El ajo de Aceuchal sube de precio por la pandemia
Situación. A dos semanas de iniciar la campaña, las perspectivas son buenas por los problemas del mayor productor del mundo, China
La globalización ha dejado claro que lo que ocurra en una parte del mundo tiene un impacto directo a miles de kilómetros. Los productores de ajo de Aceuchal, el oasis productivo de este cultivo en Extremadura, lo saben bien. China es el gran exportador y productor mundial. Acapara el 85% de la cuota de mercado. Pero ahora está en horas bajas. La crisis del coronavirus ha hecho perder fuelle al bulbo chino... a la vez que ganar espacio al ajo español. Y los productores de Aceuchal (5.400 vecinos) están de enhorabuena.
«Muchos de los países que compraban ajos a China no pueden recibir los pedidos. Necesitan producto y obviamente recurren a otros mercados como el nuestro», relata Carlos Dobado, gerente de la Cooperativa Extremeña de Ajos de Aceuchal, la sociedad con más peso en la localidad en este sector agrario. La mitad de sus ventas van prácticamente a la exportación (Brasil, Canadá y EE UU, los principales destinos).
«China se paralizó y con ella el 85% del mercado mundial se quedó sin su proveedor habitual. Aunque el país asiático empieza a recuperarse, no puede alcanzar el nivel anterior a la crisis del coronavirus», insiste Dobado en declaraciones a HOY.
A efectos prácticos, eso quiere decir que falta ajo en buena parte del mundo. Una noticia positiva para los ajeros 'piporros', un sector que mueve 50 millones de euros y que cosecha cada año unas 2.000 hectáreas de esta planta, con la peculiaridad de que buena parte de las mismas, unas 1.200, están en territorio portugués y otras 400 en provincias manchegas.
«El ajo necesita tierras nuevas cada dos o tres años. Eso obliga a buscarse la vida fuera del municipio, incluso de la región porque tampoco todas las tierras valen para este cultivo», explica.
Sin existencias
Unos 150 agricultores viven del ajo en el municipio de Tierra de Barros, además de 18 almacenes. Sus expectativas sobre el precio de esta campaña son altas. La cosecha empezará en un par de semanas, aproximadamente. Necesita a unos 2.500 trabajadores en Aceuchal. Tradicionalmente se cubre con empleados de otros pueblos de la región y trabajadores rumanos.
«La gran ventaja que tiene China es que saca cada año millones de kilos de ajos a un precio muy bajo. Sus costes laborales son muy diferentes a los que tenemos aquí. Frente a eso es muy difícil competir, pero ahora se abre una ventana, una posibilidad», dice.
«No sé si podremos vender más, es de suponer que será así, pero sí seguramente a mejor precio, aunque entre lo que se dice y lo que es la realidad finalmente suele haber cambios», señala el gerente de la Cooperativa Extremeña de Ajos, que factura cada año unos ocho millones de euros.
En realidad, deben subir no solo porque los chinos deben tener menos producto en circulación sino también porque no hay existencias en los almacenes de ajos de otros países. En España, Castilla-La Mancha (con municipios de las provincias de Cuenca y Albacete) y Andalucía (Córdoba) son las principales regiones españolas de este cultivo.
Problema laboral
Carlos Dobado explica que la previsión es que si la campaña pasada se pagó de ochenta a noventa céntimos por un kilo de ajo fresco, ajo de campo (la otra comercialización es la del ajo pelado y pasta de ajo, ya elaborados), «se prevé que para esta campaña el precio pueda ser de 1,10 euros/kilo. Es uno bueno, algo que ilusiona realmente al agricultor después de campañas malas». El precio con el que llega al consumidor, por cierto, es de 5,6 euros/kilo, según el último Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) de los alimentos.
Sin embargo, los ajeros de Aceuchal no está felices. Les preocupa no poder contar con la mano de obra necesaria. El motivo es sencillo. La recogida en el campo –en las centrales o instalaciones suele ser mano de obra extremeña– se suele hacer con ciudadanos rumanos.
«Ahora el problema es doble. El principal, que como las fronteras están cerradas no pueden venir con fluidez a España a las campañas. Y el segundo es que muchos de los que estaban asentados en la región se fueron a Rumania ante la explosión del virus porque consideraban más seguro a su país», relata Carlos Dobado.
Los productores extremeños tienen sin embargo una preocupación, temen no tener mano de obra
«Realmente al agricultor le está quitando el sueño. Se necesitan a unos 2.500 para la campaña –un mes aproximada de duración– pero solo habrá ahora mismo unos 1.000 disponibles», agrega.
La dureza de la recogida del ajo y el hecho de que sea práctica común que entre agricultor y jornalero pacten pagar no por una jornada laboral fija de 6,5 horas diarias sino por el trabajo a destajo (llenar todas las cajas que sean posibles, superando ese tope de 6,5 horas) y complica encontrar trabajadores.
Ni siquiera el hecho de que este año, con la crisis sanitaria a cuestas, haya más trabajadores en paro y muchos vayan a acudir a campañas agrícolas (como se ha demostrado con la fruta), alivia la inquietud entre los productores de Aceuchal.
«La realidad es preocupante en cuanto a la mano de obra. Es lo que nos trasladan los agricultores y nos dice la experiencia de otros campos. En esta campaña dolería muchísimo más que no se pudiera recoger el ajo en el campo por las perspectivas de buen precio y por el incremento del paro tan importante por el coronavirus», concluye el gerente de la Cooperativa Extremeña.