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¿Qué ha pasado este domingo, 7 de diciembre, en Extremadura?
Jordi dirige uno de los bares de reunión de los aficionados. J. C. R.
ASCENSO A PRIMERA RFEF

El Coria viaja a Benidorm a cabalgar la ola del ascenso

Varios aficionados celestes cuentan a HOY el ambiente que se vive en la localidad a pocas horas del partido más importante de su historia

Juan Carlos Ramos

CORIA

Miércoles, 18 de mayo 2022, 21:10

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El discurrir de las horas por las calles de Coria pasa de forma plácida. Algunos paseantes se cobijan bajo las lonas de las terrazas de los bares, otros realizan las últimas compras antes de que el sol empiece a ajusticiar la sobremesa y, los que más, empujan la manecilla del reloj para que llegue lo antes posible el fin de la jornada laboral. En resumen, un día como otro cualquiera, como cualquier día de cualquier mes de mayo.

Nada de lo que pasa en los rincones de sus plazas o sus avenidas da pistas de lo que sucedió el pasado domingo en el campo de La Isla o vaticina lo que puede ocurrir una semana después en Benidorm. Calma chicha, que dirían los pescadores.

José Manuel, socio número 4, en su estanco de la calle Guijo. J. C. R.

Pero más que pescadores, los aficionados del Coria se sienten surfistas. Hace unos días cabalgaron con éxito una ola de unas dimensiones gigantescas y, sabiendo que en unas horas va a llegar una ola aún más colosal, descansan sobre la tabla para reponer fuerzas. ¿Miedo ante lo que se avecina? Ni un poco.

Y aunque suene a frase hecha, el trabajo del Coria a estas alturas de temporada ha superado con creces cualquier expectativa y, a partir de aquí, solo cabe disfrutar. Ni hay ansiedad ni hay obligación de alcanzar una meta que todavía sigue siendo casi onírica, de esas que solo se dibujan en los sueños.

José Luis dejó el campo en el 92 con el 1-2 y tuvo que volver. J. C. R.

Es por eso que casi todos los aficionados del Coria recuerdan más el milagro que tuvo lugar en el último partido de liga que el propio playoff de ascenso a la Primera RFEF que arranca el domingo y que llevará al equipo celeste a Benidorm para enfrentarse a La Nucía en una de las semifinales.

«Reconozco que hubo momentos en los que no creí en la remontada y eso que soy del Madrid», dice desde su estanco José Manuel Zazo, socio número 4 del club, al que las alegrías y las tristezas con la celeste le han curtido la piel. «He vivido momentos muy duros, como estar a punto de descender de Preferente, y otros muy felices, como la clasificación para el playoff en Trujillo o la Copa del Rey ante el Oviedo».

Pablo será uno de los que viajen a Benidorm. J. C. R.

José Manuel anticipa que gran parte de los aficionados que no puedan desplazarse a Benidorm verán el partido en el campo de La Isla o en locales como el bar Zazo o el bar Cáceres, que regenta Jordi Cáceres, uno de los aficionados más leales del equipo. «De niño, he llegado a pasar el rastrillo por el campo», recuerda con nostalgia.

Jordi era uno más de los muchos que veía imposible la clasificación ante el Mensajero: «Lo veía perdido del todo y eso que estamos acostumbrados a esperar y a sufrir. Con el 3-2, según el pulsómetro que llevaba, me puse a 150. Estaba en la otra punta y me crucé el campo corriendo. Ha sido el día más feliz junto con el del ascenso del año pasado».

Al igual que José Manuel, Jordi no podrá estar en Benidorm por motivos de trabajo. ¿Habrá que celebrarlo en el Toro o en la Plaza de la Paz si se gana? «Solo si se asciende», sentencia.

En la Asesoría Gesnortex trabaja Alberto Urquía, segundo entrenador del Coria. A unos pocos metros de él tiene a Juan Carlos Pérez, otro aficionado acérrimo y además monitor de la escuela. Como el 99% de la afición se vino abajo tras el 1-2, pero tras el empate volvió a creer. «No estábamos jugando bien y no estábamos rematando, pero con el gol de Carlos García vi que había una opción», señala Juan Carlos, que a pesar de reconocer que fue una hazaña histórica, se queda con otro momento: «El ascenso ante el Diocesano fue la 'hostia'».

Juan Carlos, aficionado, y Alberto Urquía, segundo del Coria. J. C. R.

Fuera de la ciudad también se respira la tranquilidad de las callejuelas caurienses. Por ejemplo, en el Polígono Industrial de Los Rosales, donde un buen puñado de aficionados tienen sus lugares de trabajo.

Es el caso de José Luis Garrido, propietario de un taller mecánico, que atravesó por todos los estados de ánimo posibles ante el Mensajero. «En el 92, con el 1-2, decidí irme del campo. Con el 2-2, vi que el San Roque iba ganando y que el empate no servía para nada, y seguí sin regresar. Medio minuto después, al escuchar el 3-2, di a mi mujer el abrazo más fuerte que le he dado nunca. Ahora tengo que negociar con ella para poder ir a Benidorm», bromea.

También en Los Rosales, en Cahersa, trabaja Pablo Casillas, el único de los encuestados que ha confirmado su presencia en Benidorm y de los que más claro tienen que el Coria cuenta con muchas opciones: «Hay que disfrutar, pero también espero ganar».

En su cabeza, aún resuenan los ecos de la victoria que vivió junto a su padre y Ulises, ahora entrenador del Moraleja, y los abrazos que dio a ambos. Fue el momento más feliz. El más triste, las acusaciones de falta de limpieza en esa épica victoria: «Me duele que haya gente que manche la imagen de un club que tiene tantos años de trabajo».

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El Coria viaja a Benidorm a cabalgar la ola del ascenso