Atención, el aforo en la playa de San Lorenzo está lleno. Los accesos permanecerán cerrados», se podía escuchar por megafonía hace unos días en la ... céntrica y concurrida playa de Gijón. Este verano han sido muchos los que han tenido que esperar su turno para acceder a playas, restaurantes, oficinas de turismo... por la 'avalancha' de turistas españoles que nos hemos decantado por nuestro país para viajar, lo que, unido a las restricciones de aforo por la covid, ha provocado colas de nuevo, sobre todo en el norte de España. Y bienvenidas sean, porque la demanda interna en el turismo es clave para la recuperación de la economía española. Al sector le ha venido estupendamente que la temporada alta comenzase con millones de españoles con dinerito fresco ahorrado durante la pandemia y deseando viajar, pero con pocas ganas de marcharse al extranjero «por si acaso...». En los veranos anteriores a 2020 intentábamos emular a Ulises, que representa el viajero, la aventura, el interés por lo desconocido, pero la pandemia nos ha hecho darnos cuenta de que lo desconocido también puede estar cerca de casa y en esta ocasión hemos optado por descubrir lugares de nuestro país que no conocíamos y que nos han sorprendido.
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A las comunidades mediterráneas les ha ido peor porque tienen más dependencia de los turistas extranjeros, que tardarán más en llegar, pero en las del norte de España, como Asturias, Cantabria y Galicia, afortunadamente el sector turístico ha hecho su agosto este verano, no solo por el atractivo de naturaleza y monumentos que ofrecen al visitante, sino también por las temperaturas más suaves que disfrutan y que han hecho que muchos hayamos elegido el norte de España para aliviarnos del intenso calor que ha hecho en el resto del país.
En Asturias localidades como Cudillero, Lastres o Llanes parecían un parque temático lleno de curiosos. Esto ha hecho que cambien hasta algunos hábitos, porque en los últimos años los viajeros nos dejábamos aconsejar por las opiniones que dejan otros en Tripadvisor y cuando visitamos cualquier lugar intentamos disfrutar de la gastronomía en los restaurantes recomendados, pero en este agosto en regiones como Asturias hemos tenido que abandonar esa costumbre a la vista de las colas de turistas que esperaban su turno para comer (también hemos aprendido la importancia de reservar). No nos ha quedado más remedio que volver a lo de antaño, es decir, sentarnos en la mesa del primer restaurante que encontremos que esté libre, que muy mal se tiene que dar la cosa para no comer bien en tierras asturianas. El personal de la mayoría de los restaurantes estaba desbordado porque atendían hasta tres turnos de comidas y en muchos de ellos había carteles de «Se necesita camarero». No daban abasto, algo que después de la dura crisis que han padecido abre una puerta a la esperanza para el sector.
Había colas hasta para hacerse una foto sentados junto a la sonriente estatua de la inconformista Mafalda en un banco del Campo San Francisco de Oviedo. Incluso algunos esperaban su turno para fotografiarse en los lagos de Covadonga al ladito de las vacas que pastaban plácidamente entre el Ercina y el Enol, que no hacían ni caso a la gran cantidad de senderistas-turistas que este verano han llenado miles de autobuses para acceder a esta parte de los Picos de Europa y que querían inmortalizar ese bucólico momento acariciando a los animales para subir la foto a su Instagram.
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