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¿Qué ha pasado este jueves, 4 de diciembre, en Extremadura?
José Trejo entrena tirando de una rueda simulando las condiciones que encontrará en su desafío. :: PAKOPÍ

El extremeño que retará al frío siberiano

El pacense José Trejo intentará cruzar en marzo sobre patines de hielo los 450 kilómetros del lago Baikal | Para prepararse no enciende la calefacción estos días, duerme con las ventanas abiertas y pasará varias noches en una cámara frigorífica

Lunes, 31 de diciembre 2018, 09:02

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En su casa de Badajoz José Antonio Trejo Picado no enciende la calefacción estos días. Además, duerme con las ventanas abiertas. Es su manera de prepararse física y psicológicamente para cruzar a pie el próximo mes de marzo el lago Baikal, una enorme masa de agua de 636 kilómetros de largo y entre 29 y 80 de ancho al sur de la Siberia rusa en la frontera con Mongolia. Afrontará en solitario y a pie esta travesía que en su caso será de unos 450 kilómetros sobre uno de los desiertos helados más duros del mundo. Lo intentará en el mes de marzo en patines tirando de un trineo donde llevará víveres para dos semanas.

José Trejo entró hace años en la lista oficiosa de aventureros extremeños en activo. Su trabajo está en la Base Aérea de Talavera la Real, pero cada vez le cuesta más convivir con el calor y los veranos los pasa en Groenlandia desde hace ocho años trabajando como profesional de logística de turistas y expedicionarios. «Allí me di cuenta de que los demás cumplían sus sueños gracias a mí y entonces empecé a pensar que ya era hora de que empezara yo a cumplir los míos», declara a HOY, en cuya edición digital escribe un blog compartiendo sus sensaciones ante cada nuevo reto al que se enfrenta.

En 2016 cruzó a vela el Atlántico y el pasado mes de enero finalizó los 66 kilómetros corriendo de la épica ultramaratón de Romanievi sobre la nieve helada de Finlandia, por citar algunos viajes recientes de este soltero sin hijos al que le hubiera gustado entrar en esta dinámica hace veinte años y no ahora que tiene 48, dice antes de relatar gestas de personas mayores que él para darse ánimos de que lo mejor, en su caso lo más duro, está por llegar.

Ahora mismo su entrenamiento es de seis días a la semana e incluye largas carreras tirando de un neumático para habituarse a remolcar el trineo. Además, su preparación incluye montar y desmontar la tienda con guantes y a oscuras o sacar y meter cosas en el trineo metódicamente para memorizar dónde va cada cosa y no perder tiempo en un lugar donde la piel no puede entrar en contacto con el aire más de tres minutos sin entrar en riesgo de congelación. Es más, para entrar en situación y probarse a sí mismo Panificadora El Nevero de Badajoz le va a dejar dormir varias noches en su cámara frigorífica.

Este pacense dice que una actividad le lleva a la siguiente. «En la Romanievi conocí a unos chicos catalanes que habían ido el año anterior en bicicleta al lago Baikal y esta vez irán andando durante cinco días, así que coincidiré con ellos al principio y me servirán de lanzadera, prestándome algo de apoyo psicológico y parte de una experiencia en la zona que yo no tengo».

Vista del lago Baikal antes de que sus aguas se congelen. :: HOY

35 grados bajo cero

Para hacerse una idea, dentro de tres meses el lago será un gran desierto helado expuesto a todo tipo de vientos, los cuales ha estudiado por ciclos para tratar de saber qué se va a encontrar y en qué momentos el viento jugará en su contra o a su favor. Una de las dificultades, adelanta, es un terreno imposible de predecir, donde el hielo se amontona precisamente a consecuencia del viento y esto complicaría mucho las cosas a alguien que se desplaza sobre la cuchillas de unos patines. «En general me orientaré con una brújula y un mapa, pero llevo un sistema de localización por satélite y estoy balizado, así que alguien desde España me podrá informar de la orografía cambiante del lago»

Lo que sí sabe es que la temperatura diurna oscilará entre los diez y los quince grados bajo cero. De noche lo habitual son los 35 grados bajo cero, incluso mucho menos si sopla el viento. El extremeño dormirá en una tienda de campaña sobre el hielo y llevará un material específico para combatir el frío, unos gastos que le están ayudando a sufragar sus patrocinadores de Badajoz Centrowagen y la tienda de montaña Explorer.

La otra cuestión a tener en cuenta es cómo llegará a su destino en cuanto se aleje del confort del hotel. «Le he dado vueltas a la manera más práctica de avanzar y al final me decanté por unos patines de hielo tirando de un trineo que mide 130 centímetros y pesará 50 kilos. También llevaré una especie de vela pequeña de menos de dos metros cuadrados que me ayudará cuando tenga viento de cola. Pensé en llevar una cometa más grande, pero no quiero correr ese riesgo porque no tengo suficiente experiencia en manejarla», dice en un asomo de sensatez alguien que no ha dudado en experimentar durante sus retos, como cuando se embarcó para cruzar el Atlántico sin apenas horas de navegación a vela.

Parece que el frío, la orientación y el cansancio puedan ser sus peores enemigos, pero no son éstos los únicos contratiempos. Trejo ha aprendido este año a patinar, a día de hoy sigue mejorando sus habilidades sobre los patines en línea y estos días aprovecha que en Elvas (Portugal) han montado una pista de hielo para practicar en terreno real, algo que empezará a hacer también en la Laguna Grande del Circo de Gredos, que acaba de helarse este invierno. «Lo bueno que saco de esta experiencia es que saldré de ella sabiendo patinar, por las bravas, lo sé, pero no me queda más remedio que aprender», dice riendo. Pero además de una hipotermia o un resbalón hay más amenazas en el Baikal. No son los animales. «Los lobos siberianos no me importan y los osos grises están hibernando. Me dan más miedo las personas, concretamente los rusos borrachos de vodka que se adentran en el lago para hacer carreras de coches».

Pensando en el Polo norte

Trejo reconoce que éste es el mayor desafío al que se ha enfrentado hasta ahora, pero admite que si algo falla ha pensado en varias vías de escape. La primera es aproximarse a la orilla occidental, habitada por la etnia de los buriatos, de origen mongol. La otra es activar el plan de rescate que se presta en hovercraft (aerodeslizador).

De culminar con éxito su aventura, José Trejo ya está pensando cómo superarse. «En realidad la travesía del Baikal la considero un entrenamiento para ir al año que viene al Polo Norte Geográfico. Busco patrocinadores porque mi idea es pinchar allí por primera vez la bandera de Extremadura, no sé si algún extremeño lo ha hecho», señala este pacense que ha tenido que hablar seriamente con sus padres sobre su manera de ser. «Llegó un momento en que cada vez que me iba a algún sitio mi madre derramaba una lágrima como si marchara a la guerra. Les tuve que explicar que a mí estas cosas me hacen feliz y creo que ya lo han entendido».

«Cada vez que me iba mi madre derramaba una lágrima, pero le expliqué que a mí esto me hace feliz»

Una bandera extremeña sobre el punto más profundo

El lago Baikal está en la Siberia y es conocido porque se trata del más profundo del mundo, albergando un 20% de la reserva de agua dulce del planeta. Tiene en uno de sus puntos 1.680 metros de profundidad (que se sepa hasta hoy) y justo cuando pase por ahí José Trejo pinchará una bandera de Extremadura. El lago Baikal es inhóspito, pero sus bordes no llegan a estar deshabitados. Está entre montañas, lo que multiplica su belleza y es visitado tanto por turistas como por científicos debido a su antigüedad de 25 millones de años y a unos microorganismos que dejan su agua extraordinariamente transparente. Cuando el extremeño José Trejo llegue dentro de tres meses estará totalmente helado. Su itinerario de avión es Madrid-Moscú-Irkutsk. Su punto de partida a pie será Ust-barbuzin, que significa 'fuertes vientos' y el punto de llegada, 450 kilómetros después, es Kultuk, un poblado de 3.700 habitantes en el extremo suroeste que lo devolverá a esa zona de confort que él detesta.

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