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Abel y Juan Manuel Castaño Pacheco tienen 30 y 34 años respectivamente y en apenas dos semanas abrirán su recién reformado obrador en el que elaboran todo desde cero.

Golimbeo, el dulce proyecto de dos hermanos talentosos

Representan a una nueva generación formada y que domina las técnicas más complicadas, pero que no se olvida de las tradiciones. Desde su obrador, situado en Los Santos de Maimona, asesoran y hacen los postres de numerosos restaurantes extremeños

Viernes, 23 de mayo 2025, 13:55

Mientras hay niños y niñas que se entretienen con una cocinita, Juan Manuel y Abel Castaño, un par de hermanos criados en Los Santos de Maimona, vivieron ese juego infantil elevado a la máxima potencia gracias al oficio de su familia paterna. Dedicada a la venta ambulante en general y al menaje de cocina en particular, los conocidos como los «Cacharreros», tenían un almacén donde estos hermanos pasaban las tardes enredando entre peroles, vasos y «cacharros» varios.

Y de ahí sospechan que les viene su amor por la gastronomía, especialmente a Abel, el más pequeño. «Es mi pasión desde chico. Ni siquiera sé el porqué, pero sí sé que la repostería es para mí algo reconfortante y el obrador, un lugar en el que estoy muy cómodo». Ahora, con 30 primaveras es, junto a su hermano Juanma, el responsable del proyecto llamado Golimbeo.

Abel considera que un pastelero debe ser preciso, técnico, pero sin miedo, y creativo sin olvidar la pastelería tradicional de su zona.

Tras tres años de andadura, están en un momento bonito, de mucho trabajo, en el que se dedican a hacer dulces a medida para salones y restaurantes, además de asesorarlos con las cartas de postres. En apenas dos semanas abrirán su obrador tras una potente reforma. «Tenemos trabajo para siete», bromean.

Pero no todo ha sido amable en su carrera profesional. Juanma, que es cuatro años mayor que Abel, empezó a estudiar Bellas Artes, pero al tercer año lo dejó. Se matriculó a la vez que su hermano en la escuela de cocina de Orellana la Vieja, donde compartieron hasta pupitre. Sin embargo, mientras que Abel era un apasionado de la técnica, a Juanma le quedó repostería para septiembre, tal y como recuerda ahora entre risas. «Hacemos dulces, helados, postres... porque es el sueño de mi hermano; él es realmente el capitán de este barco», manifiesta con honestidad.

De suspender pastelería en la escuela profesional a tener su propio obrador referente en la repostería artesanal extremeña.

Septiembre llegó, Juanma aprobó y los hermanos decidieron emprender en su querido pueblo, por lo que abrieron una cafetería con obrador propio en Los Santos de Maimona. Tacita y dulce se llamaba. Ellos elaboraban absolutamente todo, no sin grandes dificultades.«En la escuela te enseñan repostería, pero para hacerla en casa, no para enfocarte en un negocio. Así que no sabíamos hacer pastelería en grandes cantidades, íbamos pastel a pastel». Hasta pasados nueve meses no comenzaron a elaborar en planchas.

Con tristeza cuentan cómo trabajaban horas y horas y no tenían ni para un sueldo, por lo que, tras cinco años intentándolo, tuvieron que cerrar. «El pueblo no entendió la pastelería que hacíamos. Era todo absolutamente casero: huevo, nata, mantequilla... En nuestro obrador jamás ha entrado nada industrial y eso encarece el precio del producto final». Una docena de sus piononos con yema valía el doble que los de la competencia. «De hecho, los dos últimos años, nos compraba más la gente de fuera que de nuestro propio pueblo. La cuarta temporada hicimos casi 30 comuniones en Fuente del Maestre y tres en Los Santos».

Así que con mucha frustración y pena bajaron su persiana. Unos días después, la pandemia cerraba el resto de negocios. En esos dos años trabajaron en otras cosas y, mientras que Abel quería venderlo todo y olvidarse del tema, Juanma le pedía que confiase y aguantase un poco más.

Entonces aparecieron Adrián Diaconu y Eduardo Cumbreño, los dueños de Vaova Gastro. «Estaban arrancando un proyecto en Badajoz y contaron con nosotros para el diseño de los postres. Desde entonces, seguimos en contacto con ellos y eso nos abrió muchas puertas más», indica Juanma. Su confianza dio frutos y volvieron a arrancar la maquinaria en el mismo obrador, pero sin venta física.

Es ese mismo espacio el que han remodelado por completo, pues se les quedaba muy pequeño. «Hemos llegado a tener doce clientes y no teníamos apenas espacio, así que hemos utilizado el hueco de la cafetería para hacerlo obrador también». Van a pasar de 30 metros a 120 metros cuadrados y maquinaria actualizada, y lo mejor de todo es que lo han hecho ellos mismos, con ayuda de algunos familiares. «Hemos hecho de peones, electricistas, fontaneros... ».

Aunque están enfocados en salones y restaurantes, cuando abran la nueva versión de Golimbeo, sí aceptarán algún encargo para particulares. Además, prevén hacer próximamente envíos a toda España de sus deliciosos helados y tartas de queso. Y quizás, en un plazo medio, reconciliarse con una cafetería, pero esta vez en Mérida.

Más de 400 referencias

En estos tres últimos años que se llevan dedicando a algo que definen como una «quinta gama dulce de calidad», cuentan ya con más de 400 referencias de postres. «A veces solo es un cambio en el chocolate o en una galleta, pero nunca repetimos receta. Nos gusta que cada restaurante tenga postres únicos. Es una auténtica locura, pero al menos no caemos en la monotonía y no paramos de aprender».

Confiesan que lo que más les atrae es cuando les dicen que hagan lo que quieran. «Lo más chulo es cuando confían en ti y te dan libertad. Salen cosas más creativas que cuando te piden un brownie de chocolate, por ejemplo». Sin embargo, no les preocupa lo más mínimo que su nombre no aparezca por ningún lado. «En el sector se sabe ya quiénes somos y cómo trabajamos. Además, lo hemos pasado tan mal con la cafetería, que ahora que por fin tenemos un sueldo y nos va bien, nos conformamos y somos felices».

Segundos en el nacional

Pero de conformistas no tienen un pelo. En octubre de 2024 ganaron el campeonato regional de repostería, lo que les valió el pase al nacional. «Ahí fue cuando nos pusimos definitivamente el nombre de Golimbeo, que es una palabra que se usa mucho en el pueblo y representa muy bien lo que hacemos».

Tras ganar en Cáceres, la asociación organizadora, Aparex, les dijo que de cara al nacional, que tenía lugar mes y medio después en Torrelavega (Cantabria), tenían que ponerse las pilas. Así que estuvieron un mes pensando, contextualizando y poniendo sobre el papel sus ideas, para ejecutarlas con pericia en quince días. «Fueron muchas noches sin dormir, una auténtica locura», rememoran.

Finalmente, presentaron un brasero de picón humeante para el que utilizaron un queso con DO de Cantabria, leche de vaca fresca y hojaldre cántabro. Y muchas cosas más, pues la elaboración tenía en total trece referencias diferentes:una infusión de madera de almendra, otra de agua que simulaba el carbón, crema de canela quemada, chocolate ahumado con encina, bombones de castaña asada, hielo seco, cítricos...

Hicieron hasta los braseros para destacar con este postre de sabores ahumados. Y lo consiguieron.

Una preparación tan atractiva que cuando empezaron a emplatarla, los asistentes se subieron al escenario para verla en primer plano y, aunque quedaron segundos por un punto de diferencia con Canarias, esta fantasía de postre fue el que salió en las portadas al día siguiente. Además, ganó en la categoría de mejor hojaldre. «Quisimos homenajear a las fiestas populares otoñales, ya que descubrimos que en Cantabria y en Los Santos se hace lo mismo. Como nueva generación, consideramos que es nuestro deber reivindicar estas tradiciones, porque lo que no se conoce no se quiere y, por tanto, no se cuida». Arraigo, valores, cultura y por qué no, también vanguardia y técnica. Eso es Golimbeo.

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