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La fortaleza más sólida y solitaria
Castillo de Puebla de Alcocer. Aunque sufre de abandono, tiene unas vistas privilegiadas de La Serena y La Siberia
A determinada hora, según la inclinación de los rayos del sol, atravesar las llanuras de la Serena puede parecer avanzar por otro planeta. De camino a la Siberia se divisan a los lejos las estribaciones de los Montes de Toledo, pero si hay un elemento que se recorta en el horizonte y atrae la mirada ese es el castillo de Puebla de Alcocer.
Este municipio es la referencia administrativa de La Siberia, una de las comarcas más olvidadas de España. Ni el agua de uno de los mayores embalses del país, el de la Serena, divisable desde esta fortaleza que se empezó a levantar en el siglo XII y fue remodelada en el siglo XV, consigue empujar económicamente a sus pueblos. Y eso que Puebla de Alcocer no fue cualquier sitio. Cervantes dedica el Quijote al Duque de Béjar, que también fue vizconde de Puebla de Alcocer, donde después nació en 1849 otro personaje excepcional, Agustín Luengo. Medía 2,35, era conocido como 'El gigante extremeño' y ha sido el segundo hombre más alto de España de todos los tiempos. Es sabido que Alfonso XI le regaló unas botas de cuero, hoy en el museo dedicado a su persona en esta localidad extremeña, abierto en 2015.
Hasta Córdoba en días claros
Esta anécdota de la historia es solo un complemento al castillo de Puebla de Alcocer, que aun siendo un rincón con encanto por las vistas que tiene parece olvidado por unos y otros mientras resiste a la intemperie.
El castillo es de tiempos del rey don Juan II y el dominio del mismo fue a parar, por derechos de herencias y matrimoniales, a doña Elvira de Zúñiga, de ahí el escudo de armas de esta familia en la Torre del Homenaje, que ya destaca a lo lejos y desde la cual en días claros dicen que se puede ver hasta Córdoba, que no es poco teniendo en cuenta que la Siberia se toca con Ciudad Real.
Cualquier lugareño lamenta el estado en que se encuentra el castillo y su entorno. La puerta de acceso está cerrada y afeada con carteles de obra desde hace años sin que se note ningún avance. Los focos que deben iluminarlo de noche y dar realce al monumento están rotos, igual que las farolas de la carretera de acceso. Pero si hay algo que entristece es ver a sus pies cerrado y abandonado lo que algún día fue un restaurante panorámico, posiblemente con una de las mejores vistas de Extremadura.
Con todo, se trata de un rincón de la provincia de Badajoz al que apetece asomarse. Elevado y solitario, mientras corre el fresco a la sombra de las murallas aparecen el agua, las llanuras y una sierra a lo lejos, lo que da solo una ligera idea sobre lo que pueden llegar a ocupar 21.776 kilómetros cuadrados, lo qué convierte a Badajoz en la provincia más extensa de España.
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