Mezclar artistas con enfermos
Orquesta o salud. En Badajoz, la OEx ensayará junto a bebés llorando y pacientes quejándose
En enero del año 2000, hice un viaje a Alemania acompañando a un grupo de alumnos gallegos. Fuimos a Aquisgrán, Dusseldorf y Colonia, donde nos ... enseñaron la catedral y dimos un paseo hasta la plaza dedicada al premio Nobel de literatura Heinrich Böll, nacido en Colonia en 1917 y autor de 'Opiniones de un payaso'. Sin embargo, no pudimos pasear por la plaza porque unas barreras impedían el paso.
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Un policía municipal nos explicó que estaba ensayando la Orquesta de la Radio de Colonia en la Kölner Philarmonie, la gran sala de conciertos de la ciudad, y las pisadas y comentarios de los viandantes podían molestar a los músicos. Me quedé estupefacto y entendí la importancia y el respeto que provoca la música clásica en el país de Bach, Beethoven y Brahms.
Ese mismo año 2000, decidí regresar a mi tierra y dejar Galicia y se creó la Orquesta de Extremadura (OEx). Asistí a sus primeros conciertos en Cáceres y recuerdo la emoción con que los melómanos extremeños acogieron a la orquesta. No olvido a Fernando Turégano, que recorría Europa buscado óperas y sinfonías y me manifestaba su entusiasmo en cada concierto de nuestra orquesta, que siempre fue respetada y podía ensayar con sosiego y silencio en su sede del Palacio de Congresos de Badajoz.
Pero de pronto, en un acto completamente opuesto al que se daba en la Heinrich Böll Platz de Colonia, la consejería de Salud ha decidido instalar, junto a la sala de ensayo de la OEx, el Centro de Salud Los Pinos. Es un traslado temporal y la portavoz de la Junta ha asegurado con una seguridad temeraria que no interferirá en los ensayos. En un rapto de demagogia, Elena Manzano apunta que se debe atender la salud de 19.500 pacenses, como si hubiera que escoger entre música y salud. En Alemania, ya habrían dimitido ella y la consejera, aquí nos reímos de los músicos: «¡Vaya melindrosos tiquismiquis!». Al fin y al cabo, somos la autonomía española donde menos asistimos a conciertos. Como sugiere la portavoz, si los músicos encuentran otro sitio para ensayar, que lo manifiesten.
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Esto de mezclar cultura y sanidad, artistas con enfermos, parece algo trasversal en Extremadura: se le ocurre al PP y también se le ocurrió al PSOE. En la anterior legislatura, se planificó destinar el Hospital Provincial de Cáceres a la formación artística, pero también a la consulta de enfermos. La idea era instalar en las centenarias dependencias hospitalarias la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura, el Conservatorio Profesional de Danza, el Conservatorio Elemental de Música, una ampliación de la biblioteca y, ya puestos, tras curar el alma, ¿por qué no curar en el mismo sitio el cuerpo?
El caso es que se decidió ubicar también en el antiguo hospital un centro de salud y un centro de lucha contra la drogadicción. Por una puerta entrarían los interesados en el arte y por otra, los preocupados por su salud. Afortunadamente, el dislate no ha ido adelante y el actual gobierno de la Junta ha decidido destinar el hospital cacereño solo a la formación artística. Por eso no se entiende esta aberración de pretender que la Orquesta de Extremadura ensaye sinfonías y oberturas en una sala y al lado, un paciente se queje, un médico recete y un bebé llore. ¿Cómo no va a haber interferencias?
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Ya sé que en Extremadura somos capaces de estar bebiendo y charlando en un bar al tiempo que suena reguetón en un bafle, atruena la cafetera, se desgañita un locutor radiando un partido de fútbol y se escucha en la tele al narrador de un documental sobre ñus. Pero no se trata de un bar, se trata de una orquesta sinfónica.
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