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Juan Carlos Gutiérrez, en un entrenamiento con Crash durante esta semana. ANDY SOLÉ

Crash se entrena para ser perro policía en Plasencia

Es un pastor holandés, tiene 10 meses y el agente Juan Carlos Gutiérrez cree que podrá comenzar a trabajar el próximo año

ANA B. HERNÁNDEZ

Domingo, 11 de septiembre 2022, 09:20

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La unidad canina de la Policía Local de Plasencia va a crecer con un nuevo integrante. Su nombre es Crash, es un pastor holandés que tiene 10 meses y está siendo entrenado para ser perro policía, para formar parte de una sección que suma ya una década de historia en la ciudad y que lidera el agente Juan Carlos Gutiérrez.

«Los directores de los institutos, especialmente, estaban preocupados por los problemas de droga que había en los centros, porque había chavales que incluso consumían dentro y había, en cualquier caso, mucho trapicheo; y, por eso, se pensó en formar una unidad canina dentro de la Policía Local, en adquirir un perro especializado en la detección de sustancias estupefacientes que pudiera ayudar a hacer frente a esta problemática», recuerda el Juan Carlos Gutiérrez.

Él fue el único que se presentó voluntario y tras recibir la formación precisa –hoy no solo continúa haciéndolo, sino que también él imparte clases– comenzó una unidad que tras una década trabajando es de sobra conocida en la ciudad. No en vano, son muchas las operaciones en las que su actuación ha sido determinante en la incautación de drogas.

Se puso en marcha con Juan Carlos Gutiérrez y Llimi, el primer perro policía de Plasencia. Un pastor belga malinois que ha cumplido 11 años y que, por eso, «no puede seguir trabajando al ritmo que lo ha venido haciendo». Aunque sigue operativo, en los últimos años ha sido Hurko, otro pastor belga, el que ha participado en la mayor parte de las actuaciones policiales.

«Lo compré yo un año después de que Llimi comenzara a trabajar y me ocupé de su entrenamiento», señala el agente. Pero ahora, a sus 9 años, una enfermedad degenerativa le impide mover las patas traseras, por lo que su movilidad está muy comprometida. «Le están tratando, pero no sabemos si será posible su recuperación ni, por tanto, que pueda continuar como perro policía», reconoce Juan Carlos.

Por eso el agente lleva ya un mes entrenando a Crash, el pastor holandés que le ha regalado un compañero instructor. Lo hace de la misma manera en que han sido entrenados Llimi y Hurko, siguiendo la técnica llamada 'marcaje lapa'. El objetivo es que, al igual que los dos pastores belgas, siguiendo a rajatabla las órdenes del policía, Crash sea capaz de encontrar droga con el olfato: hachís, heroína y cocaína.

«Es un entrenamiento para que sepan encontrar e indicar dónde está la sustancia, pero no para detener a la persona». Por eso, deja claro el policía, «nunca atacan; les han pegando, a Llimi incluso le han llegado a apagar una colilla en el hocico y no pasó nada, porque los perros saben que se tienen que retirar después de hacer su trabajo, que del resto me encargo yo». Y esa indicación la hacen siempre con la nariz.

Eso es lo que, tras la sociabilización oportuna, Juan Carlos está enseñando a Crash. A buscar, encontrar y señalar dónde está la droga y que sea capaz de hacerlo, además, en diferentes escenarios. «Porque no puede ser que, por ejemplo, el perro tema entrar en un autobús o en un camión, en vehículos en los que habitualmente va a tener que trabajar», explica el agente.

Juan Carlos Gutiérrez, con Hurko, Crash y Llimi. ANDY SOLÉ

Por el momento Crash ya es capaz de encontrar hachís, cocaína y heroína y, siguiendo la técnica del 'marcaje lapa', indicar con la nariz dónde está la sustancia. «Se pone de pie si es preciso, sentado o agachado, y solo indica el lugar». Y en el caso de que se trate de una persona, «yo le pediré que muestre lo que tiene en el bolsillo, en la chaqueta o en el zapato, en función de donde señale el perro, y así no tenemos que tocar a nadie, no tenemos que registrar a nadie», aclara. Y después del hallazgo, «porque para los perros se trata de un juego, porque así se les entrena, reciben su regalo, que es un mordedor, el mismo para los tres ahora y motivo por el que no pueden trabajar a la vez». Tampoco entrenar, «porque el entrenamiento para ellos también es un juego y la recompensa es el mordedor».

Juan Carlos Gutiérrez asegura que Crash lleva un buen ritmo de entrenamiento. «Habitualmente dura entre cinco y seis meses, pero depende del animal; en este caso creo que podrá estar perfectamente entrenado para trabajar a comienzos del próximo año». Y el agente cree que será preciso, «porque Llimi no puede seguir un ritmo fuerte de trabajo y Hurko no sabemos si podrá o no recuperarse». Así que es posible que los placentinos vean más pronto que tarde a Crash por las calles de la ciudad, en los entornos de los institutos y en los parques «para desarrollar nuestra principal labor, que es la prevención», resume Juan Carlos Gutiérrez. Aunque la unidad canina también supervisa autobuses escolares y de línea regular, participa en los controles de drogas y «en operaciones en las que Policía Nacional o Guardia Civil solicitan nuestra colaboración».

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Crash se entrena para ser perro policía en Plasencia