De dar calabazas al fútbol playa a coronarse en los Juegos Europeos
La cacereña María Corbacho logra el oro en Polonia y se consagra como uno de los referentes de la selección española
Más allá de alguna pachanga o un peloteo plácido durante las vacaciones estivales, María Corbacho (Cáceres, 11-11-2003) no se había prodigado en la variante del fútbol en el hábitat costero. Hace cuatro años, el Cacereño la reclutó para el segundo de los dos equipos que formó para un torneo y aquella experiencia parecía que sería la última. No la cautivó precisamente. «Me costaba correr, me cansaba, intentaba dar un pase y no iba donde quería; acabé muy frustrada».
Lo había intentado, probó, pero descartó repetir. «Dije: 'este no es mi deporte, me han llamado para esta ocasión solo, así que no me voy a enfadar por esto, no pasa nada'». Se resignó a que su idilio fue fallido y efímero, era momento de pasar página. Pero al año siguiente, su entrenador, Ernesto Sánchez, volvió a la carga y la tentó. Necesitaba futbolistas para formar la convocatoria de cara a la primera fase de la liga y le imploró que le diera una segunda oportunidad al fútbol playa. Dudó, pero ante la insistencia de su técnico, accedió. Y su nueva toma de contacto difirió mucho de su estreno. «Fue mucho mejor, me enseñaron la manera de hacer las cosas y, una vez que aprendes, engancha mucho». Se trata de una disciplina muy intensa y exigente con particularidades como que la irregularidad del terreno obliga a recurrir a bombear mucho la pelota. «Es duro, juegas tres o cuatro minutos, recuperas y vuelves a entrar, porque si no es imposible aguantar».
Desde entonces, quedó prendada y su evolución se disparó. Hasta tal punto fue así que sus cualidades no pasaron desapercibidas para los ojeadores de la selección española. «No tenía ninguna esperanza y cuando me llamaron pensé: 'estoy con las mejores del mundo'. No creía que tuviera nivel para estar ahí».
En julio de 2022 fue reclutada para disputar la Women's Euro League Soccer Beach en Nazaré (Portugal), con un debut agridulce por la derrota ante Italia (3-2) y por el gran gol que anotó en el segundo tiempo. A partir de ahí se ha convertido en una asidua de las listas del combinado nacional para los distintos compromisos. El más importante, los Juegos Europeos disputados en Polonia hace apenas unos días, donde se ha coronado como campeona. «Aún lo sigo asimilando, nunca me hubiese imaginado conseguir una medalla de oro de un torneo bajo el Comité Olímpico. Cuando me la entregaron no podía parar de sonreír y no me lo creía».
El desenlace de esa cita fue emocionante, agónico y épico. «Fue una completa locura», narra la joven futbolista cacereña. Se midieron a Ucrania en una final igualadísima, con un empate a cero que rompieron las jugadoras de la antigua república soviética a un minuto de la conclusión. «Desde el banquillo todo el mundo empujó para empatar y en el fútbol playa puede pasar de todo y forzamos la prórroga». En el tiempo extra, de nuevo se adelantaron las ucranianas, pero en el último suspiro Andrea Mirón volvía a dar vida a España. «Cuando llegamos a los penaltis, después de igualar dos veces, pensamos que no se nos podía ir el oro». Y completaron la hazaña con una tanda perfecta (5-3).
En la fase decisiva del partido, María Corbacho asumió galones y pidió asumir la responsabilidad de uno de los lanzamientos. «Dije: 'venga, vamos a ello'». Con pausa y temple colocó con mimo el esférico en un pequeño montículo saliente de arena. Cogió carrerilla y engañó a la guardameta con un disparo que se coló por su izquierda. Como si lo hubiera hecho toda la vida.
Pero la procesión iba por dentro, «tenía muchos nervios, es una final jugándote un oro, pero solamente pensaba en mí y miraba al balón». Tenía claro para dónde dirigiría su chut, no era momento para improvisaciones ni giros de guion inesperados. «Todo el mundo tiene su lado seguro y en una situación así no hay que arriesgar». Cuando aquella escena se tiñó de dorado, su mente se trasladó hacia su hogar, con su familia. «Se me saltaban las lágrimas de emoción al pensar en lo orgullosos que estarán de mí», relata.
Ahora aprovecha para descansar unos días en casa antes de poner rumbo a Málaga para disputar la segunda fase de la Liga de Primera División con el Cacereño, en la que están clasificadas para la 'final four'. Antes participaron en la Eurowinners, donde quedaron apeadas en cuartos ante el Terrasa (7-1), verdugo también en la edición del año pasado. «Estaba convencida de que llegaríamos lejos y fue un palo; teníamos ganas de revancha». En esa cita celebrada en Nazaré María Corbacho mostró toda su voracidad de cara a la portería rival, sobre todo ante el conjunto anfitrión, al que le endosó un póker. «Fue algo bastante raro, nunca había marcado cuatro goles en un partido». La central reconoce que la falta de costumbre le pasó factura en cuanto a la originalidad en sus festejos, «tengo que aprender a celebrar los goles», bromea.
Respecto a la próxima temporada, Corbacho no seguirá en la entidad verdiblanca, a la que llegó con 13 años. «Lo he hablado con ellos y hemos quedado muy bien, es el club de mi vida, pero quiero vivir experiencias nuevas y madurar personalmente. Cuando sea el momento, volveré», comenta sin querer desvelar su nuevo destino.
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