«Vamos a tener que vivir con mascarilla al menos un año y puede que más tiempo»
La cacereña Pilar Pérez Breña, exjefa de Virología del Centro Nacional de Microbiología, se ha enfrentado a retos como la gripe A y los primeros coronavirus que pasaron del animal al hombre
Si hay una extremeña con años de experiencia analizando cómo son y cómo se comportan los virus respiratorios esa es Pilar Pérez Breña (Garrovillas de Alconétar, 1944). Esta cacereña afincada en Madrid sigue muy de cerca todo lo relacionado con la covid-19. Es doctora en microbiología y está jubilada, pero continúa al tanto de los estudios científicos que se publican y mantiene contactos con los profesionales que siguen en activo. Ha trabajado durante cuatro décadas en el Centro Nacional de Microbiología, el laboratorio que depende el Instituto de Salud Carlos III de Madrid. Allí comenzó su trayectoria profesional en los setenta, hasta convertirse en la jefa del Área de Virología. En su carrera se ha enfrentado a retos como la gripe A y los primeros coronavirus que pasaron del animal al hombre.
–¿Qué diferencias hay entre la covid-19 y los anteriores coronavirus?
–Antes ha habido otros dos coronavirus que ahora ya no son un problema, pero lo fueron porque eran más letales que el actual. Fueron el SARS, que provocaba una neumonía muy grave y en España hubo casos, y el MERS, que todavía está circulando. Sin embargo, no tenían una capacidad tan enorme de infectar y estaban en áreas muy restringidas. Eso sumado a que este virus ha empezado a circular en una década en la que los viajes internacionales son comunes ha hecho que se haya producido una pandemia en muy poco tiempo. Además, en un principio se pensó que era solo un virus respiratorio y ya se ha demostrado que es mucho más complejo porque ataca también al sistema circulatorio, el renal, el digestivo y el neurológico.
–¿Se ha subestimado el contagio por aerosoles?
–Con el tiempo se ha demostrado que sí. Hay evidencias científicas de que el contagio por aerosoles existe. De ahí que esté habiendo recomendaciones como guardar silencio y no hablar por teléfono en el transporte público, y no fumar a menos de dos metros de distancia. Cuando se puso esa norma, de algún modo, ya se estaba empezando a dar importancia a ese modo de contagio. No sé por qué en un principio se centró tanto la atención en las gotas de Pflügge, que son un poco mayores que las de los aerosoles, se mantienen en el aire menos tiempo y caen más rápido en los superficies. En esos casos son capaces de infectar a distancias de un metro. Por el contrario, los aerosoles están formados por unas gotas microscópicas que infectan incluso a más de dos metros y se mantienen mucho tiempo en el aire. Al principio se creía que solo había contagios por aerosoles en hospitales cuando se estaban haciendo maniobras con los respiradores de los enfermos muy graves. Por eso se hizo mucha incidencia en el lavado de manos y la limpieza de superficies. No se habló del peligro que tenía la población en general por los aerosoles. Cuando se ha comprobado eso se ha visto que el virus es mucho más difícil de controlar.
–¿Cree necesario un confinamiento domiciliario?
–Depende mucho del comportamiento de la gente. La regiones están intentando evitar los confinamientos fuertes porque producen graves problemas económicos, pero si no hay una disciplina mucho mayor que la que hemos logrado es muy difícil contener el virus sin un confinamiento. Creo que puede llegar a ser necesario y eso depende del comportamiento humano.
–¿Habrá pronto una vacuna para administrarla a toda la población?
–Va a tardar en llegar. Pasarán varios meses, pero a la gente le cuesta trabajo asimilar las noticias que no son esperanzadoras. Hasta 2021 no va a haber vacuna disponible para la población general. Puede que se empiecen a distribuir cantidades de dosis para las personas de mayor riesgo. Hay que contar con un poco más de tiempo. Me cuesta mucho decir una fecha.
–¿Aunque haya una vacuna seguirán las restricciones?
–Vamos a tener que vivir con mascarilla por lo menos un año más y es posible que más tiempo. Es muy probable que esta segunda ola en la que nos encontramos no se mitigue hasta finales de la primavera y ahí todavía no habrá vacuna para poder distribuirla a toda la población. Además, muy probablemente este virus se quedará con nosotros hasta que acabe siendo algo cotidiano como el de la gripe. Lo llegaremos a manejar y de eso no me cabe ninguna duda, pero aún hay muchos interrogantes.
–Uno de ellos es la reinfección. ¿Es algo común?
–Es posible la reinfección, pero los casos que se han podido comprobar son pocos.
–¿Hace una década, usted ya avisaba de una futura pandemia. ¿Por qué no se ha actuado para prevenirla?
–Los investigadores esperábamos una pandemia, pero de gripe. Y posiblemente la haya en algún momento. Estaba habiendo muchas gripes de aves que pasaban al hombre y había planes hechos muy desarrollados, pero siempre pensando en un virus que se conoce. La posibilidad de que hubiera otro como ha sucedido existía y se tenía en mente, pero no se podía saber cómo comportarse ante él y lo que iba a provocar. No se puede atacar lo que no se conoce. De hecho, las industrias farmacéuticas tenían planes para producir muchas vacunas de gripe y aumentar la producción a niveles enormes. Sin embargo, a todo esto ha habido que enfrentarse desde el desconocimiento.
–¿La teoría que algunos defienden de que es un virus creado en un laboratorio está totalmente descartada?
–No hay ninguna evidencia científica clara y consistente que haya podido demostrar que es un virus creado en un laboratorio. Este tipo de propuestas conspiranoicas gustan mucho y de hecho hubo un artículo con mucha difusión de la viróloga china Li-Meng Yan. Sin embargo, esa difusión la tuvo antes de que se aceptara en alguna revista científica. Para que lo acepten tiene que estar muy bien estudiado por personas ajenas a los autores del artículo en cuestión.
–¿Cómo ve la situación de Extremadura?
–Esperaba que en Extremadura no hubiera tantos casos por sus características, porque no hay una densidad de población alta. Pero también esperaba lo mismo en Aragón, Castilla-La Mancha y Castilla y León y me he sorprendido. En la primera ola el problema en la región extremeña estuvo en las residencias de mayores y eso creo que les ha hecho ponerse las pilas para evitar más contagios. Además, he podido comprobar que en esta comunidad autónoma la gente es muy disciplinada con las normas por lo general.