EFE
Opinión

Carta al presidente

EL ZURDO ·

Antonio Chacón

Badajoz

Domingo, 26 de mayo 2024, 08:28

No es habitual que me dirija a usted por carta. Sin embargo, la gravedad de la situación política en España y el resto del Viejo ... Continente en vísperas de unas elecciones europeas en las que las encuestas prevén un fuerte ascenso de la extrema derecha y la necesidad de dar una respuesta sosegada me hacen pensar que esta es la mejor vía para expresar mi opinión. Le agradezco, por tanto, señor presidente del Gobierno, que tome un poco de su tiempo para leer estas líneas.

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Como bien sabe, el 9-J Europa se juega más de lo que parece. El proyecto comunitario está amenazado desde el exterior por las ansias imperialistas rusas y en su seno por la creciente ola nacionalpopulista. No obstante, no me parece lo más sensato combatir el nacionalpopulismo con populismo, como, a mi entender, usted está haciendo. Por ejemplo, se ha pasado tres pueblos retirando a la embajadora española en Buenos Aires después de que el presidente argentino, el paleolibertario Javier Milei, llamara corrupta a su esposa en el aquelarre ultraderechista montado por Vox. Cierto que el pelotudo de Milei, lejos de disculparse, ha aprovechado el incendio provocado para inflamar a los suyos y canalizar su ira contra un enemigo exterior y tapar su desastrosa gestión económica. Es la vieja pero siempre efectiva estrategia basada en la disyuntiva amigo-enemigo que el nazi Carl Schmitt consideraba la esencia de lo político.

Pero esa estrategia polarizadora lleva usted perpetrándola años, y con éxito, elección tras elección. De hecho, le fue mal en las urnas la única vez que no la utilizó: en las últimas autonómicas y municipales, cuya campaña centró en sacar pecho por sus medidas socioeconómicas. No soy un ingenuo. Soy consciente de que, en alguien como usted, con una cara de cemento armado a prueba de derechazos y piel de camaleón, la exagerada e inédita reacción al ataque verborreico del 'Leatherface' argentino responde a esa estrategia en plena campaña de las europeas. No se entiende si no que no haya reaccionado igual contra Rusia e Israel por hechos mucho más graves: la invasión de Ucrania y el genocidio en Gaza.

En cierta manera coincido con el periodista José Antonio Zarzalejos cuando, en una entrevista en Ethic, dice que en España se ha producido una 'joint venture' entre usted y Abascal, pues necesita al caudillo de Vox para mantener su discurso de confrontación con «la derecha y la ultraderecha», y Abascal le necesita para mantener su reactividad. En efecto, se retroalimentan.

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Por lo que parece, también se ha visto arrastrado a este círculo vicioso el PP, que para no perder comba se ha contagiado del discurso de Vox. Para muestra, la última 'boutade' de la Milei castiza: «Pretenden que las democracias hagan con Hamás lo mismo que con ETA. Tú mata, que yo te daré una comunidad autónoma. Tú mata, que yo te daré un Estado». Y, sin ningún rubor, para conquistar el poder, el «moderado» Feijóo está dispuesto a venderse al diablo ultra, como se ha visto en autonomías y municipios, y, junto a sus socios populares europeos, está abierto a hacer igual tras el 9-J.

Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es: ¿merece la pena todo esto? ¿Merece la pena polarizar, crispar a la sociedad por el poder? No lo creo. El odio solo engendra odio, y el populismo genera odio. Por tanto, combatir el populismo con populismo es alimentar ese odio.

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Todo ello me lleva a darle un consejo que, en realidad, es de Plutarco: el fin primordial del político es promover la concordia y el consenso entre los ciudadanos.

Gracias por su tiempo.

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