Arriba der. La rosaleda diseñada con una fuente y una pérgola. | Arriba der. Viastas desde el mirador. | Abajo der. Nuevo merendero. | Abajo izq. Área para mascotas.

Los nuevos ambientes del Parque del Príncipe

Ampliación ·

Más de una docena de espacios configuran el actual recinto, algo minimalista hasta que crezcan los 665 árboles plantados y lleno de vistosidad por el colorido de los arbustos

LAURA ALCÁZAR

Domingo, 1 de noviembre 2020, 10:53

El Parque del Príncipe fue en sus orígenes un espacio verde periurbano con especies forestales que se amplió en los 70 y cuyos árboles más longevos son ejemplares de pinos, chopos, acacias y mimosas. En los 90 sufrió la gran transformación que lo convirtió en lo que ha sido hasta hace unos días, al inaugurarse la última ampliación. Fue en la anterior cuando se diseñó el paseo central con sus cuatro fuentes, su estrecho canal de agua corriendo hasta el estanque y las variedades arbóreas de ribera que se plantaron simulando el cauce de un río.

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Tres décadas después culmina otra reforma –en realidad, se ha tratado de una obra totalmente nueva– que se inició hace dos años para expandir con ocho hectáreas su superficie y conectarlo con el barrio del R-66.

Si la parte antigua es reconocible por su espesa vegetación arbórea, por el museo al aire libre con 27 esculturas, por su espectacular estufa fría, con más de 500 variedades de exuberantes plantas tropicales, o por albergar la segunda colección de robles más diversa de Europa, en el parque anexo predomina un despejado trazado de senderos que discurren sobre pequeñas lomas con praderas de césped y numerosos parterres en los que se han plantado unos 70.000 arbustos y vivaces de 115 especies.

A los llamativos y demandados recintos de ocio infantil con varias zonas de juegos y atracciones de aventuras, se suman más de una docena de ambientes que configuran un parque de aspecto algo minimalista por la falta de frondosidad. Cuenta con más dotaciones pero escasea en sombra, teniendo en cuenta que los 665 árboles incorporados tardarán unos cuantos años en crecer, entre ellos, el nuevo robledal que añade 24 ejemplares de 12 variedades, que no se han podido plantar porque no es la temporada idónea para que arraiguen.

Con tres entradas desde la calle Islas Canarias, la llamada plaza sur, una zona de juegos de niños y el jardín geométrico de toparia, donde se esculpirán artísticamente los arbustos, reciben a quienes acceden por la primera puerta, la que está más próxima al residencial Beatriz. Avanzando hacia la izquierda se encuentra el equipamiento de calistenia con barras para el entrenamiento con peso corporal, que desde primera hora de la mañana tiene a jóvenes practicando esta modalidad.

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Junto a esta instalación hay un merendero, con sus mesas de picnic, y otra área deportiva, una pista de patinaje que no queda retirada del circuito canino, donde los animales pueden desfogarse y ejercitar sus músculos en una parcela cerrada de unos 500 metros que cuenta con obstáculos para la práctica 'agility'. Los aficionados a la petanca disponen también de una pista.

En una de las partes más altas del parque, sobre una colina, está el mirador del atardecer, con más mesas y bancos tipo merendero, pero estos de granito, desde donde se puede divisar la gran extensión con sus singularidades. Unos metros más abajo se encuentra el denominado auditorio de las estaciones, ideado para relajarse tumbado al sol y respirar aire puro en el centro de la ciudad.

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La aridez que proyecta ahora la vegetación poco crecida se compensa con el frescor de la cascada que va saltando hasta el lago, que se salva cruzando un puentecito de madera cercano al paseo central del antiguo parque. Desde esa entrada, y ascendiendo, se llega a la rosaleda, ubicada en una plazoleta en alto con bancos, fuente redonda de corte clásico y pérgolas de hierro sobre las que se enredarán las variedades trepadoras. Los contrastes de los tonos verdosos, malvas, rosados y amarillos, y la vistosidad de algunas arbustivas salpican de colores los 80.000 metros de esparcimiento donde los cacereños pueden ya recrearse.

Desde la Asociación de Amigos del Parque del Príncipe, volcados desde hace años en su cuidado y conservación, aprueban el resultado final, aunque su presidente, Lorenzo Garrote, reconoce que habría preferido una fusión de espacios «sin tantos movimientos de tierra» y más botánica que ornamental. «Aún así es perfecto, hay muchas especies nuevas», remarca. Lo que sí han echado en falta son servicios públicos y un aula de ecología que han demandado a los distintos gobiernos municipales.

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