María Guardiola neutraliza a Vox
La presidenta ha logrado por habilidad propia y demérito del partido de Abascal que no se recuerde que gobierna en coalición
Ana B. Hernández
Domingo, 2 de junio 2024, 07:36
Nunca le gustó lo de la 'Ayuso extremeña' y se afanó en dejar claro que su referente es más Juanma Moreno Bonilla. Más identificada con la imagen moderada del presidente andaluz, fue a él a quien pidió que le acompañara en la presentación de las candidaturas para las elecciones del 28 de mayo de 2023, las que registraron un vuelco político que pocos vaticinaban en la región.
Hace un año, la aritmética parlamentaria permitía al PP gobernar la Junta de Extremadura si sumaba con Vox y, desde la noche electoral, partido y candidata tuvieron claro que el desalojo del PSOE se iba a producir, aunque no sabían entonces cómo hacerlo. Finalmente, María Guardiola, como resumió su admirado Moreno Bonilla, tuvo que «tragarse sus palabras», las que pronunció contra Vox de un tirón el día que perdieron la Presidencia de la Asamblea, y anunció con gesto desencajado que el partido de Abascal estaría presente en su Consejo de Gobierno.
Guardiola comprometió entonces el crédito de su palabra, algo que todavía le recuerdan desde el PSOE, la hizo conocida en la esfera nacional y forma ya parte de su currículum político, pero al mismo tiempo demostró que, en política, a veces dar un paso atrás es el camino más seguro para el éxito.
Igual que el PP andaluz se comió a la formación de extrema derecha en las siguientes elecciones, Guardiola no ha necesitado agotar el primer año de legislatura para que apenas se recuerde que gobierna en coalición con Vox. Buena parte de las 60 medidas recogidas en el pacto de gobierno extremeño son generalidades abiertas a la interpretación, más ruido que realidad.
Tanto es así que ni siquiera el llamado 'pin parental', ni el recorte a las ayudas a la cooperación internacional, ni el rechazo a la acogida de inmigrantes, señas de identidad de la formación de Santiago Abascal, han salido adelante en este tiempo. El PP se lo ha negado a Vox en la cámara extremeña y estos han tragado sin levantar la voz.
El único momento en que la coalición pareció peligrar en la región fue cuando su portavoz en el Congreso de los Diputados, Pepa Millán, instó a Guardiola a rectificar unas declaraciones en HOY en las que aseguraba que no mantenía ninguna relación con Vox, pese a sentar a uno de sus miembros en su Consejo de Gobierno. No es casualidad que esa crisis viniera de fuera de la comunidad, y no de quien ejerce de líder de Vox en Extremadura, a falta de cargos orgánicos regionales, Ángel Pelayo Gordillo.
De formas educadas y poco dado al exabrupto político, el exconcejal de Cultura del PP en el Ayuntamiento de Mérida huye de los enfrentamientos dialécticos y de los asuntos más domésticos. Desde el principio rehusó poner en aprietos al PP, sobre todo tras su designación como senador autonómico, fruto precisamente del pacto de gobierno. Pelayo Gordillo ha destacado más en este tiempo por sus intervenciones en la Cámara Alta, donde se han hecho virales algunos intercambios suyos con el exministro José Luis Ábalos en la comisión de investigación del caso Koldo de las mascarillas, que en la Asamblea de Extremadura.
La bisoñez política del resto del grupo parlamentario, donde ninguno de los otros cuatro diputados autonómicos tenía experiencia en cargo público, como el hecho de pertenecer a una formación piramidal, donde ni directrices ni iniciativas se deciden ni tienen que ver con la región en no pocos casos, difuminan igualmente la presencia e influencia de Vox en la Junta.
Tampoco ayudó la repentina marcha de Camino Limia, la ganadera youtuber elegida por el partido para ocupar la Consejería de Gestión Forestal y del Medio Rural, un departamento muy corto en competencias reales en el que duró 75 días. Su sucesor, Ignacio Higuero, ha ido adquiriendo mayor presencia pública en el debate político a costa de atacar al anterior gobierno socialista de la Junta por el proyecto de regadío de Tierra de Barros, pero en realidad no ha sido capaz de avanzar en el único asunto de calado que de verdad le ha tocado en suerte.
Lo cierto es que María Guardiola no ha ejecutado nada desde que llegara a la Junta que no quisiera hacer en política económica, social, educativa o cultural obligada por Vox. Todo lo contrario. Lo ha hecho sin que esta formación le haya puesto, al menos de manera pública, obstáculo alguno y sin acortar la distancia que la separa de su socio de gobierno en la defensa de los derechos sociales. El PP se ha sumado a PSOE y Unidas por Extremadura en las declaraciones por el día de la mujer o contra la LGTBIFobia. Es verdad que la discordancia de Vox ha impedido declaraciones instituciones, pero ello, más que crearle una crisis, ha facilitado a María Guardiola evidenciar las diferencias con los de Abascal.
Socio fiable
En Vox, sin embargo, sacan pecho de su influencia en las políticas puestas en marcha por la Junta y recuerdan que aún queda mucha legislatura y, por tanto, camino por recorrer. Citan el regreso de la caza controlada en Monfragüe, la reducción fiscal, la defensa de la continuidad de la central nuclear de Almaraz, la reivindicación de unas mejores infraestructuras o el aumento de los fondos destinados a los toros, que se han multiplicado por nueve en los primeros presupuestos del gobierno de coalición en Extremadura.
Tanto Ángel Pelayo Gordillo como Jorge Buxadé, eurodiputado y vicepresidente de Vox, y quien participó en la negociación del pacto de gobierno extremeño, han expresado su satisfacción por la marcha del bipartito. «Dentro del equilibrio de fuerzas en Extremadura, con una sola consejería, y como en todos los gobiernos que compartimos con el PP, estamos adoptando medidas y cambiando la vida de los extremeños», declaró Buxadé en su última visita a la región.
En el Partido Popular, por su parte, han alabado la lealtad demostrada por los de Abascal tras encontrase al Vox más templado de cuantos tienen responsabilidades en gobiernos autonómicos de España. «Vox es un socio fiable», han repetido en más de una ocasión. Un socio cómodo, sobre todo, reconocen de puertas para adentro porque deja hacer tras lograr sus dos principales objetivo: echar al PSOE y entrar en la Junta. A partir de ahí, sin un proyecto regional definido, desarrolla una acción política donde pesan mucho los asuntos nacionales que no interfieren en la gestión del Ejecutivo autonómico, cada vez menos un bipartito y cada vez más el gobierno de María Guardiola.
La presidenta extremeña se tuvo que tragar sus palabras para llegar al gobierno de la Junta, pero en menos de un año está en la senda en la que puede repetir la trayectoria de Juanma Moreno en Andalucía: condenar a Vox a la irrelevancia y asentarse en el gobierno autonómico al que llegó de forma inesperada y dando un paso atrás.
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