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Urgente Herido muy grave un hombre de 28 años tras una salida de vía en la provincia de Badajoz
Leila, Fátima, Shloua, Ghita, Jasmín, Aya y Larbi, en el salón del piso de alquileren el que residen en Plasencia. DAVID PALMA

«Yo soy una madre buena, no he matado a mi hija»

Presunto homicidio. Ghita Chahbi es la única investigada por la muerte de la joven Aoutif en febrero de 2019 en Carcaboso

Jueves, 3 de diciembre 2020, 21:30

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El 6 de febrero de 2019 –«era un miércoles», recuerda Ghita– todo cambió para ella y su familia. Porque ese día murió Aoutif, la mayor de sus siete hijos, cuando tenía 25 años.

«Yo había salido poco antes de las nueve de la mañana de casa para llevar a mis dos hijas pequeñas al colegio», recuerda Ghita Chahbi, la madre de Aoutif y hasta el momento la única investigada por el fallecimiento de su hija y a la que le imputa un presunto delito de homicidio.

«Después, cuando regresé a casa, recogí el salón y le pregunté si quería venirse al mercadillo», continúa Ghita. «Pero no quiso, me dijo que prefería quedarse a dormir». Así que la madre se fue sola al mercado de Carcaboso para ayudar a su hijo, el único varón, Ayoub, en el puesto, en el que ha trabajado su padre, Larbi Maarouf, desde que llegó a España procedente de Marruecos en 1987.

Pero ese día Larbi no estaba en el mercadillo. «Entonces trabajaba para el Ayuntamiento del pueblo», aclara él. Y fue en torno a las 11.30 horas de la mañana de ese 6 de febrero de 2019 cuando paró para tomarse el bocadillo en el parque, adonde acudió Ghita para verle, cuando los dos conocieron que se estaba produciendo un incendio en su casa, en la calle Liderico de Dios.

«Vino una vecina corriendo para avisarnos de que salía humo de la casa y nos fuimos los dos para allá y también mis compañeros de trabajo». Y cuando llegaron a la vivienda, «la puerta de la habitación de Aoutif estaba cerrada y, cuando la abrimos, solo había humo negro; la cogimos y la sacamos de allí y vimos que estaba muerta».

Entonces, recuerda Shloua, de 18 años y una de las hermanas de la fallecida, «se pensó que un cortocircuito originó las llamas» y que Aoutif murió por ello. «Había vuelto a casa hacía unos días desde Salamanca, donde había estado trabajando unos meses, cuidando a una señora; eso nos dijo», explica su padre.

Todo cambió apenas 20 días después, el tiempo que tardó el Juzgado de Instrucción número 4 de Plasencia, que investiga la causa, en permitir que se entregara a su familia el cuerpo de la joven de 25 años. Porque tras practicarle la autopsia en el Instituto de Medicina Legal de Cáceres, el forense determinó que la joven ya estaba muerta, que alguien la había asfixiado y que, por tanto, el fuego fue provocado para encubrir el presunto homicidio.

Entrada en la cárcel

Se puso en marcha así una investigación que condujo a finales de mayo a la detención de su madre, de Ghita. La jueza la tomó declaración como investigada y decidió su puesta en libertad provisional. Sin embargo, dos meses más tarde, en julio de 2019, la Audiencia ordenó su ingreso en prisión, atendiendo un recurso de la Fiscalía, al considerar que había riesgo de fuga.

«No entendemos que se culpe a mi madre solo porque fue la última que vio a Aoutif con vida»

Ghita ha permanecido en el módulo de mujeres de la cárcel de Cáceres hasta el pasado 7 de octubre. «15 meses en los que presas y funcionarias se han portado muy bien conmigo, pero en los que he estado llorando cada uno de los días por el dolor por la muerte de mi hija y por la separación de mi familia», dice hoy arropada por su marido y sus hijas –su hijo estaba fuera trabajando–, en el salón de su casa en Plasencia. «Nos tuvimos que venir aquí porque el propietario de la vivienda de alquiler en la que estábamos en Carcaboso, donde nos fuimos tras el incendio, la iba a vender y no encontramos otra casa en el pueblo para alquilar», explica Larbi.

«Mi madre se quedó en shock cuando la detuvieron y cuando después la llevaron a la cárcel, porque no entendía y sigue sin entender que alguien haya podido matar a Aoutif, por qué motivo pudo hacerlo y que se piense que ella puede ser esa persona», dice Shloua. «Nosotros sabemos que mi madre es inocente», afirma acto seguido la joven.

«Yo soy una madre buena, no he matado a mi hija, cómo voy a matar a una hija que es mi sangre, que he llevado en mi vientre», añade Ghita llorando. «Parece que estamos en una película que no acaba, no entendemos cómo nos está ocurriendo esto, cómo pueden culpar a mi madre solo por el hecho de que fue la última persona que vio a mi hermana con vida», lamenta Sholua mientras limpia sus lágrimas y las de Ghita.

Volver al pueblo

Quieren que la investigación no se cierre hasta que se encuentre a la persona que mató a Aoutif, «porque mi hija, que era una buena hija, no se murió sola»; quieren que todo se aclare cuanto antes para que acabe la pesadilla, aunque saben que la vida que antes tenían no volverán a tenerla. «No, nunca será igual porque mi hermana ya no está». Pero desean con todas sus fuerzas que no les falte otra vez su madre y les asfixia el dolor que les produce el no saber qué va a ocurrir, si finalmente habrá juicio, si Ghita será la acusada, si volverá a prisión... Y aunque procuran no pensar y seguir con el día a día, «no es posible porque no tenemos ganas de nada», y porque la realidad se impone; Ghita tiene que acudir cada día al juzgado de Plasencia a firmar. Es una de las obligaciones que debe cumplir tras su salida de la cárcel.

Ghita, sentada en el salón de su viviendadurante la entrevista ANDY SOLÉ

Un periodo que ella, Larbi, Shloua, Ayoub y sus otras cuatro hijas –Fátima (21 años), Leila (17), Aya (11) y Jasmín (10)– no quieren que se repita. «Ha sido muy duro para todos», dice el padre, y Ghita y sus hijas se abrazan en el sofá del salón un poco más fuerte. No quieren volver a separarse, solo desean «que esto que estamos viviendo, que es una mierda básicamente, acabe», resume Shloua, y poder arreglar la casa de Carcaboso, la que se quemó y hoy sigue siendo una prueba judicial, para volver al pueblo al que llegó Larbi (56 años) para empezar una nueva vida, y al que años más tarde, en 2000, lo hizo Ghita (46 años) con tres de sus hijos.

Los otros cuatro nacieron aquí «y es aquí donde queremos estar», dice toda la familia. De hecho, a pesar de lo que lleva vivido, «no quiero volver a Marruecos», deja claro Ghita, «porque aquí está mi familia», la que comenzó a formar, cuando solo tenía 16 años, con Larbi, el hombre al que su padre eligió para que fuera su marido y al que conoció el mismo día de su boda. «Estoy contenta, mi padre eligió bien», dice Ghita. «Mis hijas elegirán con quién quieren casarse», aclara Larbi.

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Presunto homicidio de Carcaboso | «Yo soy u na madre buena, no he matado a mi hija»