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¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Pagina publicada en el Diario HOY el 14 de febrero de 1986. Hoy

«Hay que ver primero las letras de las murgas»

En 1986 el alcalde de Talavera intentó censurar las letras de las murgas antes de que las cantaran. Es una excepción, los políticos pacenses han defendido siempre el 'que hablen de mí, aunque sea mal'

Viernes, 5 de febrero 2021, 15:53

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«El sillón de la alcaldía es sillón de muchos panes, todos quieren el sillón por setenta millares. ¡Ay, que tíos, ay, que tíos, qué carotas han salío». Esta copla tan naif pretendía cantarla la murga 'Desde Talavera a Bruselas' en el concurso de Talavera la Real de 1986. Días antes, sin embargo, el alcalde de la localidad le mandó una carta a todas las agrupaciones inscritas para exigirles que presentaran las letras en el Ayuntamiento antes de cantarla.

«Para poder participar en el concurso organizado por este Ayuntamiento, es necesario que presenten la letra de las canciones en estas oficinas municipales. Esto es debido a que según informes sobre el particular, algunos grupos se proponen atacar e insultar a autoridades y otras personas de esta localidad, escudándose en el Carnaval«. Esto decía la carta que firmaba el entonces alcalde de Talavera, de un partido independiente.

Con la polémica formada, días después el mismo alcalde intentaba justificarse con esta frase: «Me parece bueno que se haga una crítica constructiva contra el alcalde o los concejales, siempre que sea constructiva».

Este es el único intento de censura tan público y notorio en 40 años de Carnaval, donde la libertad de expresión ha sido sagrada para las murgas y respetada por los políticos pacenses que han defendido siempre eso de «que hablan de mí, aunque sea mal».

En Badajoz, se le ha cantado sin filtros al alcalde desde los tiempos de Luis Movilla, el primer regidor que vio el resurgir de la fiesta, hasta Francisco Fragoso e incluso más allá, hasta Ignacio Gragera que será quien le releve en el cargo.

En el primer concurso en el Teatro Menacho, en 1982, la copla más famosa de ese año estaba dedicada al alcalde, cuyo coche se lo había llevado la grúa. A partir de entonces no ha habido un año donde en alguna letra no haya ido un dardo a los políticos.

«El día que no se metan con el alcalde, me tendré que ir a mi casa»

Manolo Rojas, que además fue miembro de El Guatinay, decía al respecto en 1989: «A la clase política le gusta ese sentido crítico de las letras de sus canciones e incluso que arremetan contra mí y mi gestión en el Ayuntamiento, pues lo malo será cuando no me mencionen». Un año después reiteraba: «Yo suelo decir que el día en que las murgas y coros salgan a cantar y no se metan con el alcalde, me tendré que ir a mi casa. Si no se critica, es que la gente pasa del alcalde y eso es contraproducente».

Su sucesor, Gabriel Montesinos, ha sido hasta ahora el único regidor quejoso con las murgas, sin llegar nunca al extremo del alcalde talaverano. En 1992 protestó porque las letras que se habían cantado en el concurso eran «injustas», decía. Eso no le libró de las críticas, en el año 1995, meses antes de salir de la Alcaldía, 'El nombre da igual' le dedicó esta letra: «A pesar de su gomina en el pelo, dentro de un par de meses en el paro nos veremos».

Ese mismo año ganó Miguel Celdrán las elecciones, un carnavalero confeso que participó en la recuperación de la fiesta a inicios de los 80 con su peña 'Los 18-1' y que encajó siempre con deportividad las coplas de los dieciocho febreros que estuvo en la Alcaldía.

Celdrán, a la izquierda sentado sobre el coche, con su peña '18-1' en el Carnaval de 1983. Alfonso

«Me acerqué al ayuntamiento, pregunté por Don Celdrán y me dijo el señor guardia, no sé dónde coño está. Búscalo por la movida, seguro lo encontrarás, si no está dentro la carpa, disfrazao pal carnaval...», así le cantaba El Guatinay en 1997.

El intento fallido de Fernández Pirfano

En su equipo de gobierno, sin embargo, el concejal de festejos ya fallecido, Luis Fernández Pirfano amagó en 2001 con censurar las letras de las murgas. A finales de ese año y viendo cómo había crecido la participación en el concurso, el Ayuntamiento se propuso hacer un reglamento para organizarlo.

Las murgas chillaron en cuanto vieron el borrador, en el que se proponía: «La inhabilitación indefinida de aquellos grupos que en sus letras del repertorio atenten contra la intimidad o imagen de la persona«. El intento de censura no solo no se consumó, sino que fue contestado por las murgas al año siguiente en el concurso. Desde entonces, aunque el reglamento se ha vuelto a reformar en varias ocasiones, a ningún político se le ha ocurrido ni siquiera sugerir qué pueden o deben cantar las murgas.

Antonio Barquilla, un periodista de HOY ya jubilado, resumió muy bien el espíritu de las coplas del Carnaval de Badajoz en este párrafo que publicó en febrero de 1985 pero que mantiene hoy toda su vigencia: «Los carnavales de este año han hecho olvidar las enormes preocupaciones de los pacenses, que a lo largo del año han de aguantar, casi sin rechistar, la pesada carga de los ediles. Por una vez habla el pueblo y asienten los políticos. Si estos hablan cada día de sus proyectos y ambiciones, en los carnavales han de oír, con espanto, lo que de ellos piensan los ciudadanos».

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