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El Carnaval del reencuentro
FIESTA ·
Aunque sin música y sin tanta aglomeración, las familias volvieron a elegir San Francisco. El otro punto neurálgico fue la Puerta de Palmas tomado por las comparsas y por un ambiente más juvenil«Anda, aquí se disfrazan los mayores», decía una sorprendida Gadea cuando de la mano de su tía entraba en San Francisco al filo de las tres del mediodía. Para esta niña de 4 años, que iba disfrazada de la princesa Rapunzel, no es su primer Carnaval, pero sí el primero en que entiende la fiesta. Para ella, los disfraces hasta ahora eran cosa de niños, de los que se ponen para la función de Navidad o para celebrar Halloween en el colegio, pero ha descubierto que en Badajoz, se pone peluca desde el más pequeño al más grande.
En la última edición, la de 2020, Gadea tenía dos años, iba en carrito y apenas comprendía lo que pasaba a su alrededor, explica su padre, un pacense que vive en Ciudad Real y que no dudó en venirse a Badajoz ayer con su familia cuando salió de trabajar a disfrutar de la fiesta que más echaba de menos. En apenas media hora, había visto a más gente que en los últimos dos años.
Y es que el Carnaval ha significado el reencuentro de Badajoz con la fiesta, pero también de los propios pacenses, de los que viven aquí y de los que la pandemia les ha mantenido alejados más tiempo del que hubieran querido.
La pasarela arrastró mucho público al río, que fue un hervidero de comparseros y disfraces hasta la noche
Entorno a las mesas de San Isidro las plegables de plástico que hay que la mayoría de casas pacenses para las jornadas de campo, se reunieron desde la Navidad previa a la pandemia una pandilla de amigas que la vida, el amor o el trabajo tiene desperdigada por España. «Creamos un grupo de WhatsApp hace dos semanas para organizarnos», contaba Ana Torregrosa, la que ha coordinado toda la intendencia sin que se le escapase ningún detalle: jamón, tortilla, filetes empanados, chorizo, empanada, fresas para el postre y una nevera con mucho hielo para los refrescos y las cervezas.
También en San Francisco, a la altura de La Marina establecieron su puesto base, donde les dio la noche recuperando el tiempo perdido y reencontrándose con toda esa gente que se ve de fiesta en fiesta y sobre las que en estos dos últimos años solo han tenido noticias por redes sociales.
El Carnaval de día empezó más rezagado que otros años en los dos puntos que concentraron a pacenses y visitantes: San Francisco y Puerta de Palmas. Al mediodía había gente pero sin aglomeraciones y mucho hueco para moverse con libertad, aunque los bares tenían sus mesas llenas, ya que mucha gente optó por sumarse a la fiesta sin cargar con las tarteras.
En San Francisco, hasta que no entró la tarde y asomó un sol de escándalo, se notó menos bullicio que otros años. La plaza se podía atravesar cómodamente, algo imposible en el Carnaval prepandémico, y había un ambiente casi exclusivamente familiar, salpicado por la aparición de algunas murgas y ambientado por los artefactos que se alinearon en la calle de Correos y que fueron los que pusieron música a la plaza, cuando pasada la sobremesa los cuerpos pedían marcha.
Como buen Carnaval, el día dejó estampas de la singularidad de una fiesta a la que le cabe todo: el Harry Potter cuya magia era cortar jamón a la velocidad del rayo; el emérito con muleta y escoltado por dos jeques; los dos amigos de Aladín en patines; o un twister casero desplegado en plena plaza donde jugaban Batman, el conejo de Alicia, un personaje de 'La Casa de papel', una minera, una tortuga y una pequeña rockera.
El otro punto neurálgico fue la Puerta de Palmas y el ambiente también ha empezado a notarse llegada la tarde, cuando comenzaron las comparsas a desfilar y ya no cabía ni un alfiler. Aquí se congregó un público más joven, al calor de los ritmos de las comparsas y de la música que sonaba desde el escenario instalado mirando al río.
La estrategia de dividir el público en dos zonas para evitar las multitudes y con la idea de ir desviando la marcha del Carnaval al entorno del río, funcionó. Si bien, entre los dos puntos se ha movido hasta la noche un reguero de gente que pasó la tarde por las plazas escuchando a las murgas y viendo tocar y bailar a las comparsas. El carrusel de murgas fue un éxito, porque además de las catorce oficiales del concurso, las calles se llenaron con otra docena que no subieron a cantar al teatro pero que sí lo hicieron en los escenarios, el Provincial y en los bares. Una de las sensaciones del día fue el descubrimiento para muchos de la murga feminista La liberadora, que estrenó su repertorio como San Rafaela Carrá en San Atón a las cuatro de la tarde, rodeadas de un público que las puso en la lista de sus favoritas. En esa lista y en cabeza de los amantes de las coplas callejeras, estuvieron el grupo de Wichard, Francis Lucas, Bodes, Javato y Pablo Hermosel con su 'El Carnaval está vendío', a los que los pacenses fueron a buscar para echar un rato a carcajadas.
Este Carnaval, al que todavía le queda la mitad de la fiesta por vivir, se recordará por muchas cosas: por ser el primero con el título de Internacional, el primero en pandemia, pero sobre todo por ser el Carnaval del reencuentro.
Un estreno sin incidentes
La primera jornada del dispositivo especial de Cruz Roja con motivo del Carnaval de Badajoz se saldó sin incidentes destacados. Según informó Cruz Roja Extremadura, sus voluntarios atendieron el viernes de Carnaval cinco casos de traumatismos, dos por quemaduras, tres por heridas accidentales, dos por intoxicación por consumo de alcohol y un caso por agresión. Además, trasladó a tres personas a diversos centros sanitarios.
La primera jornada del dispositivo especial «ha transcurrido con normalidad y la mayor parte de las asistencias han sido de carácter leve». Cruz Roja movilizó el primer día de Carnaval a 19 voluntarios con 5 unidades móviles, dando cobertura por un lado a la atención de urgencias en la ciudad, y por otro, al desfile infantil, el pregón del Carnaval y la final del concurso de murgas.
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