Valdebótoa consigue sacar los mosaicos de Silveira del gallinero
En restauración ·
Las dos obras de Guillermo Silveira abandonadas en las casas aisladas de la pedanía pacense decoran ahora el pórtico de su iglesiaEl valor que atesora la parroquia de Valdebótoa, por ser exponente de la arquitectura de colonización, se ha multiplicado con la llegada de los mosaicos de Guillermo Silveira, que ya decoran su pórtico. Es el último viaje de dos piezas artísticas salvadas de la ruinosa escuela-capilla de las casas aisladas, que durante muchos años sirvió de refugio de gallinas y cabras.
El traslado de los dos mosaicos, los únicos que se conservan de Silveira, artista pacense que destacó en sus facetas de pintor y escultor (suya es la imagen de la Virgen de los Ángeles que preside la capilla de la Puerta de Palmas), se ha llevado a cabo durante este verano. Apenas han tenido que atravesar la carretera regional EX-110, pero ese trayecto les garantiza una supervivencia, que no le dio recibir el título de bien protegido otorgado por Patrimonio.
«Hemos logrado salvarlos, traerlos al pueblo. Ese era el propósito y lo hemos conseguido», valora Pablo Moreno, el vecino de la pedanía pacense que hace un año organizó una plataforma ciudadana y redactó un proyecto para trasladar los mosaicos que presentó en el Ayuntamiento de Badajoz, que es quien tiene la titularidad de las casas aisladas.
Coincidiendo con el centenario del nacimiento de Silveria, el consistorio reservó este año una partida de 42.000 euros para trasladar las dos piezas y restaurarlas. El traslado ya se ha completado y se ha hecho cortando los muros de la antigua escuela-capilla sobre los que están pegadas las piezas, que dan forma a las dos escenas religiosas que Silveira hizo en 1967 por encargo del Instituto Nacional de Colonización.
Uno titulado 'Los doce apóstoles y el espíritu santo' se ha colocado a un lado de la entrada de la parroquia, y el segundo, 'Belén', que recrea las escenas del nacimiento de Jesús y la adoración de los pastores, unidas por la estrella de oriente, se ha adosado al otro lado. En las obras se aprecia el particular estilo de Guillermo Silveira, con sus conocidos rostros torcidos, el aire de nostalgia y la humildad.
Ambas piezas las realizó el pintor con recortes de mármol de lápidas funerarias que le daba un amigo suyo que las fabricaba, granito, arena y cantos rodados del río Gévora y pese a estar prácticamente a la intemperie durante 55 años, su estado de conservación es bueno. No obstante, la restauradora Isabel Casado, la misma que recuperó los frescos y esgrafiados de la iglesia de Santa Catalina, está siendo la encargada de la limpieza y restauración de las piezas, unos trabajos que concluirán este mismo mes.
Las escenas religiosas, que están siendo restauradas, están hechas con mármol de lápidas y cantos rodados del río Gévora
Las mosaicos además de la pátina del tiempo, han compartido espacio con las golondrinas que han tenido sus nidos en el porche de la escuela-capilla. La limpieza del polvo y de los excrementos de estas aves devolverá a las dos piezas la viveza de su color original, que en el caso de Silveira es también una característica de su estilo artístico.
«No podemos valorar todavía el resultado porque aún no han terminado de restaurarse los mosaicos, pero no se ha respetado el proyecto original y eso no nos ha gustado ni a la plataforma n i a muchos feligreses», objeta Moreno.
Su malestar viene con el mosaico 'Belén', que ellos proponían cortarlo a la mitad para que se desplegase en un lateral del porque de la parroquia, de manera que no ocupase todo el pórtico. «Le hemos trasladado a la empresa, a la restauradora y a la arquitecta municipal que no estamos conformes con cómo ha quedado», cuenta. Las razones de porque no se ha seguido al pie de letra el proyecto que el mismo Moreno redactó son no alterar la obra original de Silveira y evitar dañarla, porque habría obligado a partir el mosaico por la mitad para volver después a colocarlos.
Estos argumentos no convencen a los vecinos, que defienden que Silveira hizo esquinado el mosaico para adaptarse a los muros de la escuela-capilla. No obstante y pese a ese malestar, reconoce que el pueblo está entusiasmado con que se hayan recuperado las piezas.
Y es que con este traslado, los mosaicos de Silveira pasan a ocupar el lugar más prominente del pueblo. La antigua escuela-capilla, sin embargo, terminará por desaparecer al estar en ruinas. Tras perder su función como escuela, el edificio quedó en desuso. Fue entonces cuando algunos residentes comenzaron a usar esta construcción para guardar animales. A partir de ahora, los vecinos ya no tendrán que peregrinar hasta las casas aisladas para ver el legado que Silveira, el pintor de los pobres y los desfavorecidos, dejó en su pueblo.
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