animales. Ahora ya van por las 24.000 y creciendo. «Los cazadores demandan una perdiz de mucha pureza y nosotros contamos con una con certificado genético. La 'Alectoris rufa': la perdiz roja», especifica.

Es curioso cómo se comporta una perdiz roja que ha sido criada en cautividad. Aunque obviamente no es igual que un perdigón que se ha criado con su madre en el campo, también sabe defenderse de las inclemencias del tiempo e incluso de los depredadores. Puede que sea, como señala Solano, «un poco más torpe o más inocente»: pero cuando llega el perro y le hace la muestra, la parada, la perdiz arranca defendiéndose, volando a grandes velocidades y poniendo tierra de por medio, al igual que una criada en libertad. La perdiz roja de esta granja también puede considerarse una 'reina'.

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Cómo se crían

Pero ¿esto se consigue de alguna forma especial? ¿Se enseña en la granja o se comportan así de manera natural? «Por partes», respira Solano. En primer lugar, según el vigilante se adentra unos pocos kilómetros en la finca, se ven unos 'voladeros', grandes zonas valladas donde unas 12.000 perdices adultas –o casi adultas– campan a sus anchas. Por arriba, el llamado 'pastor eléctrico' las protege de las alimañas. Y, por una cuestión de bioseguridad y sanitario, cuentan con depósitos donde los camiones, siempre desde fuera, les echan el pienso, así como un sistema de agua para tratamientos. Al entrar, la polvareda y las plumas vuelan por todas partes. Aun de granja, siguen manteniendo el instinto.

Esta especie está muy bien considerada por su valor culinario y su pericia ante cazadores

Al fin y al cabo, la perdiz es una gallinácea, gregaria, que huye a la mínima. Cuando nace es insectívoro –de ahí que trabajen con piensos con proteína de insectos– y son muy voraces aun siendo pollitos. Una vez que lo sueltan al campo, ya sean sus clientes o ellos en su propio coto, manifiestan las cualidades de un animal salvaje que huye, que se esconde.

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Noviembre, diciembre, enero, febrero. Son esos meses fríos cuando el cazador sale al campo. Ya en marzo, se dedican más al perdigón, al reclamo, o se hacen sueltas de perdices –codiciadas también por su valor culinario, más allá de por su pericia volando–. Las de los 'voladeros' de la finca llegaron en mayo desde Cataluña. Con cuatro o cinco meses ya se consideran adultas. Los pollitos, como los denomina Solano, son otro cantar.

Las otras 12.000 perdices, que entraron en agosto, se encuentran en una nave de cría acondicionada con todo lo necesario: ventilación automatizada, control de temperatura, de humedad. Y de luz, sobre todo, pues los pollitos recién nacidos necesitan de mucha luminosidad para comer. A los diez días se va bajando la intensidad hasta que, un día, llega el apagón. Una noche en la que los responsables, que están pendientes de ellas los 365 días del año, tampoco duermen pues deben velar por ellas para que no sufran de pánico.

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La innovación no falta en la finca. Cuentan con un depósito general de 16.000 litros, que llega por un reservorio de agua ya tratada con cloro y con un ácido que modifica el pH. Además, tienen una bomba de dosificación para posibles medicaciones, sobre todo antiparasitarios. Y un tercer depósito, el que entra directamente en la nave de cría, donde se miden los consumos de forma diaria. Como resalta Solano, veterinario antes que cazador, pero ganadero antes que todo lo demás, «la salud del animal siempre se mide por el consumo del agua. Puede que no tengan hambre y no pase nada. Pero como no tengan sed…».

En el Grupo Solano consideran que es la granja de perdices más moderna de Extremadura, por lo que puede serlo de España. ¿Es por investigación? Se suele decir que uno ve más lejos porque va subido a hombros de gigantes. Javier Solano, al menos, lo cree así.

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«Conozco granjas que llevan mucho más tiempo que nosotros, que crían más pájaros que nosotros. Y tienen instalaciones más antiguas que también tienen mucho mérito y que funcionan perfectamente. Pero es que si yo hago una granja nueva no la haré como esta, tendré que introducir todo lo que hemos aprendido en estos últimos cuatro años. Cada día que pasa aprendemos un poquito más, porque también nos ayudamos. En Extremadura, al margen de la calidad, la potencia o el volumen que se consiga, hay muy buenos profesores. Todos nos ayudamos», reconoce.

Al parecer, cuentan con una asociación donde se ayudan los unos a los otros para que la perdiz no se pierda en la región, a la que siguen viniendo de todo el mundo para cazar.

Perdiz por perdiz, metiéndolas en caja a mano, van posicionándose como referentes de esta ganadería tan especial. Y la idea es seguir creciendo.

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