Blanca Martín | Presidenta de la Asamblea de Extremadura
Día de Extremadura 2025
Extremadura, duraEl verano negro que hemos vivido ha vuelto a demostrar que en esta tierra somos diferentes, que se ha colaborado y ayudado bajo el prisma de la unidad en torno a un único fin, luchar contra el fuego y salvar a la población de cualquier riesgo
Viernes, 5 de septiembre 2025
Cada 8 de septiembre, Extremadura, los extremeños y extremeñas celebramos nuestro día como pueblo desde 1985. Precisamente este 2025 se cumplen 40 años desde aquella primera festividad en la localidad de Guadalupe después de la aprobación en la Asamblea de Extremadura de la Ley 4/1985, de 3 de junio, del Escudo, Himno y Día de Extremadura, con un amplio consenso político.
Pero, quizá, sea uno de los años más difíciles para escribir unas palabras con las que festejar nuestra efeméride regional.
El verano ha sido duro, muy duro. Un verano teñido de NEGRO, porque nuestra tierra ha sufrido el horror del fuego en prácticamente sus cuatro puntos cardinales, lo que ha supuesto dolor y sufrimiento. No solo para los afectados directos, sino para la población extremeña en general. Hemos visualizado el fuego, hemos visto y respirado el humo de ese fuego despiadado que afectaba a montes y dehesas, en nuestra región, pero también en nuestro país vecino Portugal.
Hemos sufrido una patología difícil de definir, como es el 'dolor del alma', ante tanto desastre natural. Ese dolor se traduce en impotencia, pero también en esperanza para que todos aquellos efectivos que luchaban en esa batalla diaria lograsen acabar con ese infierno de llamas. Por eso, desde estas líneas, permítanme agradecer al Infoex, BRIF, UME, SEPEI, CEPEI, Guardia Civil, Protección Civil, Cruz Roja, psicólogos, trabajadoras sociales, servicios sanitarios, voluntarios, medios de comunicación, servicios de extinción de incendios llegados de otras comunidades autónomas y de otros países de nuestro entorno europeo, así como a tantos y tantos que han contribuido no solo a apagar las llamas, sino también ayudado y auxiliado a los vecinos y vecinas, que han sufrido tanto en evacuaciones como en confinamientos, a hacer más liviano su dolor e incertidumbre durante esos días.
«Hay valientes, gente joven que ha decidido formarse y volver a sus pueblos a ejercer su profesión y establecer su familia contribuyendo a luchar contra la despoblación»
También me gustaría mostrar mi reconocimiento a la POLÍTICA. Permítanme que la escriba en mayúsculas en estos 'tempus horribilis' en los que se encuentra. Esa política que en momentos de sufrimiento se convierte en su esencia propia de servicio público. Política representada en todos sus estamentos, gobierno regional, gobierno de la nación, diputaciones provinciales y ayuntamientos. Política que inevitablemente en algunos momentos no está exenta de rifirrafes, pero que al margen de ellos se ha podido volver a demostrar que en esta tierra somos diferentes, que se ha colaborado y ayudado bajo el prisma de la unidad en torno a un único fin, luchar contra el fuego y salvar a la población de cualquier riesgo. Quizá el ruido a veces nos hace perder la visión, esa que las cámaras no suelen captar que se materializan en abrazos de verdad, ojeras por la falta de sueño y desvelos para conciliar el sueño, lágrimas de impotencia, estados emocionales difíciles de gestionar por la incertidumbre y no acabar de ver la luz al final del túnel. De esto también ha habido entre los responsables políticos de distintos colores, aunque como digo, son cosas que no se ven pero que sí merecen que se reconozcan.
Ahora llega el momento de escribir sobre un lienzo BLANCO la 'reconstrucción' de las zonas arrasadas y las ayudas a las familias afectadas, de 'repensar' nuestro futuro. Hemos vivido un verano de temperaturas continuas insoportables desde el mes de mayo, durante sus días y sus noches, donde la pobreza energética ya no se circunscribe a una estación del año para poder poner la calefacción o un brasero, sino aire acondicionado o un ventilador que en muchos hogares no pueden hacerlo ni permitírselo poco más que unas horas. Han sido muchos los paisanos y paisanas que han vivido su propio autoconfinamiento en sus hogares por no poder pisar la calle debido a los más de 44 grados durante jornadas continuas y que las noches no aliviaban, especialmente muchos de nuestros mayores en las grandes localidades de nuestra región.
Porque en los pueblos, en el medio rural, las cosas son de otra manera. El calor nocturno se afronta con unas sillas en la calle para tomar el efímero fresco y socializar en conversaciones sobre el tema estrella de este verano «qué calor», «esto nunca ha sido así» u «otra noche de sudorina». Entornos rurales a los que volvemos en el periodo estival desde otros puntos de España, herederos de la emigración que sufrimos, o buscando un respiro desde nuestras residencias habituales en la región.
Ahí sí ponemos en valor lo rural, la vida tranquila, los entornos naturales pintados en un VERDE frondoso que nos reconcilian con el gris asfáltico de nuestras rutinas diarias. Ahí sí exclamamos eso de «¡qué suerte tener pueblo o ser de pueblo!», fervor momentáneo veraniego que se pasa hasta otro año cuando volvemos. Pero la vida en los pueblos sigue, cada vez más envejecidos y en muchos casos perdiendo población, lo que supone abandonar los sectores más tradicionales como la agricultura y la ganadería.
Aunque también hay valientes, gente joven que ha decidido formarse y volver a sus pueblos a ejercer su profesión y establecer su familia contribuyendo a luchar contra la despoblación. Aunque no lo parezca hay más casos de los que creemos, y seguro que a todos nos vienen a la cabeza. Yo hoy aquí quiero reconocer esa labor a dos jóvenes docentes, Candi y Roberto, que pudiendo ejercer su labor en cualquier urbe de este país decidieron volver a su pueblo, y contribuir a su desarrollo a ras de cielo.
Tenemos, debemos apostar por nuestros pueblos tal y como nos manda nuestro Estatuto de Autonomía en su artículo 1.4. Extremadura sigue siendo VERDE intenso en nuestra naturaleza, BLANCO para escribir nuestro destino y el NEGRO estoy segura que, como siempre, será superado por la dureza de nuestra idiosincrasia.
¡Viva Extremadura!