Ejercicio de supervivencia del Badajoz en Montijo

El Badajoz se gana una semana más de vida. En Montijo supo sufrir para no soltarse de ese hilo de esperanza que le mantiene vivo. El final de campeonato es así de angustioso y asfixiante. Se lo ha ganado a pulso tras una temporada nefasta que trata de salvar atrincherado con orgullo y la vergüenza de manchar un escudo ante una afición que no lo merece.

El Badajoz puso las pulsaciones a mil en el Emilio Macarro. Tenía la obligación de ganar, se adelantó justo antes del descanso, el Montijo igualaba al poco de la segunda y de nuevo los blanquinegros sacaban su mayor necesidad para golpear otra vez. Del gol de Adri Carrasco hasta el final fueron quince minutos, más los seis de descuento, de nervios, tensión y sufrimiento que supo gestionar a pesar del exceso de revoluciones del encuentro.

Salió más enchufado el Montijo como si le fuera más la vida que al Badajoz. Quiso tener la pelota y romper a la contra liderado por un Runy muy afilado. Al Badajoz, en cambio, parecía pesarle la presión de la victoria y se quedaba a verlas venir. Se veía sobrepasado por el motivado arranque local.

Lejos de sentirse intimidado o tener presión por todo lo que se había comentado sobre su presencia ante su exequipo, Müller desafío todas miradas asumiendo galones como capitán del Montijo. Y en sus botas tuvo la primera gran ocasión clara del partido a los ocho minutos, pero incomprensiblemente solo ante Narváez le pegó mal y salió rebotada a córner. Fue una gran jugada de Darius por la derecha, que le asistió al punto de penalti donde libre de marca tenía todo a favor para adelantar a los locales, pero no encañonó bien mientras la grada ya cantaba gol y se le marchó fuera. Runy seguía a sus anchas cabnalizando casi toda la avanzadilla montiaja. David Calles regaló un servicio magistral a Pere Haro que no terminó en gol de milagro. Con Narváez casi batido, apuntó y el balón salió golpeado en la espalda de un defensa blanquinegro tumbado en el suelo, pero el portero pacense supo corregir rápido y atrapar ese rebote envenenado en la misma línea de gol.

El Badajoz empezó a sacudirse ese dominio y poco a poco avanzaba metros. Sandro Toscano dio el primer aviso, pero su disparo se marchó alto. Así, iba ganando terreno, percutiendo por la izquierda y buscando centros laterales que encontraban a Fran Grima en la vertical, que hasta en dos ocasiones remató desviado.

Borja López se tuvo que retirar sangrando por una brecha en la cabeza. Intentó seguir con un fuerte vendaje, pero al minuto tuvo que dejar su sitio a Álex Alegría. Se la tenía que jugar Oliver Sierra y apostó todo al ataque ya cumplido el minuto 45. Retrasó a Toni Jou y volvía al clásico 4-4-2. Ese cambio hizo dar al equipo un paso adelante y enseguida tuvo su resultado para irse con ventaja al descanso. Un centro medido desde la izquierda de Chacartegui fue cazado al vuelo en plancha por Ewan Urain en el segundo palo con un soberbio testarazo a la escuadra que hizo temblar las gradas del Emilio Macarro repletas de seguidores blanquinegros. Por fin aparecía uno de los delanteros fichados en enero para acabar con la escasa pegada del equipo pacense. Justo cuando más se cuestionaba sus aportaciones por la presencia del canterano Müller con 3 goles en el Montijo.

El Badajoz tenía el partido donde quería. Pero esa necesidad de amarrar los tres puntos le hizo recular inconscientemente al inicio de la segunda. El Montijo se percató y trató de ir a cuchillo. Sus acercamientos ponían el corazón en un puño a la grada. Y en ese acoso llegaría el empate en un córner que remató imperial el pacense Jesús Sánchez a la misma escuadra. El exblanquinegro pedía perdón a la hinchada pacense. La afición del Badajoz se comía las uñas. Era un manojo de nervios. Al equipo pacense le había salido caro ese repliegue de filas antes de tiempo. Tocaba remar otra vez. Luis Oliver júnior movió ficha e inmediatamente daba entrada a Castri y Pablo Gálvez por Manchón y Urain. Y el cuadro blanquinegro captó el mensaje. Aunque antes Miguel Narváez volvió a sacar una mano salvadora en un remate a bocajarro de Pere Haro. Sacudido ese sudor frío, el Badajoz se puso en manos de su séptimo de caballería.

Toscano percutió por la derecha, apuró hasta la misma cal de fondo, trazó una paralela en boca de gol donde no llegaron ni Gálvez ni Alegría pero sí Adri Carrasco para empujarla y volver loca a la hinchada visitante. El Emilio Macarro era blanquinegro.

El Badajoz se agarraba a la permanencia otra vez. Por entonces ya sabía que el Ursaria había perdido y la salvación directa quedaba a 4 puntos. Pero el Navalcarnero sorprendía en Canarias con una remontada in extremis en los cuatro últimos minutos al San Fernando que deja el playout a 3. Por la tarde, el Llerenense perdía con el líder en Segovia.

Tocaba sufrir en los minutos finales. Y lo hizo a base bien. El Montijo no tiró la toalla y pidió un posible penalti sobre Runy que reclamó la parroquia local. La expulsión de Matheus por roja directa en el 88 aliviaba gran parte de esa ansiedad por dejar pasar los minutos. El Badajoz trató de apurar los segundos en campo rival con una afición entregada y que vuelve a creer en el milagro.