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15 plazas de toros singulares de Extremadura

15 plazas de toros singulares de Extremadura

Cosos construidos en mitad de un bosque, otros dentro de un castillo, la plaza más antigua del país... en la región destacan este tipo de construcciones y su valor histórico

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Sábado, 1 de enero 2022

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Son monumentos emblemáticos, con valor arquitectónico, histórico y relevancia social. Algunos de ellos están declarados Bienes de Intéres Cultural y por tanto, es de obligado cumplimiento su buen estado de conservación y solicitar permiso para intervenir en el monumento. Las plazas de toros, independientemente de si gustan o no los festejos taurinos, son edificios singulares.

Extremadura cuenta con 34 plazas de toros fijas y de ellas, 18 se encuentran en la provincia de Badajoz y el resto, 16, en la de Cáceres. Entre las más destacadas por su antigüedad están las de Puebla de Sancho Pérez (siglo XIV), La Parra (siglo XVI), Almendralejo (1843), Cáceres (1846), Barcarrota (1859), Alburquerque (1800), Fregenal de la Sierra (1859), Jerez de los Caballeros (1862), y Plasencia (1882).

Vicente García Estop recopiló información sobre los orígenes y la relevancia histórica de las plazas más destacadas de la región en su su libro 'Extremadura: Plazas de Toros', de donde se han seleccionado un total de 15 cosos extremeños singulares. No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Hay cosos construidos en mitad de un bosque. Otros, dentro de un castillo. También se encuentra en la región el más antiguo del país, otro que acoge una bodega y otros que terminaron los propios vecinos.

Cáceres: una plaza en las Eras de Arriba

Desde 1992, la Plaza de Toros de Cáceres 'Era de los Mártires' es Bien de Interés Cultural y por tanto, es un monumento protegido. Se inauguró el 6 de agosto de 1846 después de dos años de construcción, un trabajo que comandaron el ingeniero Secundino Pelillo y el constructor Tejada. Debe su nombre al lugar que ocupa. Se construyó en las Eras de Arriba, al final de las calles Moros (hoy Barrio Nuevo) y los Mártires (General Margallo), al lado de la ermita de los Mártires.

Aunque Vicente García Estop relata que fue necesario desplazar la antiga ermita, la mayoría de autores apuntan que la primitiva se derribó en 1952, seis años después de la inauguración de la plaza, debido al trazado de la carretera actual.

La tradición taurina proviene en la capital cacereña desde tiempos remotos. La primera referencia se encuentra en una Ordenanza de la Orden Militar que fue fundada en la iglesia de San Mateo en 1383, donde se establecía la obligación del lidiar cinco toros en septiembre. También fiestas de toros coincidiendo con las celebraciones de San Jorge, Corpus Christi, San Juan, Santiago y la Virgen de agosto, ya se hacen constar en un acta del Ayuntamiento de 1675.

La tradición era la siguiente: por la mañana, se soltaban toros embolaos, y por la tarde, se toreaban. Antes de que existiera la 'Era de los Mártires', este tipo de festejos se desarrollaban en lugares como la Plaza Mayor. En la inauguración del coso cacereño actuaron José Redondo 'El Chiclanero' y Gaspar Díaz 'Levi'.

Se trata de una plaza de segunda categoría que además, conserva sus muros originales. Aquí han tomado la alternativa varios toreros, entre ellos, varios cacereños. Algunos son Antonio Sánchez Franco (29 de mayo de 1977), Roberto Contreras (1 de junio de 1997) y Manuel Bejarano Solana (25 de abril de 1999). También una mujer, Mary Paz Vega, que fue apadrinada por Cristina Sánchez y con Antonio Ferrera como testigo.

El arreglo de la Plaza colea desde antes de la pandemia. Para el equipo de Gobierno, restaurarla no era prioritario, pero el riesgo de desprendimientos de la cubierta y un proyecto ya aprobado por el anterior Ejecutivo devolvieron el debate a primera plana. El Ayuntamiento, a través del Pleno, adoptó la decisión de acometer la rehabilitación, pero no puso fecha y de hecho, se acabó descartando. La Diputación anunció que se haría cargo de financiar los arreglos, pero de momento, la obra no se ha licitado y el recinto sigue rodeado de vallas.

Trujillo: una plaza destrozada y otra de 22.500 pesetas

La Plaza Mayor de Trujillo ha sido testigo de festejos taurinos desde tiempos del rey Felipe III. El Ayuntamiento del municipio cacereño tenía un riguroso protocolo para montar y subastar tablados, además de colocar alguaciles en sitios estratégicos. Los aficionados contaban con asiento si era por derecho propio, por cédula real o por haber abonado su localidad, aunque muchos lo veían desde ventanales y balcones de sus casas. Existen documentos que acreditan que existió una plaza de toros fija en la antigüedad, que estaba en el área que hoy ocupa la actual, lindando con la ermita de Nuestra Señora de la Piedad. Sin embargo, el 19 de marzo de 1809, los franceses entraron en Trujillo y destrozaron tanto la plaza como la ermita. Con la llegada de la peste colérica se intentó poner en el paraje un Lazareto, es decir, un recinto sanitario para acoger a las personas que podían tener la enfermedad.

En 1846 volvió el interés por tener un recinto y se formó una sociedad para reedificar la plaza. Una de sus principales misiones fue identificar al dueño del coso y conocer si se podía vender sin perjuicio de terceros, como después se acordó. La Sociedad abrió una suscripción, valorando cada acción en mil reales, y en la que el mayor accionista fue Jacinto Orellana, Marqués de la Conquista, que adquirió un total de cincuenta. De esta forma, el Ayuntamiento vendió el terreno y lo aprovechable de las ruinas a la sociedad de vecinos por 500 reales. La construcción, cuyo proyecto es del arquitecto Calixto de la Muela, se presupuestó en 236.000 reales, aunque finalmente se disparó hasta el millón.

El citado Marqués de la Conquista se hizo dueño de la Plaza porque asumió la obra al no cubrirse el número de acciones suficientes. Al morir, Jacinto Orellana donó en herencia el recinto, que fue vendido el 14 de septiembre de 1902 al Ayuntamiento de la localidad. El precio fue de 22.500 pesetas, que se pagaron en tres plazos de 7.500 pesetas cada uno. Los vendedores fueron: Antonio Orellana Pérez-Aloe, María Pérez-Aloe, Jacinto Orellana Avecia, Carlos, Jacinto, Diego y Jacinta Cabrera Orellana y Agustín y Lucía Orellana Pérez-Aloe, según recoge García Estop.

El coso está declarado Bien de Interés Cultural, en la categoría de monumento, por parte de la Junta de Extremadura, tiene 9.000 localidades y es de tercera categoría. El Ayuntamiento de Trujillo declaró, en noviembre del año 2011, que las celebraciones taurinas son Patrimonio Cultural Inmaterial de los trujillanos.

Plasencia: una plaza para las ferias

La capital placentina tiene sus primeras noticias documentadas en el Archivo del Concejo de la forma en que se corrían los toros: la lidia a pie. Primero fue en la Plaza Mayor y después, Plasencia tuvo una pequeña plaza en el interior del alcázar de la ciudad, que se inauguró en 1845 y que desapareció en 1936. No fue hasta 1882, un año después de recuperar las Ferias, cuando se acordó la construcción de un coso en el denominado Cotillo de San Antón, de propiedad municipal. Se constituyó una sociedad con acciones de 25 pesetas.

El arquitecto Vicente Paredes tenía el estudio y la construcción de la Plaza, que se levantó en 56 días y tenía los palcos y tendidos de madera. La perspectiva de una Feria con un gran número de forasteros entusiasmaba a los placentinos en la primera quincena de mayo de 1882. La alegría se enturbió por la sequía prolongada y de hecho, ese año se suplicó vehementemente a la Virgen del Puerto que lloviese. El día 17 comenzó a caer agua de manera torrencial y no paró hasta el 26 por la tarde. Desde el día 24 los forasteros llegaban a Plasencia en gran número utilizando caballerías, carros y coches. No había localidades disponibles para dos jornadas y estaban a punto de acabarse para la tercera. Finalmente, la lluvia obligó a suspender las fiestas taurinas previstas para los tres días de Feria, del 25 al 27, y trasladarlas al mes de junio. Como curiosidad, en 1899 el Consistorio acordó trasladar la feria placentina a primeros de junio, como está actualmente.

Así, la plaza fue inaugurada el 18 de junio de aquel año. Tiene capacidad para 7.000 espectadores, consta de dos pisos (uno de tendido y otro de gradas cubiertas) y 30 palcos. El graderío de madera se quemó en el año 1894. La sociedad no podía reconstruirla y cedió el recinto al Consistorio, que lo reconstruyó con sillares de granito, en base a un proyecto del arquitecto José Vicente Paredes Guillén. La plaza se reinauguró en 1896.

También fue escenario de varias alternativas: la de Paco Robles de manos de Paco Camino, con Paquirri como testigo; la de Zoilo Santa Fe de manos de Espartado, con testigo El Soro; y la de Alberto Manuel de manos de Juan Mora en presencia de Jesulín de Ubrique.

En mayo de 1988, el Consistorio acordó abrir expediente para declarar el coso del Cotillo de San Antón con el título de Bien de Interés Cultural, pero el proyecto no llegó a concluir.

Hervás: una plaza en medio del bosque

El primer dato que se conoce de Hervás es que las capeas se organizaban en la Corredera. En la plaza, de hecho, aún existe el toril, donde tenía lugar el encierro de las reses. El Castañar, frente a la ermita de San Andrés, acogió después una plaza rústica. Hacia el año 1929, un grupo de industriales concibió la idea de construir una gran plaza. Así, Felicísimo Martínez, Buenaventura Peña, Vicente Castellano y Anastasio Martín idearon una reconstrucción del recinto en el llamado Monte Castañar Gallego, próximo a la ermita en la que se venera la imagen del Cristo de la Salud. Así, la plaza data del siglo XVI y se encuentra unida a la ermita.

El castañar, que ocupa unas trescientas hectáreas, es de propiedad municipal desde el año 1264, con Alfonso X como monarca. Su esposa, doña Violante de Aragón, lo donó a los vecinos de Hervás. Se trata de uno de los montes del Catálogo de Montes de Utilidad Pública de la provincia de Cáceres. Conserva una de las masas de castaños más importantes y mejor conservadas del sur peninsular.

La reforma respetó el ruedo, la contrabarrera y los tendidos de sol de la antigua. Se reinauguró el 15 de agosto de 1951. En 2010, se invirtieron 27.000 euros en mejoras. En 1983, un grupo de aficionados fundó el Club Taurino de Hervás. En 1950 fue reconstruida, respetando el ruedo original, los tendidos de sol y la contrabarrera.

Madroñera: una plaza modesta de tres décadas

La plaza de toros de Madroñera fue construida por un particular (y por tanto, es de propiedad y gestión privada) y se inauguró el 4 de enero de 1986 con un festival en el que se lidiaron reses de Nicolás Mateos, vecino de Navalmoral de la Mata, por parte del rejoneador Feliciano Bravo y los novilleros José Barceló y Emilio Rey.

En aquella corrida, la música de fondo era cantes flamencos de El Turronero y El Niño de la Ribera. Es pequeña, con un aforo de 2.500 espectadores, con tres cuartas partes del recinto revestida de asientos y el resto, con las diferentes dependencias. Tiene callejón y burladeros.

Mérida: dos plazas y una tercera en dos fases

La primera plaza de toros en Mérida estuvo en el espacio semicircular del Teatro Romano y popularmente se conocía como la Plaza de las Siete Sillas, aunque anteriormente también se celebraron festejos en la Plaza Mayor. La segunda plaza de toros era de madera y estaba situada en la explanada donde estaba el Matadero Municipal y donde hoy está la glorieta de José Fernández López.

En 1888, Juan Macías Rodríguez comenzó junto a unos amigos las gestiones para construir una plaza de toros y constituyó una sociedad llamada Taurina Extremeña S.A. El coso se construyó en dos fases. El arquitecto Ventura Vaca confeccionó el proyecto y el presupuesto, de 217.000 pesetas, y las obras comenzaron en 1900 sin haber repartido las actuaciones previstas (1.065, de 100 y 500 pesetas), hasta nuevas aportaciones. La reforma no se retomó hasta 1913 y la inauguración tuvo lugar el 5 de julio de 1914.

Cuatro años más tarde se produce un hecho singular. Antonio Rodrígeuz Tejada, aprendiz de matador y aficionado, revisa los cierres de los chiqueros y la tierra cede bajo su peso, cayendo a un agujero donde se encontraba el cuarto toro del festejo programado y donde permaneció cinco horas sin hacer ruido alguno hasta que pudo gritar para que le rescataran, relata en su libro García Estop.

La plaza está situada en el sierro de San Albín, su estilo es el neomudéjar y su ruedo uno de los mayores de España (50 metros de diámetro). Aunque en principio no tenía burladeros, se incorporaron más tarde. El coso es intervenido varias veces: en 1940, en 1962 y en 1992, por citar algunas fechas. Ha acogido varias alternativas, siendo la primera el 3 de septiembre de 1922 del mexicano José Ramírez.

Jerez de los Caballeros: una plaza rehabilitada por la Junta

La primera noticia de un festejo taurino en Jerez de los Caballeros tiene su origen en 1517, con la celebración de una Fiesta Real. En este municipio pacense se desarrollaron festejos en lugares distintos: La plaza del Castillo, la Plaza de España y la Plaza de San Bartolomé, coso oficial desde el siglo XVIII hasta 1862.

En 1587, se construyen barreras en las cinco calles que confluyen con el recinto de la Plaza. En 1690 se construyen andamios y tablados, pero no se usaron. Para las autoridades resultó un verdadero problema cerrar el espacio e incluso, se llegó a prohibir la utilización de las puertas de madera de la ciudad que da acceso al recinto amurallado.

En el pueblo no había ninguna corrida de toros fija, de modo que son las cofradías de santos quienes pedían permiso para celebrar este tipo de festejos en beneficio propio. Un ejemplo fue la petición de la Superior Orden del Conde de Cifuentes en 1791, que obtuvo permiso para ocho novilladas con el fin de sufragar la obra del Camarín de la Virgen del Rosario y con la condición de no dar muerte ni enmaromar al animal.

En 1862 se inaugura la plaza, que mandó construir el marqués de Rianzuela, con el anuncio de toreros célebres de la época como 'Bombita'. En su construcción se emplearon piedra de morteruelo y ladrillo.

Con el paso del tiempo, la plaza se fue deteriorando. Se produjeron desplomes de una parte de las galerías cubiertas y del palco de la banda de música, además de multitud de fisuras y vegetación, nidos e insectos. Permaneció muchos años inactiva, hasta que la Junta asumió su rehabilitación, que se hizo entre 1998 y 2000. Entre otras mejoras, se habilitó una capilla y se amplió el área de desembarque. El proyecto del arquitecto Gonzalo Díaz y que construyó Alfonso García tenía un presupuesto de 115 millones de pesetas. La reinauguración tuvo lugar el 6 de mayo de 2000, con Juan Mora, Enrique Ponce y Antonio Ferrera.

La plaza tiene un aforo de 5.000 localidades y es de tercera categoría. Consta de dos plantas y un tendido, construidos en piedra de mortero y ladrillo.

Barcarrota: una plaza en el castillo de las siete torres

El 20 de junio de 1852, el Ayuntamiento de Barcarrota insta a la condesa de Montijo a reedificar o a demoler un castillo de su propiedad, conocido como el de las siete torres y que está situado en el patio de armas del castillo del municipio. A la aristócrata no le convencen estas propuestas y resuelve cederlo a la villa. La propiedad se valoró por entonces en 3.334 reales y se formalizó la escritura pública el 13 de junio de 1853.

El Consistorio, junto a los mayores contribuyentes, decide el siguiente año ceder a la Sociedad Plaza de Toros el terreno que ocupa el interior del castillo y la casa, adquirida por permuta, con la condición de que se construya una Plaza de Toros antes de 1857, tres años después.

El Ayuntamiento, que había subastado públicamente los fosos del castillo, invierte el dinero en la reparación de la Torre del Homenaje. Mientras, se constituye legalmente la Sociedad, estando la primera directiva formada por Manuel Gutiérrez, Manuel Goonzález, Manuel Gudiño, Francisco Díaz y Luis Villanueva.

En 1909 se introdujeron mejoras en la plaza, como la creación de más palcos. En el 1995, alumnos de la Escuela Taller construyeron la cubierta de los palcos, el callejón, los burladeros y las puertas de chiqueros, toriles, enfermería y caballos. A la torre del Homenaje se le eliminaron aquellos elementos que no eran propios de la construcción.

Esta plaza acogió en 2003 la alternativa de 'Higuito' de manos de Canales Rivera.

Olivenza: una plaza en un baluarte portugués

Considerada una de las más bellas Plazas de Toros, está construida en el interior del baluarte portugués, una muralla que rodea la ciudad pacense en parte.

La Reina Isabel II concede el permiso para construir la plaza de toros en enero de 1857 a través de una Real Orden. El acta de constitución de la sociedad de la Plaza de Toros es del 24 de marzo de 1858. Figuran 17 acciones a partes iguales entre personas muy conocidas en la población, entre ellos, Joaquín Benito Salgado, Antonio Bordallo, Felisberto Mira, Narciso de la Torre Velver y José Joaquín de Mira. El primer cartel conocido tiene fecha de 29 de junio de 1868, la misma en la que se concedió la primera alternativa. Fue a un torero de Badajoz, Juan Cervo Paso, por parte de Francisco Arjona Cúchares.

En el año 1958, cuando el ganadero Bernardino Piris Carvallo era presidente de la sociedad propietaria, sufrió un cambio radical con la construcción una columnata y arcos que cubren las gradas y que la asemejaron a la plaza de Sevilla. La segunda reforma, la más importante, se hizo entre 1990 y 1991 y fue financiada por una corrida de toros, siendo presidente de la sociedad Marceliano Ortiz Blasco. Se llevó a cabo un remodelación total, incorporando un albero al ruedo, chiqueros nuevos, tablas del callejón renovadas y numeración en los tendidos.

De este modo, la plaza está renovada por dentro y por fuera, tiene un aforo de 5.600 localidades y está cuidada hasta el más mínimo detalle.

La Feria taurina, una de las primeras de la temporada, ha acogido diferentes reapariciones, como la de Ortega Cano en 2011 o la de Juan José Padilla al año próximo.

Fregenal: una plaza dentro del castillo de los Templarios

Otro municipio muy vinculado a los espectáculos taurinos es Fregenal de la Sierra. La aceptación entre los vecinos hizo plantear la necesidad de construir un recinto fijo, y así surgió la idea de la actual plaza de toros, ubicada en un recinto amurallado de la Edad Media, la Plaza de Armas del Castillo de los Templarios. El castillo pertenecía a la Corona y Felipe II lo donó al entonces Embajador de Venecia, hijo ilustre de la villa, Carlos de Bazán.

Cuando éste solicitó una capilla en la iglesia parroquial de Santa María para su enterramiento y el de sus sucesores, entregó a cambio el Castillo en propiedad a la parroquia.

Cuando Matías Sánchez-Arjona fue mayordomo de la cofradía cursó la solicitud para construir en la Plaza de Armas un coso. Pidió permiso al Ayuntamiento, a la Diócesis e incluso a la ciudad de Sevilla. Hay que recordar que la localidad tiene una posición geográfica clave y que antiguamente estaba adscrita al reino de Sevilla. Fue en 1833 cuando se crearon las actuales provincias, incorporando Fregenal a la de Badajoz. Acabados los trámites, entre los años 1783 y 1785 se comenzó a construir la plaza. Hubo varios aplazamientos, hasta que se terminó en el 1790. En esta plaza no había callejón, pero en sucesivas reformas se incorporó. Se trata de una plaza de tercera categoría.

La obra inicial tuvo una ampliación en 1916, cuando se construyó el graderío. Las obras fueron costeadas por los vecinos, ya que el Consistorio local no tenía fondos para ello. A cambio, se cedió a los donantes la propiedad de los palcos.

Desde la plaza se accede a la muralla del castillo y desde aquí, a la torre del Homenaje y el campanario del siglo XVIII.

Almendralejo: la plaza que guarda una bodega

El primitivo coso de Almendralejo fue la plaza del Altozano, hoy Espronceda. En 1842, el Ayuntamiento ordenó a la Comisión de Obras Públicas que estudiara si el terreno situado a espaldas del Santuario de Nuestra Señora de la Piedad era apto para construir una plaza de Toros, trasladando así una petición de la Junta Directiva de la Sociedad. El capital inicial estuvo formado por 170 acciones que se vendieron a 700 reales cada una, cobrando por décimas partes otras tantas mensualidades. Entre los que formaron parte de las primeras Juntas Directivas estuvieron Isidro Montero de Espinosa Ortiz y su sobrino Fernando Montero de Espinosa. Según cuenta el vecino José Velasco García en sus 'Memorias', las obras arrancaron en 1843 por parte de Joaquín y Juan Pedrera Barba, y los hermanos Tinocos, que la contrataron por 25.000 reales.

El recinto se inauguró el 29 de septiembre de 1843 y tuvo varias reformas, pero la más destacada tuvo lugar en 1912. Los toros no podían faltar en la Feria del Ganado de las Mercedes, que celebraba su segunda edición, y por ello fue ampliada y remozada la plaza. Se encargó el proyecto al sevillano Lorenzo de los Santos, que aumentó en 1.600 localidades y la dotó de diez nuevos palcos. El entusiasmo de los vecinos era muy grande de cara a esta nueva construcción, que se estrenaría en septiembre.

En esta reforma participó Joaquín Pedrera Salse, nieto del Joaquín Pedrera Barba que participó en la edificación de 1843. Tras la reforma, la Sociedad presentaba déficit y vendió el coso al bodeguero Alfonso Iglesias Infante. El empresario necesitaba más espacio para almacenar los vinos y debajo de la plaza había unas condiciones óptimas de temperatura y humedad, así que instaló una bodega debajo del graderío. Se construyeron conos de pie y depósitos en suelo y paredes. La bóveda de ladrillo con arcos apuntados que cubre la bodega tiene conos con capacidad para 750.000 litros. En 1988, la plaza pasa a ser propiedad del Ayuntamiento, que la permutó por el hospital de San Juan Bautista.

Alumnos de la Escuela Taller acometieron los últimos arreglos en la plaza, entre ellos, una nueva enfermería, aunque se trató de una restauración casí íntegra. Este coso, de tercera categoría y también conocido como Coso de la Piedad, goza de la protección como BIC desde 2014. El ruedo ha acogido varias alternativas, siendo la primera en 1989, del portugués Eduardo Oliveira. El primer toro lidiado en la plaza tras la reconstrucción fue 'Mochuelo'. El presidente de la sociedad propietaria era Manuel Díaz.

Zafra: una plaza en el Molino de Vientos

En la primera mitad del siglo XIX toma auge la construcción de plazas de toros en el país y es en este periodo cuando comienza la de Zafra, ya que anteriormente, el coso era improvisado y solía ser en la Plaza Grande. En septiembre de 1834, en plena epidemia de cólera en el municipio, el Ayuntamiento decide construir una plaza de toros en el lugar conocido como Royo o Molino de Vientos y encargarla a Miguel Guillén. El constructor acude al paraje con su hijo y dos jornaleros y delimita el lugar, transmitiéndole al alcalde, Cayetano Rubio, que ya podía comenzar la obra. Al año siguiente ya estaba construido el muro exterior, la contrabarrera y las gradas de madera, por lo que se comenzaron a celebrar festejos taurinos. Después, hubo un parón en las obras.

En 1842, varios vecinos proponen terminar la plaza, por lo que una vez que se hace el proyecto, se suscriben 76 acciones a 1.300 reales cada una para obtener financiación. A cambio, se sortearon entre los accionistas los palcos, que a partir de entonces fueron de su propiedad. En el mes de agosto de 1844 tiene lugar la inauguración del coso y cuatro meses después, un lienzo del muro exterior se hundió, donde había 14 palcos y el de la autoridad. Estuvo sin reparar hasta 1848, cuando se retomaron las corridas, que se interrumpían algunos años con motivo del cólera. En 1944 se celebra el centenario de la plaza con un festejo taurino y un Festival conmemorativo.

La plaza también ha acogido alternativas, entre ellas, la de Manuel Campuzano ante su hermano José Antonio.

Se trata de una plaza de tercera categoría y cuenta con 4,730 localidades. Consta de dos pisos y está hecha de piedra, ladrillo y cal. ​

Cabeza la Vaca: una plaza construida por los vecinos

Entre 1850 y 1855, los vecinos de Cabeza la Vaca financiaron y construyeron la plaza de toros. Felisa Pérez Carrasco, una de las residentes en el municipio, cedió los terrenos con una condición: serían de utilidad pública siempre y cuando se construyera una plaza de toros. Una vez levantada la construcción, el Ayuntamiento se encargó de su gestión. Se trata de una mole de piedras y tierra adosada a la ladera de una pequeña loma. En uno de los lados hubo que edificar, mientra que en el otro hubo que excavar.

El coso, por tanto, obedece a la afición de los vecinos, asociadas a celebraciones religiosas o locales, por lo que no hay fiesta en el pueblo que no se asocie con un festejo taurino. Entre los toros célebres está 'Topete', un semental cuya lidia y muerte causaron gran impacto, y 'Vinagre', un animal al que los toreros no pudieron matar, que permaneció días en el ruedo y que fue trasladado de noche en una rocambolesca operación a otro pueblo vecino, donde se le dio muerte. Es de tercera categoría, su estructura es elemental y como peculiaridad, no tiene callejón, aunque en el año 2000 se construyó una especie de callejón de madera para proteger los antiguos burladeros. Es un monumento catalogado como Bien de Interés Cultural desde el año 1989.

Está situada en una de las entradas al municipio. El monumento es singular, hecho en mampostería y con gradas irregulares. Según se apunta en Turismo Cabeza la Vaca, hasta 1626, se hacían capeas en la Plaza Vieja, que por entonces se denominaba Plaza Baja. Las quejas del vecindario hicieron que capeas y lidias se trasladasen al Corral del Concejo. En 1767, el escenario principal es la Plaza Alta o del Rollo, con una estructura de madera apoyada en la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. En 1785 se prohíben correr toros en calles y lugares públicos, salvo si la recaudación se destina al culto o solidaridad, caso de Cabeza la Vaca, donde la Hermandad de San Benito o la cofradía de los Remedios destinaban los ingresos a la ermita. Tiene un aforo de unas 2.000 personas.

Puebla de Sancho Pérez: la plaza más antigua del país

La plaza de toros de Puebla de Sancho Pérez está adosada al santuario de Nuestra Señora de Belén. Precisamente la parroquia cedió los terrenos y otorgó el derecho de fundación, aunque fueron los devotos del municipios quienes costearon las construcciones. Diversos autores afirman que data del siglo XIV, donde ya se desarrollaban festejos taurinos, y que es por tanto, la primera plaza que se construyó en España.

Tiene una cabida de entre 2.500 y .000 espectadores aproximadamente y está hecha de mampostería de piedras, ladrillos enlucidos y encalados con parte de madera. El palco de la presidencia está unido al camerín, bajo el cual se encuentra la enfermería original. El coso no tiene callejón, que se suplía con troneras en el muro de mampostería.

La construcción actual es producto de varias reformas que se han acometido a lo largo del tiempo. Acogió festejos taurinos hasta el año 1956 pero se dejaron de celebrar por la falta de solidez de la plaza y por un suceso que precipitó los acontecimientos. En un festejo de septiembre de aquel año, un niño se metió en la plaza a través de un agujero que conectaba con las troneras. La becerra se metió en las troneras e hirió al joven, cuenta García Estop.

En la rehabilitación se sustituyeron carpinterías, se mejoraron accesos, iluminación, servicios sanitarios, toriles y se eliminó un improvisado desolladero. Hasta entonces, la enfermería era la sacristía del Santuario, pero en esta reforma se edificó una nueva dependencia para este fin. La plaza se reinauguró en septiembre de 1983 con una novillada sin picadores.

El Ayuntamiento siempre tomó como suya la Plaza, la ermita y sus aledaños, así como el camino llamado 'El Calvario', y así se detalla en algunos de los acuerdos tomados de las comisiones permanentes, donde se arrienda la plaza de toros y se detalla la finalidad de la recaudación.

La Parra: una de las más antiguas de la región

La plaza de toros de La Parra está situada al lado de la ermita de San Juan, a un kilómetro del municipio. Diversas publicaciones aseguran que hubo festejos taurinos desde el XVI (es una de las más antiguas de la región) y que durante siglos sirvió como descansadero para los rebaños trashumantes. Formaba parte de la ermita la capilla, la sacristía -en la que se vestían los toreros-, un almacén, una vivienda y otras dependencias, entre las que destaca la plaza.

La construcción es irregular, con burladeros o troneras dentro de sus gruesas paredes, que están hechas de piedra y cal. Hay un toril, con separaciones para varios toros. Tiene un aforo de entre 1.000 y 1.500 espectadores. En la ermita se encuentra la hermandad del Cristo de las Misericordias y San Juan Bautista.

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