El acusado, Pablo Rivero, en el juicio en la Audiencia Provincial. HOY

El TSJEx confirma la condena de 15 años de cárcel al autor del crimen de Miajadas

El condenado tendrá que pagar, además, una indemnización a la familia del fallecido de 424.634 euros

R. H.

Martes, 18 de junio 2024, 13:51

La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura ha confirmado la condena de 15 años de prisión por ... asesinato al acusado de matar con un cuchillo a un hombre en la localidad cacereña de Miajadas.

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La Sala desestima el recurso de apelación contra la sentencia de la Audiencia provincial de Cáceres y la confirma de forma íntegra.

De esta forma, señala la sentencia, queda acreditado que hubo «ánimo homicida por el que se guio y actuó el acusado» y continua «ello no es una interpretación contra reo como pretende la defensa, es una deducción lógica y plausible en función de los hechos probados».

El condenado tendrá además que indemnizar en concepto de responsabilidad civil a la familia del fallecido con un total de 424.634 euros.

Los hechos se remontan a 2021 y el desencadenante de los mismo fue la reclamación de una deuda de 50 euros por la venta de marihuana en mal estado por parte del fallecido al acusado.

La sentencia no es firme y contra la misma cabe recurso de casación ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo.

Los hechos

La Audiencia considera probado que Pablo Rivero, mayor de edad y sin antecedentes penales, y José Antonio S. C. habían mantenido una relación de amistad desde tiempo atrás. En fecha no determinada el acusado, junto a un amigo vendieron a una mujer cien euros de marihuana. Como la droga no estaba en buenas condiciones, José Antonio, que también era amigo de la compradora, le entregó marihuana en buenas condiciones, y después reclamó al acusado y a su amigo que le abonaran a él los cien euros que les habían pagado por la marihuana.

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El amigo entregó a José Antonio 50 euros, pero no así el acusado, a quien la víctima reclamó que le entregara los otros cincuenta euros. Entre el 1 de octubre de 2021 y el 2 de diciembre del mismo año, José Antonio realizó varias llamadas telefónicas al teléfono móvil del acusado reclamándole el dinero.

En la tarde-noche del 2 de diciembre de 2021, José Antonio, utilizando el teléfono de otra persona, llamó al acusado reclamándole una vez más el pago de la deuda. Se daba la circunstancia de que José Antonio debía ingresar en prisión al día siguiente para el cumplimiento de una pena, y le dijo al acusado que debía pagarle los 50 euros ese mismo día.

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Después de aquella llamada, la víctima y un amigo suyo se dirigieron al domicilio del acusado, donde estuvieron llamando a la puerta de la casa, sin que este abriera. Otra persona les dijo que no se encontraba en casa sino en el bar que regentaban los padres de Pablo, por lo que José Antonio su amigo fueron allí y pidieron a los padres del acusado el pago de los 50 euros. La madre de Pablo, llamó por teléfono a su hijo para preguntarle si era cierta la deuda y el acusado respondió que no y les dijo que no le dieran el dinero; si bien ante la insistencia de José Antonio y dado que su conducta empezaba a incomodar a los clientes del bar, los padres del acusado decidieron entregarle los 50 euros que reclamaba.

Mientras tanto, Pablo Rivero había avisado a la Guardia Civil cuando advirtió la presencia de José Antonio y su amigo en la puerta de su domicilio, acudiendo una pareja en el vehículo oficial. Al llegar los agentes, el acusado les dijo que José Antonio le había amenazado reclamándole cincuenta euros por una marihuana en mal estado que Pablo había vendido a otra persona. Los agentes le invitaron a que acudiera al cuartel a presentar una denuncia, pero que entendían que reclamarle ese dinero no era una amenaza y que ellos, sin denuncia, no podían hacer nada.

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Ante esa respuesta de los agentes, el acusado se alteró y les dijo que si ellos no iban a hacer nada «tendría él que pegarle dos puñaladas y así acabar todo». Al escuchar esa frase, uno de los agentes salió del vehículo y le dijo a Pablo «¡quieto, león!», para que se tranquilizara.

Como quiera que el acusado estaba preocupado porque José Antonio iba camino del bar de sus padres y temía que pudiera hacer algo contra ellos, los agentes le indicaron que ellos se pasarían por el bar para asegurarse de que no había problemas.

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Una vez que los agentes de la Guardia Civil se marcharon, el acusado entró en su casa, cogió un cuchillo de la cocina (de los conocidos como «fileteros», de 22 cm de longitud, mango de madera y 10 cm de hoja) que guardó en un bolsillo y se fue, junto dos amigos al bar en busca de José Antonio, con el fin de tratar de evitar que este, al pedirle el dinero a sus padres, les dijera también que se dedicaba a vender marihuana.

Cuando el acusado llegó al bar vio a José Antonio en la puerta y se dirigió hacia él con paso apresurado, increpándole, diciéndole a voces «¡maricona, por qué estás haciendo esto!», y se abalanzó sobre José Antonio con el puño en alto, llegando a golpear a José Antonio en la cara. En respuesta, José Antonio le dio un guantazo en la cara al acusado.

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En ese momento el acusado sacó el cuchillo que llevaba guardado y, «despreciando la vida de José Antonio», según señala la sentencia, se lo clavó en la zona abdominal, volviendo a ocultar el cuchillo de inmediato. Dado lo rápido de la acción del acusado, José Antonio no pudo apercibirse de la intención de Pablo, ni pudo por tanto reaccionar en forma alguna frente a dicho ataque. Los testigos que se encontraban presentes en aquel lugar, tampoco llegaron a ver cómo el acusado sacaba el cuchillo y se lo clavaba a José Antonio.

El acusado fue agarrado y separado por su amigo, mientras, que José Antonio lo fue por el suyo quien, al ver que José Antonio echaba espuma por la boca, se ponía rígido y convulsionaba, lo dejó en el suelo. En ese momento llegó la pareja de la Guardia Civil que antes había hablado con el acusado en la puerta de su domicilio quienes, al ver el estado de José Antonio avisaron al 112.

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El acusado abandonó el lugar instantes después de clavarle el cuchillo a José Antonio y se deshizo del cuchillo arrojándolo por encima de un muro a una parcela abandonada situada a unos 20 o 30 metros del lugar de los hechos, de donde pudo ser recuperado por la Guardia Civil al día siguiente.

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