Ritmo chino en el parque del río de Badajoz

Se llaman Yulan Wi, Haili Wu, Limei Mao, Lizhen Mao y Junlian Chen. Cada sábado y domingo, a las ocho de la mañana, sorprenden a los deportistas y caminantes más madrugadores del fin de semana. No son pocos los que se paran a verlas, algunos toman fotos y los más animados se llevan un vídeo de las cinco.

No es para menos. Rondando los cincuenta, estas cinco vecinas de Badajoz llegan a la cancha de baloncesto más cercana al Puente Real, enchufan un bafle portátil y suena pop chino. Pierna arriba y brazos al aire primero, después abajo, se giran a la izquierda y cambian a la derecha. No descansan ni un instante y de vez en cuando lanzan un grito al unísono. Hasta las nueve se las puede ver sin problema, pero a esa hora dejan el entrenamiento para estar en sus trabajos a las diez.

Algunas llevan más de dos décadas en la ciudad. Todas, dos de ellas son hermanas y otras dos cuñadas, llegaron desde la provincia de Zhejiang (conocida mundialmente por la producción de seda, de 57 millones de personas y con Hangzhou como capital). Se sintieron a gusto y decidieron quedarse. Cada una tiene su propio bazar en el centro de la ciudad, están casadas, todas tienen hijos y alguna hay que se ha convertido en abuela hace poco. Pero nada de eso les para a la hora de verse los fines de semana en la margen derecha.

«Nuestros maridos están encantados de que vengamos porque se nos perfila el cuerpo y nosotras también estamos encantadas de movernos», dicen entre risas. Y ellas también de compartir su baile con HOY. Posan, repiten, ríen, se mueven y cambian de canción.

Jasmina, la hija de una de ellas, hace las veces de intérprete. Saben español, pero esta joven que llegó de niña a Extremadura y ahora es estudiante de Diseño Gráfico les ayuda a hacerse entender. La madre y sus compañeras no paran de hablar en chino, de vez en cuando alguna pronuncia algo de español hasta que todas se quedan en silencio para oír a Jasmina. Esta explica que las bailarinas comenzaron los ensayos durante el confinamiento de 2020.

Con las tiendas cerradas les comía el aburrimiento, así que una empezó a ensayar desde su casa y poco a poco el resto se fueron sumando a los entrenamientos por videoconferencia. Con las semanas vieron que necesitaban un monitor y lograron a un bailarín que comenzó a guiarlas en directo desde China.

Dicho en chino, esta danza deportiva parece llamarse Ye Bu (o al menos es como suena cuando lo nombran). Se trata del 'baile en la plaza', una disciplina que hace furor en el tik tok asiático.

Este deporte es muy popular y muestran con orgullo los vídeos de algunos familiares publicados en sus redes sociales. También hay colegios que recurren a este baile en clases de educación física para luchar contra el sedentarismo.

El 'baile en la plaza' llevaba unos años de moda en China cuando el coronavirus hizo que todos buscáramos nuevas formas de disfrutar al aire libre. «En nuestro país hay plazas muy grandes y es habitual que la gente salga a esas zonas para bailar por la mañana o por la noche».

Este deporte ha crecido también animado por las redes sociales, donde es habitual que los grupos 'cuelguen' sus entrenamientos. Ellas consultan muchos de esos vídeos para seguir perfeccionando, encontrar nueva música y sacar pasos diferentes junto al Puente Real.

Una vez que terminó el encierro de 2020, Yulan Wi y sus amigas decidieron seguir el ejemplo de sus compatriotas y sacar sus ensayos a la calle. Primero lo hacían en una explanada cercana al mercadillo de los domingos, en el Nevero, y muy próxima a la residencia de ancianos Puente Real. Aseguran que alguna vez se les unieron algunos trabajadores.

Ellas habían paseado por el parque del río, pero tenían entendido que las pistas deportivas estaban destinadas solo a clubes y colegios. Hasta que una de ellas supo que allí hay sitio y hora para todo el mundo y se convirtieron en fijas.

Desde entonces no faltan la cancha de baloncesto. Quienes las siguen se quedan sorprendidos no solo de la coordinación de los movimientos, sino de la armonización de las ropas.

Todas van siempre vestidas iguales de pies a cabeza. Zapatillas, pantalón, camiseta y visera o gorra. En azul, naranja, verde... hasta siete colores vibrantes que las hacen aún más visibles. Todo a conjunto, todas iguales. Las eligen en Badajoz, las compran en China y las reciben después de un largo trayecto por barco.

Las cinco dicen que están encantadas de vivir en Badajoz, que son unas vecinas más de la ciudad después de tantos años, que se sienten integradas y que los pacenses son muy agradables. «Muchos me dicen cariño», dice una de ellas con una sonrisa justo después de marcar el ritmo chino del parque del río. El próximo sábado, a las 8 de la mañana, más.