La consejera Victoria Bazaga compareciendo en la Asamblea. HOY
Un país que nunca se acaba

La consejera: ¿Qué hago yo?

Políticos miserables ·

Puteros, corruptos y borrachos o las miserias de la condición humana

Miércoles, 9 de julio 2025, 07:40

Un alto cargo de la consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes ha tenido que dimitir. Y cuando han interpelado a la consejera Victoria Bazaga ... sobre el caso, se ha excusado empleando una frase con mucha miga: «La bebida es un problema, ¿qué hago yo?». El razonamiento es impecable y cualquier madre con hijos dependientes de la droga, la bebida o el juego podría decir lo mismo desde el fondo de su desesperación: «¿Qué hago yo?».

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El problema es que esa frustración, esa angustia y esa impotencia valen lo mismo para Victoria Bazaga y su subordinado bebedor que para Pedro Sánchez y sus compañeros corruptos y puteros. «¿Qué hago yo?», ha venido a decir el presidente y ha actuado como la consejera: ceses y expulsiones. Al hacer este razonamiento comparativo no estoy atacando a la consejera ni a Sánchez. Creo que si de verdad no sabían nada sobre la corrupción y los vicios de sus acólitos, poco podían hacer más allá de lo que han hecho.

Cosa diferente sería si hubieran conocido el problema sin atajarlo o, mucho peor, que la trama de Cerdán, Ábalos y Koldo sirviera para financiar al PSOE o si el PP hubiera llenado las neveras de sus sedes con cervezas gratuitas. Pero, al menos por ahora, no hay pruebas ni de financiación. Así que la frase de Victoria es consecuente y resume la dureza de la política: «¿Qué hago yo?».

Efectivamente, qué puede hacer una mujer austera, recta y seria como la señora Bazaga si la condición humana actúa y sus directores generales le salen rana. Es más, ¿qué puede hacer cualquier político honrado si las miserias humanas se desbocan en sus equipos? Codicia, lujuria, ludopatía, drogodependencia, alcoholismo… Los vicios acechan y lo hacen sobre las personas, independientemente del partido al que pertenezcan. Y si en tu equipo alguien sale rana, se acabó.

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«¿Qué hago yo?», se preguntan miles de militantes socialistas a quienes acusan de ser puteros y corruptos porque algunos compañeros suyos lo son. Podrían pagar con la misma moneda, acusar a todos los militantes del PP de borrachos y sería tan injusto como lo anterior. Pero así es la política: siempre pagan justos por pecadores y hay que aguantarse.

En el PSOE van a expulsar a todos los puteros del partido. No va a ser fácil discernir si un militante se ha dado a la lujuria de prostíbulo o a la lujuria a secas. En justa correspondencia, el PP extremeño podría expulsar a los bebedores que den positivo en los controles de alcoholemia: 0,2 gramos por litro en sangre. O sea, una caña igual a multa y expulsión del partido.

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De todo este lío, me quedo con la cordura del «¿Qué hago yo?» siempre que se aplique el mismo rasero a todos los partidos. La pregunta-queja de la consejera es el mejor resumen que he escuchado últimamente de la vida política española. ¿Qué hacemos con esta pandilla de botarates, ladrones, puteros y borrachos que surgen por doquier y nos enfangan en el pesimismo y la desesperación, mientras los populistas carroñeros de uno y otro lado se aprestan a tomar el poder para confirmarnos que entre ellos hay también dirigentes vagos y maleantes como ya se ha demostrado?

No todos los políticos son iguales, claro que no. Y que aparezcan impresentables aquí y allá no nos permite generalizar, pero no alberguen ninguna esperanza: todos los partidos han entrado en una carrera de descalificaciones en la que se generaliza sin rigor ni vergüenza. ¿Y qué hago yo? Pues desconfiar de la condición humana, estar siempre vigilante, extirpar de raíz las malas hierbas y rezar a San Manuel (Fraga) o a San Pablo (Iglesias Posse) para que te libre del mal.

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