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¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?
Tamara Bazaga, Candi Cordero y José Luis Barrantes muestran los tatuajes que se hicieron tras el confinamiento. JORGE REY

Extremeños tatuados por la covid

Extremeños, que en la mayoría de los casos trabajan en centros sociosanitarios, se han hecho tatuajes relacionados con la pandemia desde el pasado mes de mayo

Álvaro Rubio

Cáceres

Sábado, 8 de mayo 2021, 20:58

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'Yo luché contra el covid-19 siendo una guerrera'. Esa es la frase que en tinta negra lleva marcada en su brazo Tamara Bazaga desde el pasado 12 de mayo. Junto a ella, una mascarilla y un guante le recuerdan lo vivido durante los momentos más duros de la pandemia. «Decidí hacérmelo por lo que hemos pasado», reconoce desde El Cactus Rosa, el estudio de tatuaje al que acudió para escribir a golpe de aguja los primeros meses en los que el coronavirus golpeó a Extremadura.

«Soy cuidadora en el centro que tiene la Federación Provincial de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Cáceres (Cocemfe) y, además, mi hermana trabaja en una residencia de ancianos en Garrovillas de Alconétar, donde lo han pasado todavía peor», explica Tamara, que cuenta que en su centro no hubo ningún contagio, pero sí tuvo que hacer frente a situaciones complicadas. «Era muy triste ver cómo los usuarios no podían ver a sus familiares», recuerda esta cacereña de 34 años que ya tiene otros diez tatuajes más.

El relacionado con la covid es el último que se ha hecho, al igual que muchos de los extremeños que han marcado en su cuerpo la pandemia. «Hemos hecho unos 50 tatuajes con motivos que tienen que ver con el coronavirus y sus consecuencias desde que pudimos abrir en mayo de 2020. Casi todas las semanas hacemos uno o nos piden asesoramiento para que les demos ideas», comenta Jesús González, que está al frente de El Cactus Rosa.

«Ha habido muchas personas que han perdido a algún familiar y se han hecho su nombre y unas alas reflejando que se ha ido, o también fechas», añade.

Dice que el último que hizo fue por la muerte de un familiar de un cliente. «Hay quien opta por palabras como 'fuerza' y 'valor' que reflejan lo mucho que se luchó en los momentos más duros. Además de frases explícitas, el tatuaje más solicitado ha sido la tirita y el corazón porque es el que representa el trabajo de los sociosanitarios, el personal de los supermercados, los limpiadores, celadores, auxiliares, enfermeros, etc».

Precisamente es el que Candi Cordero lleva en su mano. Es de Arroyo de la Luz y estuvo trabajando como cuidadora sociosanitaria durante la primera ola en la residencia arroyana, que se convirtió en una de las primeras en las que tuvieron que sufrir la pandemia en Extremadura, cuando aún no se conocía casi nada de este virus.

Su tirita negra y un corazón rojo es parte de esa herida que se hizo tras el confinamiento. «Quería tener un recuerdo de lo mucho que luchamos. Lo que vimos fue muy duro. Lo más complicado era levantarte día a día sin saber lo que te ibas a encontrar», recuerda Candi.

Cuando mira el dibujo pintado en su piel se siente orgullosa. «Creo que la sociedad ha sabido reconocer nuestro trabajo y yo quería que eso estuviera presente. Los médicos, los auxiliares y la gente de a pie que colaboró en todo lo que pudo están representadas en este tatuaje».

Tamara Bazaga muestra su frase junto a un guante y una mascarilla.

Ella no es la única que se tatuó por la pandemia en la residencia de Arroyo de la Luz. «Muchos de los compañeros se lo han hecho. Hay alguno que era el primer tatuaje que se hacía», cuenta mientras muestra algunas de las otras marcas dibujadas en su piel.

Ella ya es una veterana en esto. Tiene 18 tatuajes. «Un ave fénix, la fase lunar, los planetas, el símbolo de Escorpio, una llave, un alambre, un beso, un 13, una cremallera, un imperdible... Son muchos, pero el que más simboliza es el de la tirita con el corazón», reconoce.

Tatuaje de una tirita. JORGE REY

Homenaje a los sociosanitarios

Marca una etapa complicada, como la que pasó José Luis Barrantes, de 26 años. Él es auxiliar de enfermería en la residencia La Hacienda de Cáceres. «También tengo tatuada la tirita y el corazón y para mí representa mucho. Es un homenaje a los sociosanitarios y estoy muy orgulloso de llevarlo», dice este cacereño que tiene siete tatuajes en total. Comenta que al menos otros seis compañeros del centro de mayores en el que trabaja llevan el mismo que él.

«Todos los tatuajes son emotivos. A nosotros nos emociona hacerlos porque recuerdan momentos que han supuesto un antes y un después en la vida de mucha gente», comenta Jesús González, que añade que siguen recibiendo «muchas llamadas de clientes preguntando por este tipo de creaciones».

El estudio de Jesús lleva en funcionamiento dos años y en él también trabajan José Manuel Méndez y Alejandro García, dos jóvenes que han marcado con tinta la piel de muchos cacereños. «Hemos tatuado a personas a las que se le murió el padre y la madre en la misma semana y no se pudo despedir de ellos. Hemos visto a mucha gente llorar mientras le tatuábamos. Nos hemos ido acostumbrando, pero aún así sigue siendo muy duro porque nos cuentan el proceso que han vivido. Al menos, aunque hacemos una herida es una manera de empezar a cicatrizar otra».

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hoy Extremeños tatuados por la covid

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