Vicente Sánchez Quadrado, abogado pacense, militó primero en UCD y luego en el PP. Pakopí
Vicente Sánchez Quadrado

«Guardiola es valiente, se ha lanzado a una aventura que yo he vivido y es dura»

Ha escrito 'Génesis del Estatuto de Autonomía de Extremadura' ·

Al filo de los noventa años, el veterano político extremeño ha recopilado la intrahistoria del surgimiento de la comunidad autónoma «para que no se pierda»

Lunes, 27 de mayo 2024, 07:29

Va camino de los noventa años –los cumple el 22 de julio–, pero cita leyes, artículos y pasajes de hace cuarenta años con una soltura ... impropia. Vicente Sánchez Quadrado (así, con Q, se escribe su apellido, pero cuando se convirtió en personaje público se cansó de reivindicarlo) siente que su archivo guarda demasiados documentos valiosos de una época capital para Extremadura, cuando a principios de los años ochenta el Estatuto dio forma a la comunidad autónoma y su funcionamiento.

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Él es abogado, pero cayó en política – «de la mano de Joaquín Garrigues y Luciano Pérez Acevedo»– y a ella se dedicó durante una época apasionante. Su mentalidad liberal lo ubicó en UCD hasta que el partido se desmoronó y pasó al PP. Senador entre 1977 y 1979, concejal en Badajoz y diputado provincial hasta 1983, y diputado autonómico hasta 2003, ahora Tecnigraf le ha editado 'Génesis del Estatuto de Autonomía de Extremadura', 186 páginas con innumerables actas y un índice onomástico al final.

–¿Faltaba el punto de vista del centro derecha sobre cómo surgió la comunidad extremeña?

–Lo comentó Feliciano Correa en su libro el año pasado cuando dijo que echaba de menos también una historia sobre la UCD escrita por los dirigentes de la época. Me he lanzado a hacer este relato del origen del Estatuto para que algunas cosas no se pierdan.

– ¿Qué revela su libro?

– Cómo surgió el Estatuto de autonomía a partir de las elecciones de 1977 e incluso un año antes cuando se constituyó la Junta preautonómica. A partir de ahí hay cuatro o cinco años, hasta febrero de 1983 en que se aprobó la ley orgánica, sobre los que nadie había escrito. En cuanto a las batallitas de UCD no las describo en profundidad ni con saña, pero dejo constancia de ellas.

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– Sobre aquella etapa se insiste mucho en la palabra consenso, ¿realmente lo hubo?

– Más o menos. La primera cuestión donde no lo hubo fue la vía a seguir para la aprobación del Estatuto porque la Constitución permitía dos: una más lenta, la del artículo 143, y otra más rápida, la del artículo 151, que exigía un referéndum y otorgaba más competencias. Luego en la Junta preautonómica no se pudo llegar a un acuerdo para nombrar a un presidente. El PSOE proponía a Hernández Gil y parte de la UCD lo apoyábamos, pero no todos. En una segunda reunión ya solo hacía falta mayoría y en Almendralejo se eligió a Luis Ramallo para que tomara las riendas.

– ¿Cuál fue el primer acuerdo que tomó la Junta?

– Aprobar la bandera. La verde, blanca y negra ya estaba en la calle impulsada por algunos partidos políticos como el Partido Socialista Popular y la Junta la asumió solo para sus edificios. El escudo ya se hizo con la autonomía.

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– ¿Qué predominaba al tomar decisiones, la tensión o la ilusión?

– Hubo una primera tensión en la discusión por quiénes integrarían la junta preautonómica. UCD teníamos mayoría, pero había otros partidos sin apenas representación y para redactar las bases fundamentales había puntos de vista distintos. Ya solo dentro de la UCD había diferencias entre nosotros y el partido regionalista de Enrique Sánchez de León (integrado en UCD) porque decía que los partidos de izquierdas estaban muy radicalizados y los derecha eran casi inexistentes. Yo era portavoz de la provincia de Badajoz con Ramallo de presidente y tuvimos cinco reuniones. También estaban Rodríguez Ibarra, miembros del Partido Comunista... lo describo todo en el libro. La izquierda, como en Andalucía, quería un referéndum sobre el proyecto de estatuto, pero aquí se recabó la adhesión de diputaciones y municipios. Dejarlo en manos de la gente era peligroso porque no se sabía muy bien qué había que votar.

– Cuestiones simbólicas como la capitalidad, la sede de la Junta, el Día de Extremadura, ¿cómo recuerda aquellos debates?

– Muchas de estas cosas llegaron después. El escudo y el himno se aprobaron a partir de febrero de 1983, pero hasta llegar ahí los debates más intensos fueron para discutir otras cosas, como la composición de la Asamblea y si debía ser paritaria entre Cáceres y Badajoz; el número de diputados; cómo se relacionarían las diputaciones con la Junta, si estas tenían que ceder competencias o la autonomía nutrir a las diputaciones de ellas. Al final seguimos un acuerdo nacional que hablaba de un Consejo de Gobierno en la Junta o de una Asamblea de Extremadura, pero también de una Audiencia Provincial. La discusión se enredó en el tema de la sede de la Junta y en la paridad entre Cáceres y Badajoz. En UCD defendíamos que la sede y la capital la eligiera la Asamblea con una mayoría reforzada.

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«Fui candidato a la fuerza e Ibarra me barrió, no me hizo ni caso, al que ponía a parir era a Ramallo»

Vicente Sánchez Quadrado

Expolítico de UCD y el PP

–Había que atender una cuestión práctica de ubicación más o menos centrada y otra psicológica para no provocar enfrentamientos entre Cáceres y Badajoz, ¿Cuarenta años después cree que se ha conseguido?

–Creo que la autonomía está bastante consolidada y la capitalidad de Mérida ya no se discute. UCD la aprobó por mayoría en 1981.

– En 1980 hubo un enfrentamiento entre Enrique Sánchez de León (fue ministro) y Luis Ramallo (presidente de la pre-Junta) por ofrecer consejerías a la izquierda, ¿Fue el inicio del declive de UCD?

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–A principio el PSOE no aceptó las consejerías. Ahora con perspectiva achaco aquellos rifirrafes que contribuyeron al hundimiento a que UCD no era un partido político sino una alianza de esfuerzos de liberales, demócratas, cristianos, conservadores... con el objetivo de que cuando Franco muriera esto no derivara o hacia el caos o hacia la perpetuación de instituciones franquistas. Otra explicación es que había dirigentes orgánicos de UCD que no estaban en la junta preautonómica y surgieron fricciones. Y es que Ramallo era muy vehemente y unas veces tenía razón y otras no.

– Desde entonces el centro político no ha levantado cabeza en España, Ciudadanos lo intentó pero se ha evaporado, ¿por qué?

– Yo fui fundador del Partido Liberal en Extremadura en 1973 y era muy difícil tener una gran base. La gente tiende a ser conservadora o democristiana. El experimento de Rivera creo que fue equivocado porque no se unió al PP.

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– Usted sí derivó hacia el PP.

– Me llamaron y quisieron que fuera su portavoz en la Asamblea.

– E incluso le presentaron como candidato para competir con Ibarra en 1991, ¿vio alguna posibilidad? (el PP sacó 19 escaños por 39 del PSOE).

– Fui candidato a la fuerza. Tenía que haberlo sido Ramallo como presidente del partido, pero no quería meterse en esos líos. Me lo dijo en Valladolid en un acto del partido y lo argumentó con que yo era el portavoz. Le contesté 'vaya encarguito que me has hecho, me las van a dar todas en el mismo lado'. Acepté por disciplina de partido y al final Ibarra no me hizo ni caso. En sus mítines al que ponía a parir era a Ramallo, no a mí. Cumplí mi papel, me barrieron, pero salí diputado y más tarde fui senador por designación autonómica.

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– ¿Qué le parece la actual presidenta de la Junta, María Guardiola?

– No la conozco, pero veo en ella una mujer valiente porque se ha lanzado a una aventura que yo he vivido y es dura. En segundo lugar, me gustan las ideas que patrocina porque es una mujer liberal como yo en el sentido económico que tiene claro que el desarrollo viene a través de la empresa, la iniciativa privada y el funcionamiento correcto de los mercados. Espero que dure.

– En tres años se enfrentará al nuevo secretario general del PSOE, Miguel Ángel Gallardo, ¿qué le parece él?

– Si todavía vivo yo votaré a María Guardiola sin dudarlo.

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