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Urgente Herido muy grave un hombre de 28 años tras una salida de vía en la provincia de Badajoz
Marisa Grande (izquierda) y Clara Arroyo, en una sala de vistas de los juzgados de Plasencia. Palma

Mis primeros días como juez

Nombramientos ·

Cuatro mujeres y un hombre acaban de tomar posesión de sus cargos en tribunales de la región. Tres de ellos explican cómo es ponerse al frente de un juzgado con solo 27, 28 y 32 años

Domingo, 14 de marzo 2021, 07:38

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La misma mañana que sopló 28 velas, Clara Arroyo Plasencia vivió con emoción el acto para el que llevaba años preparándose, el que justificaba mañanas, tardes y noches de estudio y de renuncias, el que suponía cumplir el sueño que tenía desde pequeña: tomo posesión de su cargo como jueza. Fue el viernes 26 de febrero, fecha que también recordarán siempre otros cuatro extremeños que ese día hicieron lo mismo que ella. Una foto tomada al acabar la ceremonia les muestra a los cinco ya con sus togas. Además de para dar fe de lo que se celebró, ese imagen sirve para desmontar la idea extendida de que el juez es un señor mayor muy serio. De entrada, en esa imagen tomada por el servicio de prensa del TSJ (Tribunal Superior de Justicia) extremeño solo hay un hombre. Y sus cinco protagonistas tienen el aspecto de lo que son: jóvenes. Tan jóvenes que el mayor de todos tiene 32.

«Me levanto por la mañana y siento alegría por ir a trabajar, por ser lo que quería ser desde chica», se sincera Marisa Grande Harto, que vive sus primeros días en el Juzgado penal de Plasencia. Unos pocos pasos dentro del mismo edificio separan su despacho del que ya ocupa Clara Arroyo, la nueva jueza del de primera instancia e instrucción número tres. 28 años recién cumplidos tiene la jueza Arroyo. Los mismos hará el mes que viene la jueza Grande. Las dos son de Cáceres, donde además coincidieron haciendo las prácticas. También estuvieron juntas en Barcelona, en la Escuela Judicial. Y se conocen desde que tenían 15 ó 16 años, que puede sonar a edad ya muy lejana pero es la que tenían hace poco más de una década.

«Lo que más tengo en estos días son ganas de trabajar, muchísimas», dice Clara Arroyo. «Yo quería ejercer esta profesión desde que tengo uso de razón, y me he hecho jueza por dar un servicio público, por ayudar a la gente», añade la nueva jueza, que la semana pasada ya celebró las primeras vistas orales con ella presidiendo la sala. «Siento mucha ilusión, pero también mucha responsabilidad por lo que supone, y preocupación por hacer las cosas bien», añade Arroyo, que como los otros cuatro compañeros que tomaron posesión el pasado día 26, no es aún juez titular. A efectos prácticos es casi un detalle menor, porque su día a día actual ya es casi idéntico al de un titular.

Consultas, vistas, sentencias...

«Una de las cosas que me ocupan en estos primeros días es organizarme la agenda, ver cómo reparto durante la semana las consultas, las vistas, la redacción de las sentencias...», cuenta Clara Arroyo, que ve en la juventud «un plus de ilusión y la ventaja de que nuestras circunstancias personales hacen más fácil que podamos dedicar más horas al trabajo». Del otro lado, «el inconveniente puede ser la falta de experiencia, pero es algo común a cualquier trabajo», plantea la nueva jueza, que aporta un dato: de los 188 jueces de la setenta promoción, 133 eran mujeres. En ese grupo que ha accedido a la carrera este año hay seis extremeños, cinco de ellos mujeres.

Toma de posesión celebrada el 26 de febrero en el TSJ extremeño. HOY

Clara Arroyo y Marisa Grande están en Plasencia, María Victoria García Copetudo en Almendralejo (en el juzgado de primera instancia e instrucción número tres), Cristina Villarín Hinojal en el número uno de Coria. Y a Don Benito han destinado a Francisco Javier Sánchez Mora, el mayor del grupo con 32 años.

«Yo no le veo ningún inconveniente al hecho de ser joven», plantea él. «Y sí aprecio la ventaja –sigue– de la novedad, en el sentido de que alguien joven puede aportar una visión diferente, no mejor ni peor pero que puede invitar a la reflexión, como ocurriría en cualquier ámbito laboral». «La inexperiencia podemos suplirla dedicando más tiempo a estudiar cada caso», propone el nuevo togado de Don Benito, que cree que «cualquier juez está muy preparado para su trabajo, porque antes de serlo ha pasado un proceso exigente y largo, sacrificado, al que uno no elige someterse si no es porque tiene una ilusión desbordante». Él, además, ya estaba familiarizado con los tribunales, porque hace cinco años sacó la plaza de secretario judicial (hoy letrado de la administración de justicia).

«Ya venimos con cierta experiencia, y ahora es como si nos hubieran quitado los manguitos o los ruedines de la bici»

Marisa Grande Harto | Juez de lo penal en Plasencia

«Ni cuando empecé como secretario judicial ni ahora como juez –afirma Francisco Javier Sánchez– he visto que la juventud sea un hándicap». Ni siquiera para transmitir autoridad durante una vista oral. «Ni por la edad ni por el hecho de ser mujer he sentido nunca ese problema», ratifica Clara Arroyo. «Si he tenido que elevar el tono lo he hecho sin problemas», añade la jueza, para quien la clave está «en encontrar el equilibrio entre la educación, el respeto y no dar pie a intervenciones no adecuadas, en definitiva, la capacidad para organizar la vista oral».

Escuela Judicial y prácticas

Ella, como cualquier juez antes de jurar o prometer su cargo, tiene ya cierta experiencia en la celebración de juicios, gracias al año que pasan en la Escuela Judicial de Barcelona y a las prácticas posteriores. «Lo que estamos viviendo ahora es como si nos hubieran quitado los manguitos o los ruedines de la bici», bromea Marisa Grande, que está feliz con haber sido destinada a un juzgado penal, una jurisdicción que le gusta mucho. «En la oficina he encontrado gente trabajadora y colaboradora, estoy muy contenta», dicen la joven, que al igual que sus compañeros, le ve a la juventud muchos más pros que contras.

El juez Sánchez en Don Benito. E. D.

«De todas formas –precisa Grande–, los jueces que yo he tenido como tutores son profesionales con una visión de la justicia joven, moderna, muy parecida a la que podamos tener los de mi promoción». Es la número 70, a la que pertenecen los cinco recién nombrados en Extremadura, donde la media de edad de los jueces en ejercicio es de 48 años, la más baja de España. La cuestión a futuro es si la región en la que nacieron y están dando sus primeros pasos será un destino temporal, como lo ha sido para muchos de los que ejercieron en ella antes que ellos. «Mi idea es trabajar en mi región», dice Francisco Javier Sánchez. Clara Arroyo y Marisa Grande se declaran «muy contentas» por ejercer en su tierra, pero no miran más allá del presente feliz que viven. Y se comprende que sea así. Ellas, y él igual, están centradas en tomarle la medida a ese mundo laboral que tanto deseaban y en el que acaban de aterrizar.

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