La covid no impide soñar con ser torero
La pandemia ha reducido el número de festejos y, con ellos, las oportunidades de las promesas para dejarse ver, pero los estudiantes de la Escuela Taurina de Badajoz no se rinden
Sergio Domínguez tiene 17 años, es de Barcarrota, y cada día se desplaza a Badajoz para cumplir un sueño. La pandemia ha frenado sus aspiraciones, pero no se rinde.
–¿Qué le gustaría hacer los próximos años?
–Me gustaría torear en Las Ventas y en La Maestranza. Ser una figura del toreo (dice sin dudar).
–¿Y cuando podría tomar la alternativa?
–(Este joven ladea la cabeza porque la situación actual lo ha puesto aún más complicado). Hemos tenido un parón muy grande. En la cuarentena tuvimos que parar en seco y luego volver a arrancar. Ahora parece que se está recuperando, pero va muy lento.
–¿Qué supone la pandemia para su carrera?
–Buf. Retrasar unos años todo. Estar en la escuela y avanzar. Pero da igual, yo voy a seguir adelante dándolo todo ¿Cambiar? Nunca.
Como Sergio, otros 38 jóvenes de 10 a 21 años sueñan en Badajoz con salir en lo alto de los carteles. Son los estudiantes de la Escuela Taurina de la Diputación Provincial. Saben que la pandemia ha reducido los festejos y, si para los maestros de este arte ya es difícil trabajar, para ellos es un enorme reto. Están dispuestos sin embargo a torear también el virus y salir adelante.
HOY pasó una tarde de tentadero hablando de los sueños de ocho de ellos: Sergio Domínguez (Barcarrota), José Antonio de Gracia (Pozoblanco, Córdoba), Daniel Trujillo (Badajoz), Alba de los Reyes (Málaga), Jorge Hurtado (Coria), Sergio Sánchez (Badajoz), Manuel Rueda (Sevilla) y Adrián Monroy (Badajoz).
Adaptados a la pandemia
Entre becerra y becerra confesaron que la situación les preocupa, pero que nunca han pensado en dejarlo porque es su pasión y su sueño.
El curso de la Escuela Taurina coincide con el año natural, arrancan en enero y finalizan en noviembre . 2020 fue muy complicado. Prácticamente acababan de arrancar cuando tuvieron que parar, poco después de la Feria de Olivenza, en la que debutó uno de sus alumnos.
Pasado el confinamiento, el centro pudo continuar e incluso participar en 15 festejos en distintas localidades de Extremadura. Fue un gran logro porque muchas escuelas apenas tuvieron actividad, aunque las oportunidades para sus alumnos fueron menos que otros años. También pudieron hacer el ciclo Trofeo Diputación, la conclusión del curso y un momento especial para los futuros toreros. Eso sí, sin presencia de público. Solo los familiares de los estudiantes pudieron animarles con sus oles.
«Estar en la escuela es un esfuerzo, pero si algo te gusta, nada te cansa»
JORGE HURTADO, 14 AÑOS
El día a día, según reconoce el coordinador de Tauromaquia del Patronato Provincial, Pedro Ledes, «ha supuesto un gran esfuerzo». El curso pasado dividieron a los estudiantes en dos turnos con protocolo covid. Eran dos grupos burbuja que debían entrar y salir por distintas zonas y entrenaban en espacios separados de la plaza de toros de Badajoz.
El curso de 2021 ha arrancado con retraso, ya que en enero se vivían los peores momentos de la tercera ola. En este caso los 39 alumnos aceptados están divididos en tres grupos teniendo en cuenta su área de salud, ya que hay estudiantes de toda la región e incluso de fuera. La Escuela Taurina de Badajoz cuenta con 50 plazas y, según reconoce Pedro Ledesma, han recibido muchas llamadas de más posibles estudiantes para completar sus vacantes, pero dada la situación de la pandemia han optado por no aceptarlos. Los que desean acceder a esta escuela, una referencia nacional, tendrán que tener paciencia y esperar.
La pandemia ha obligado a los futuros toreros a otros sacrificios. Por ejemplo, los que llegan desde otras provincias han tenido que conseguir salvoconductos e incluso hacerse pruebas PCR antes de poder viajar a Badajoz para completar su formación. Actualmente el centro tiene estudiantes de Madrid, Málaga, Huelva o Sevilla. Una vez aquí, comparten piso para poder acudir a la escuela, como cualquier universitario.
Tarde de tentadero
La tarde de tentadero organizada por la Escuela Taurina se celebra en la Ganadería Vistalegre, cerca de Badajoz. A los jóvenes les recibe el ganadero Jesús Ballesteros. En la plaza que tiene en su finca, en plena dehesa, han tentado toros Alejandro Talavante o Miguel Ángel Perera cuando se formaban.
«Es una satisfacción tener a los alumnos aquí porque la Escuela de Badajoz tiene un prestigio a nivel nacional, es la madre de muchas figuras del toreo y el futuro de la fiesta está en ellos. Para mi es una satisfacción ayudarles en todo lo que puedo», dice Ballesteros.
El tentadero arranca a las seis de la tarde después de que el matador Luis Reina, docente en la escuela, les de una charla sobre cómo transmitir sentimiento en la plaza. Hay cuatro becerras, una por cada dos estudiantes. Están nerviosos. Se colocan en los burladeros y sale la primera. «¡Suerte!, ¡suerte!», se gritan.
«Quería venir desde Málaga a esta escuela desde los 15 años y esto no me va a parar»
ALBA DE LOS REYES, 20 AÑOS
Le toca a Daniel Trujillo y a Sergio Sánchez. Este último, pacense, ha terminado sus estudios en ESOy ha decidido dedicarse plenamente al toro, al menos durante un tiempo. Si no funciona, volverá para hacer el Bachillerato, pero su esperanza está clara. «Yo quiero vivir para el toro y que el toro me dé de comer».
«Es un año importante que tengo que aprovechar, así que espero que no se suspenda ninguna novillada», añade Sánchez. Tras unos pases con el capote, este joven coge la muleta. «Con su permiso, señor ganadero», dice a Ballesteros, y va al centro del coso a por la becerra. Su profesor le va dando indicaciones:«De pitón a rabo... crúzate».
Luis Reina, del que recibe las lecciones, sabe lo que es tomar la alternativa y lo exigente que es su mundo. Reconoce que ahora, además, lo tienen más difícil, pero está orgulloso del esfuerzo de sus alumnos. «Son pequeños adultos, muy maduros, y se dan cuenta que un abogado o un electricista también lo tienen complicado. Son los tiempos que nos ha tocado vivir. La competencia va a ser mayor y los que queden será con mejores cimientos. A su nivel también, el de novilleros sin picadores».
Sergio está terminando y el maestro le pide más sentimiento. «Venga, piensa que estás toreando de luces y le tienes que formar un lío (a la becerra)».
Un momento complicado
En general, la situación del sector es complicada. El año pasado apenas hubo unos pocos festejos. Este se han reactivado, pero calculan que se quedarán muy por debajo de la mitad de un año normal y con el aforo al 50%. Eso perjudica a los jóvenes que quieren progresar y dejarse ver. «Se pierden oportunidades porque hay bolsines, por ejemplo, el de Ciudad Rodrigo o el de Candelera, y de momento este año se han suspendido todos», dice Ledesma.
Hay una joven promesa que se ha visto perjudicada directamente. Se trata de Eric Olivera, uno de los alumnos más aventajados. Sin pandemia, este hubiese sido el año de su debut, probablemente en Olivenza, y tendrá que esperar.
Ganaderos
Para los ganaderos también ha sido un año dificilísimo, como admite Ballesteros. Normalmente su ganadería participa en cinco o seis festejos en un año. El pasado tuvo que mandar al matadero dos novilladas porque no se podían lidiar. «La verdad es que esto es inviable, como no cambie, mal asunto», concluye.
Jorge Hurtado sale a torear con la segunda becerra de la tarde. Tiene 14 años por lo que acaba de ganarse el derecho a enfrentarse a toros añojos, los que tienen un año. A partir de los 16 la legislación española ya permite que sean erales con más de dos años. A pesar de su juventud, se maneja muy bien y es que lo lleva en la sangre. Su abuelo fue novillero, su tío matador y su familia tiene una ganadería.
Tres veces por semana, más las jornadas que tiene tentadero, debe viajar desde Coria a Badajoz, pero asegura que todo le merece la pena. «Para lo que te gusta, nada te cansa».
Los sacrificios son parte del día a día en la escuela. Alba de los Reyes tiene 20 años y estudia para torera en Badajoz desde hace dos, pero por ella hubiese venido mucho antes. Quiso entrar con 15 años, pero es de Málaga y sus padres no le permitieron venir tan joven. Lo hizo con 18 y tiene claro que en este centro formativo es donde debía estar. «Para mí la mejor escuela que hay es la de Badajoz. La que te pone en el camino».
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La pandemia ha hecho que cambie su forma de pensar. «Ahora no tengo plan, tengo metas. Ir subiendo escalones hasta donde puedas y quieras, siempre vas a querer llegar a lo más».
Cuando torea, su profesor le va animando. Ha realizado varias tandas con su becerra, la última de la tarde, y en una de ellas, se luce. «El mejor muletazo de la tarde», dice Luis Reina, y ella sonríe. Pedro Ledesma le grita desde el palco: «Te has ganado que mañana te invite a churros de La Corchuela». «¿Quieres más o lo dejas así?», le pregunta su profesor. «Más», dice ella, pero en la última tanda la becerra le engancha la espalda y le da un par de empujones. Se va contenta, «pero la próxima saldré más».
El último toro lo remata Manuel Rubio, uno de los veteranos. Tras unos muletazos, entra a matar, pero posando su mano sobre el lomo del animal, sin espada. No hay aplausos, pero todos sueñan en escucharlos algún día en una plaza llena.
Intercambio con la escuela portuguesa de Moita
La novedad este año en la Escuela Taurina de Badajoz, además de los protocolos de la covid, es que hay un estudiante portugués, Filipe Martiño.
Este joven participó en el certamen del año pasado organizado por la Diputación pacense y, según asegura el coordinador del Patronato Provincial, Pedro Ledesma, «dejó buen sabor de boca». Eso ha permitido que la escuela pacense le ofrezca una plaza a través de un acuerdo de intercambio con la escuela portuguesa de Moita. «Se trata de una colaboración entre las dos escuelas y los dos países», añade Ledesma.
No es la primera vez que estos centros colaboran, de hecho ya han compartido tentadero en algunas ocasiones.
Tampoco es nuevo que la Escuela Taurina de Badajoz tenga proyección internacional. Hasta el coso pacense han viajado jóvenes de Portugal en otras ocasiones e incluso de México para formarse en la cantera de la que salieron Antonio Ferrera, Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante, Ginés Marín o José Garrido.
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