Oliva de Plasencia echa el candado a su merendero
El ayuntamiento decide controlar el acceso para evitar más destrozos y ahora quienes quieren utilizar el espacio público deben pedir las llaves al alcalde
Ana B. Hernández
Sábado, 8 de junio 2024, 21:10
Es la joya de la corona de Oliva de Plasencia desde que se abriera hace ya nueve años. Desde entonces la ocupación del merendero público de esta localidad, que ronda los 300 vecinos, no ha hecho más que crecer.
Tanto que en no pocas ocasiones son diversos los grupos familiares y de amigos los que se ven obligados a llevar mesas y sillas consigo porque las de piedra que decoran el espacio no dan para todos.
Los 3.000 metros cuadrados del merendero público de Oliva son lugar de peregrinación durante los fines de semana, especialmente, para residentes en otras localidades como Villar o Ahigal, aunque son los placentinos los más asiduos a una zona de esparcimiento ubicada al final del pueblo, con pocas viviendas alrededor y mucho campo.
«Techar la zona del merendero fue, sin duda, un acierto», reconoce Ángel González, alcalde de Oliva de Plasencia. «Hasta entonces venía poca gente, el espacio apenas se utilizaba». Pero fue cubrir con un gran pérgola las tres barbacoas y la seis grandes mesas de piedra, con sus correspondientes bancos, y la situación cambió de manera radical. Se valló el espacio, se adecuaron aseos, se mejoraron terreno y árboles, se instaló un parque infantil, el recinto se completó con maceteros y papeleras, y comenzó la peregrinación.
La rotura del riego
«Decenas de personas vienen cada fin de semana para pasar un día en el campo, estar con familias o amigos, celebrar cumpleaños o despedidas...», detalla Ángel González.
«Especialmente en otoño, invierno y primavera y mucho más allá de los fines de semana; en las noches de verano también es un lugar muy visitado».
De hecho, para fijar un horario y evitar que los asiduos al lugar se quedaran hasta altas horas de la madrugada, porque aunque hay pocos vecinos, los hay y uno de ellos es el alcalde, «decidimos establecer que la iluminación se apagara a las doce de la noche». Después han venido otras medidas, hasta terminar por poner un candado al merendero.
Los destrozos ocasionados en el riego de los árboles, «posiblemente no intencionados» dice Ángel González, llevaron primero al Ayuntamiento de Oliva a colocar una cadena en el amplio acceso al recinto para evitar que entraran los coches.
«Pero nos encontramos al poco con que, para evitar tener que andar unos metros con las neveras y cestas en las manos, alguien decidió acortar el camino haciendo un boquete en el vallado más próximo a las barbacoas», lamenta. «Y esta fue la gota que colmó el vaso», resume.
La posibilidad de cerrar el espacio y controlar su acceso ya estaba para entonces sobre la mesa. Porque el comportamiento cívico ha brillado por su ausencia en los últimos tiempos, «porque hay gente que, simplemente, no se sabe comportar».
A pesar de las cuatro papeleras con sus correspondientes sacos que hay, y un contenedor en la misma puerta del merendero, «nos hemos encontrado con situaciones vergonzosas». Esto es no solo con los desperdicios esparcidos por el suelo y con más basura fuera que dentro de las papeleras, «también con meadas, excrementos y de todo».
Una situación «lamentable», insiste el alcalde, que unida al hecho de las molestias que algunos de los usuarios del espacio generaban a los vecinos, autores también de actos vandálicos, como es «tirar sal a los maceteros y matar las plantas» o arrojar piedras a la piscina del alcalde, sita al otro lado del muro del merendero, el ayuntamiento se ha plantado. «No quiero dar importancia a lo de las piedras», dice Ángel González, «hubiera preferido no tomar la decisión de poner un candado y que este merendero, que es un espacio público, hubiera continuado abierto sin ninguna restricción», asegura. Pero lo cierto es que desde comienzos de mayo el acceso al merendero de la Oliva ya no es libre.
Actos vandálicos
Hay vecinos en el pueblo que lamentan la decisión tomada, sobre todo que se haya adoptado sin previo aviso ni información. «Aquí han llegado familias con los coches cargados para pasar un día en el merendero y se han tenido que dar la vuelta». El alcalde, sin embargo, asegura que, «si ese hecho se ha producido, ha sido una excepción, porque quien quiere venir basta con que aprenda cómo hacerlo».
Dice que los que de verdad son asiduos al merendero no han tenido problema alguno. «Saben que me tienen que pedir a mí la llave», afirma. «Abren el candado, pasan, disfrutan del día y después me la dejan en el buzón de mi casa». El mismo sistema, asegura, «que hasta ahora teníamos para los aseos del merendero, para evitar precisamente su deterioro».
También asegura que la mayoría de los vecinos de Oliva están de acuerdo con la medida adoptada, «porque han visto cómo algunos han dejado el espacio tras un mal uso del mismo», y garantiza que «no habrá marcha atrás en la decisión». La valla de obra con la cadena y el candado que hoy impiden el acceso al espacio serán sustituidos por una puerta. «Pero el control continuará». Y el cartel que lo indica también: «Queda cerrado el merendero por el mal uso de las instalaciones».
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