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¿Qué ocurre en la piel cuando alguien se hace un tatuaje?
Ciencia

¿Qué ocurre en la piel cuando alguien se hace un tatuaje?

Desde mediados del siglo XX, el tatuaje en las culturas de Occidente empezó a abandonar su imagen negativa y a convertirse, cada vez más, en una forma totalmente legítima de decoración corporal

mauricio-josé schwarz

Sábado, 14 de mayo 2022, 00:30

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Los científicos que han estudiado a Ötzi, el hombre que se mantuvo preservado durante 3.500 años en los Alpes, han identificado 61 tatuajes en su piel, que son los más antiguos conocidos. Sin embargo, los expertos creen que más que una función estética o simbólica, estos tatuajes se aplicaban en la creencia de que tenían algún poder curativo o protector. Organizados en 19 grupos de líneas, puntos y cruces, se encuentran sobre todo en la la espalda y articulaciones donde el hombre de la era del cobre tenía afecciones degenerativas. La conclusión es que los tatuajes tienen al menos 4.000 años de antigüedad, como lo muestran figuras de cerámica de mujeres que los llevan en sus cuerpos.

A lo largo de la historia, los tatuajes se han considerado por igual amuletos mágicos, señas de identidad, declaraciones de amor o expresiones de admiración… a veces obligación y orgullo cultural como en el caso de los maoríes y sus tatuajes faciales de hombres y mujeres, llamados genéricamente 'ta moko', a veces marcas de infamia como los tatuajes a esclavos y a presos en los campos de la muerte nazis… a veces indicación de carácter antisocial, reservado a marineros, prisioneros y otros personajes en los márgenes de su comunidad. Los tatuajes como identificación criminal tienen una larga historia, desde los yakuza japoneses hasta los más burdos tatuajes carcelarios de las pandillas centroamericanas.

Los tatuajes de Ötzi.
Los tatuajes de Ötzi. MARCO SAMADELLI / EURAC / SOUTH TYROL MUSEUM OF ARCHAEOLOGY

Desde mediados del siglo XX, el tatuaje en las culturas de Occidente empezó a abandonar su imagen negativa y a convertirse, cada vez más, en una forma totalmente legítima de decoración corporal, junto con los 'piercings' y otras formas de alteración del cuerpo, que pueden llegar a límites extremos como el tatuaje de la esclerótica y algunos tatuajes faciales. Pero más allá de esos casos muy minoritarios, hoy se calcula que llevan tatuajes decorativos el 5% de todos los europeos, el 15% de los españoles, el 20 % de los estadounidenses y el 25% de los canadienses.

Cómo se entinta la piel

El nombre 'tatú' proviene del tahitiano 'tatau', palabra que significa marcar o golpear, y que hace referencia a algunas de las más tradicionales técnicas de aplicación de tinta, en las que una aguja de madera, hueso, bambú u otro material adecuado se empapa en tinta, se aplica sobre la piel y se golpea con un palo o martillo pequeño para que entre en la piel y deje la tinta dentro de ella.

La revolución industrial llegó al tatuaje cuando Samuel F. O'Reilly de Nueva York, patentó, en 1891, una máquina de tatuar basada en la pluma grabadora eléctrica que Thomas Alva Edison había patentado a su vez en 1876. La máquina usaba un motor eléctrico para introducir y extraer rápidamente las agujas de tatuaje y es la base, con una tecnología más desarrollada, de las que utilizan hoy los tatuadores.

Una máquina de tatuaje tiene la función básica de introducir y extraer rápidamente las agujas en la piel entre 50 y 3.000 veces por minuto para crear el dibujo. La punta de la máquina puede tener desde una hasta más de una decena de agujas, dispuestas en diversos formatos para lograr los efectos deseados, desde una línea simple hasta complejos sombreados y matices.

La piel humana está formada por tres capas. La epidermis, que es la que está en contacto con el medio ambiente; la dermis, una matriz de células y gel donde se encuentran los folículos pilosos; las glándulas sudoríparas y sebáceas y todo tipo de terminaciones nerviosas que perciben la temperatura, distintas formas de tacto y, por supuesto, el dolor.

Activa un proceso inflamatorio

Para crear un tatuaje perdurable, las agujas deben cruzar la epidermis y entrar en la dermis. Pero no se trata de agujas huecas que inyecten tinta, como creen algunos, sino que su cuerpo está empapado en tinta. Cuando la aguja sale con fuerza de la piel, crea un vacío en el orificio que ha creado que absorbe la tinta hasta dermis. Es esto precisamente por lo que los tatuajes duelen: se realizan lesionando un tejido que tiene muchos receptores del dolor.

La herida que produce la aguja activa el proceso inflamatorio del cuerpo y, por ello, las células del sistema inmune tanto de la sangre como del sistema linfático van a reparar el daño. Las células llamadas macrófagos se comen el material invasor, la tinta. Algunas vuelven a los ganglios linfáticos, pero otras mueren y quedan en el lugar de la lesión, llenas de grandes glóbulos tinta que no se puede eliminar. Otras partículas de tinta quedan atrapadas en la matriz de gel de la dermis, y otras son engullidas por células de la piel llamadas fibroblastos. Son las células repletas de tinta las que se pueden ver a través de la traslúcida epidermis. Y es este proceso el que hace que los tatuajes sean permanentes.

Aunque también se aplica tinta en la epidermis, como es una capa que se renueva constantemente descamándose (cada día, en promedio, un ser humano abandona a su paso cinco mil millones de células de piel muertas), al cabo de entre dos y cuatro semanas se desprenden todas las células epidérmicas con tinta dejando el aspecto final del diseño. Un 70% de la tinta quedará en la dermis y un 30% será eliminado por el sistema inmune o será parte de la muda constante de la epidermis.

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Aunque perdurables, las defensas del cuerpo, el paso del tiempo y la exposición a la luz del sol actúan inevitablemente para que poco a poco se desvanezca cualquier tatuaje. El cuidado de la piel y la vida sana aumentan la duración de los tatuajes, que siempre pueden renovarse. Pero aunque los tatuajes perduren, a veces el sentimiento que los originó no permanece y se puede querer eliminar el tatuaje.

Esto se hace utilizando un láser que entra en la piel y es absorbido por la tinta, que se calienta y se rompe en trozos más pequeños que ahora sí pueden eliminar los macrófagos. La tinta negra es la más fácil de eliminar, porque absorbe todas las frecuencias de la luz del láser; las tintas de colores son más problemáticas y requieren láseres especializados con longitudes de onda afinadas para ellos.

Reacciones alérgicas

Las tintas actuales han avanzado mucho desde el carbón y cenizas originales. Sin embargo, al no estar reguladas, pueden acarrear numerosos riesgos. Algunas llevan metales pesados como mercurio, cadmio o cromo, óxidos metálicos como los ferrocianuros y elementos como antimonio, brilio, calcio, litio y azufre y pueden tener efectos a largo plazo. Todas pueden generar además reacciones alérgicas. Son los tatuadores profesionales quienes pueden prever los efectos secundarios y recomendar las mejores opciones.

Aún así, nunca hay garantía de que un tatuaje se pueda eliminar del todo, además de que hay riesgos de inflamación y cicatrices en la piel como resultado del proceso. Así que siempre es mejor pensárselo bien antes de entrar en la tienda de un tatuador y pensar a largo plazo.

A un plazo de hasta 3.500 años.

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