Panaderos de Cáceres en la encrucijada
El aumento del precio de la harina o la luz les empujaba a la primera subida de la libra de pan en 10 años; pero por ahora se ha paralizado
Panaderos de toda la vida ante la tesitura de aguantar como puedan o subir el precio. No está clara la decisión final. Hace semanas ya se lo comunicaron a algunos negocios de la capital cacereña en los que se distribuyen esos panes tan característicos y artesanales. La libra subiría a 1.20 euros. La razón que esgrimían era el aumento de costes, en especial la harina y la luz. Finalmente se dio marcha a atrás, pero los negocios siguen en la encrucijada.
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Llegan desde las Capellanías o desde pueblos aledaños a Cáceres y los clientes los recogen en cualquier negocio familiar del barrio. Es el caso de la multitienda de la calle Argentina que regenta María Rodríguez. Ya antes del verano los clientes recibieron la noticia por ella misma, con la comunicación de los panaderos de la subida de precio prevista. Finalmente quedó en falsa alarma, pero la discusión se alarga con otro incremento, el de los costes de la propia producción, también al alza, según los afectados.
«Decían que se veían obligados porque los gastos para ellos cada vez son más. Y se lo dijimos a los clientes». El relato de María contaba con los detalles que los panaderos le habían trasladado, la libra pasaba de 1.10 a 1.20 euros. Una subida del nueve por ciento que revela las necesidades existentes. Iba a ser la primera en la última década.
Desde 2011 la tarifa del pan está congelada y por ahora seguirá así, aunque lo que trasladan los productores es que antes o después tocará tomar esa decisión aunque sea dolorosa.
La cuestión de fondo parece tan sencilla como dura. Producir un pan artesanal, no el clásico bollo precocido o la baguete al uso, cada vez es menos rentable. Los costes suben y ahí influyen factores tan variopintos como el gasóleo, la luz y la harina. Los testimonios de los protagonistas lo corroboran. «La harina ha subido un 20 por ciento este año», afirma con resignación Francisco Pérez, gerente de Unión Panadera Cacereña (Upan). Con sede en el polígono industrial de las Capellanías, esta firma histórica factura unos 4.000 kilos de harina diarios.
A los precios actuales y sin repercutir en el consumidor una parte adicional de los mismos el escenario «es una ruina», resume de forma gráfica.
Responsables de las empresas del sector han mantenido conversaciones sobre la situación que viven. La decisión no se concretó por falta de unanimidad. «Éramos todo o ninguno, porque lo que no puede ser es que unos se echen para atrás. Eso haría daño si no estamos de acuerdo», reflexiona una persona conocedora del problema.
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En la multitienda de la calle Argentina, una clienta de toda la vida se pone del lado de los panaderos. «Cuando compramos un pan del Casar, de la Torre o de aquí mismo compramos calidad. Son empresas familiares que necesitan recursos para mantener los empleos. No me importa pagar 10 céntimos más», razona Angeli Rosado dispuesta a comprar su pan de toda la vida aunque sea más caro.
El problema es que en un mercado tan amplio y atomizado hoy se puede conseguir una baguete por apenas 30 céntimos. Otras ofertas permiten comprar dos barras de centeno, por ejemplo, por un euro. «Al final no subimos, pero habrá que valorar todo. Se ha disparado la harina pero es que pasa lo mismo con el gasóleo, la luz, la levadura...», añade Francisco Pérez. Antonio Cerrudo, de la panadería de Torrequemada, coincidía al ser consultado por HOY: «Se habló de subirlo pero sin acuerdo, no», resume.
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En 2011 ya se aprobó un incremento del 10 por ciento. Desde 2007 solo ha habido dos aumentos de precio del pan. Otros negocios también han aplicado ya subidas en plena pandemia. Por ejemplo, algunas churrerías. No solo sube el precio de la harina sino que la oferta se reduce y a veces la mercancía debe encargarse a Rusia, cuenta la persona encargada de una de ellas. Los panaderos de momento aguantan. En la encrucijada, eso sí.
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