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Urgente Herido muy grave un hombre de 28 años tras una salida de vía en la provincia de Badajoz
Vista de Santa Marta de los Barros. HOY

El rico lanzado a un pozo en Santa Marta de los Barros

CRÓNICA NEGRA EN ENTREMADURA ·

Un vecino acaudalado apareció en el corral de su casa ahogado boca abajo y con las manos atadas. En el pueblo sospecharon de sus hijos, pero la investigación dio un giro

Sábado, 24 de julio 2021, 08:20

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El 12 de febrero de 1898 desapareció de su caserón un rico vecino de Santa Marta de los Barros. Tenía varios hijos, pero vivía solo y destacaba en el pueblo, por ejemplo, por portar sombrero y capa como los ricos de las capitales. Al no encontrarle en su habitación, registraron la vivienda y se llevaron una sorpresa desagradable. El cadáver de Manuel T. estaba boca abajo en el pozo del corral. Había muerto ahogado, con un pañuelo como mordaza y una cuerda que unía sus manos en la espalda.

¿Quién asesinó al rico del pueblo en el pozo? Pues los vecinos pensaron que su propia familia. Por dos razones: para heredar y porque los rumores señalaban que este hombre frecuentaba prostitutas, lo que no agradaba a sus parientes.

La Guardia Civil se dejó llevar por la hipótesis del parricidio. De hecho, los periódicos de la época destacan que dos de sus hijos se perdieron el funeral de la víctima porque fueron interrogados durante varios días. Finalmente salieron a la calle ante la indignación de sus vecinos, que ya los habían juzgado y condenado.

Quizá el caso nunca se hubiese cerrado y en el pueblo siempre hubiese quedado esa mancha sobre sus parientes. Sin embargo, los verdaderos culpables fueron unos ineptos. Varios vecinos de escasos recursos comenzaron a pagar cuentas con monedas de oro y saltó la liebre.

Una de las monedas llevó directamente a Patricia N., una joven casada que se ganaba la vida, entre otras labores, como prostituta. La Guardia Civil la interrogó para averiguar si el fallecido era uno de sus clientes. En un principió lo negó, pero finalmente confesó que todo había sido un plan concebido por su marido, un maleante habitual.

La idea fue de Ramón M., apodado en Santa Marta el Madrileño. En enero reunió en su casa a tres conocidos: Juan S., José V. 'Che el Valenciano' y Juan Ramón R. Planearon sacar a Manuel de su casa citándolo con Patricia y aprovechar para robar la vivienda. Calculaban que podría esconder unas 25.000 pesetas en el caserón, toda una fortuna en esa época.

La ejecución del robo, sin embargo, fue un fiasco. Solo se llevaron unas 1.400 pesetas, un sombrero, una capa, un revolver y además dejaron un cadáver.

La noche de autos

La idea inicial era llevar a cabo el plan a principios de enero de 1898, pero Manuel tuvo visitas en su casa y debían esperar a que estuviese solo. Finalmente el 12 de febrero Patricia le entregó una nota en la que le citaba en casa de ella para un encuentro sexual. Cuando salió por la puerta de atrás de su caserón, los cuatro hombres saltaron la tapia y se colaron en el corral, donde lo esperaron mientras se veía con la mujer de uno de ellos.

La víctima fue encontrada dentro de un pozo en su corral. HOY

Cuando Manuel T. entró de nuevo a su casa por el mismo acceso, los ladrones se echaron sobre él. Los sorprendió porque trató de defenderse sacando un revolver, pero lograron quitarle el arma, lo amordazaron y le ataron las manos a la espalda. Ya a su merced, usaron sus llaves para entrar en la casa principal. Juan S. se quedó custodiando a la víctima y el resto registraron la casa. En el baúl de la habitación principal encontraron algo de dinero, pero un botín mucho menor del que esperaban.

La Fiscalía describió muy bien lo que ocurrió entonces en el juicio posterior: «Pareciéndoles que Manuel debía poseer más dinero, volvieron al corral, le intimidaron para que manifestase el sitio, y como contestase que carecía de él, dos de ellos le condujeron al pozo que existe en el corral, le hicieron poner de bruces sobre el brocal, para que comprendiese que estaban decididos a arrojarle al pozo».

El vecino acaudalado habló y consiguieron algo más de dinero, en total unas 1.400 pesetas. Tampoco les pareció suficiente y continuaron con la tortura. En un momento dado, Manuel T. reconoció a uno de los ladrones por su voz. Le llamó por su nombre y entonces le soltaron. La autopsia reveló que cayó vivo al agua y murió por ahogamiento.

Tras la confesión de Patricia, su marido, el Madrileño, huyó, pero cinco personas fueron procesadas por los hechos. Además de la mujer que atrajo a Manuel fuera de su casa, llegaron al juicio los tres ladrones varones y una vecina de la prostituta, Juliana Díaz, por encubridora. Pidió a los implicados «5 duros», es decir, 25 pesetas en una moneda de oro, para callarse las sospecha que tenía, según defendió la Fiscalía.

El proceso tuvo lugar entre noviembre y diciembre de 1899 en la sala segunda de la Audiencia Provincial de Badajoz y causó mucha expectación. «Al darse la voz por el alguacil, la avalancha de gente invade el edificio. La tribuna también se encuentra totalmente ocupada, figurando entre los espectadores muchas señoras», narró el periódico La Región Extremeña para describir la primera sesión.

Los hechos estaban bastante claros, pero la clave del crimen era quién había lanzado a Manuel al pozo. No quedó claro porque se fueron intercambiando acusaciones entre ellos. Juan, por ejemplo, admitió que sujetó a Manuel en el pozo boca abajo con ayuda de Juan Ramón. Aseguró que el rico reconoció la voz de este segundo y que fue el que lo soltó. Afirmó incluso que trató de agarrarle la bota cuando estaba cayendo, pero que no fue capaz.

Obligada a prostituirse

La defensa de Patricia consistió en afirmar que su marido la había obligado a participar en los hechos. Aseguró que había escrito la nota con la que citó a Manuel tras recibir una paliza y que, igualmente, la habían forzado a acercarse a la víctima, cuando pasaba cerca de su casa, para entregársela. El jurado no la creyó. Rechazó sus argumentos y fue condenada a muerte por garrote vil, igual que los otros tres hombres procesados, ya que su marido estaba huido.

La única que se libró fue la otra mujer implicada, Juliana. Su defensa alegó que solo pidió la moneda de oro a sus vecinos para tener una prueba de que eran culpables y su versión la salvó.

¿Fueron ejecutados? No hay registros que lo confirmen, pero todo indica que los tres varones condenados fueron sometidos a garrote vil en Santa Marta y el Madrileño también porque fue detenido después. Se escondía muy cerca. Fue localizado en Villafranca de los Barros en 1900 y los que habían sido sus cómplices lo identificaron en prisión.

Patricia se salvó porque el Supremo sí aceptó que había obrado forzada por su marido. Salió de la cárcel tras ocho años.

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El rico lanzado a un pozo en Santa Marta de los Barros