Platos 'gourmet' para llevar a casa

«Me he tirado de cabeza». Así resume José María Martínez, propietario del restaurante Galaxia, su iniciativa de preparar comida para llevar. Como él, David Núñez, de El Sigar, y Encarna Piñero, de Dosca, han visto en esta fórmula una manera de sortear las últimas restricciones y atender a sus clientes.

José María Martínez explica que es la primera vez en los casi 40 años que lleva en la céntrica avenida de Villanueva que hace comida para repartir. En el confinamiento de marzo no lo hizo. «Me dio miedo, pero tuve llamadas de clientes y ahora me he animado».

La Junta decretó el cierre de toda la hostelería de la ciudad para el día 7 de enero, jueves. Ese primer sábado, día 9, tenía a dos personas en la cocina. Para el día 10 tuvo que contar con otros tres.

Desde entonces hay cinco personas entre fogones cada fin de semana. De lunes a jueves se turnan los descansos y vacaciones para que todos estén de nuevo guisando el viernes. Más José María, que como el resto del año, está a las diez en el local y sale de él sobre las dos de la mañana. «Hago el mismo horario de siempre y me viene bien por la cabeza, no se sabe lo que es estar en casa más de dos meses y medio sin poder trabajar y dándole vueltas a la cabeza sobre cómo poder abrir cuando lo permitan, como me ocurrió en marzo».

Reabrió tras invertir unos 50.000 euros en adaptar el local, tuvo que contratar a dos personas para controlar el aforo y de los 16 empleados pasó a los 18. Ahora se lamenta de que las administraciones pongan el mismo rasero para todos los establecimientos, sin tener en cuenta aquellos que han respetado las normas para permitirles mantenerse abiertos.

Pero al mal tiempo ha sacado su mejor cara y ha decidido preparar sus platos para recoger.

La última inversión ha consistido en comprar envases especiales para sus platos. Son cajas y bolsas de papel muy cuidadas. «La presentación dice mucho, hay que presentar los platos de forma correcta».

Si uno pide un cocido, sale de la avenida de Villanueva con cuatro táperes distintos. Ofrece su carta habitual y otros guisos de cuchara, que son propios del invierno y apetecen en días de frío, tortillas y chacinas al corte.

Los clientes se libran de cocinar, pero tienen que ir al local a por su encargo. Igual que en El Sigar. Este restaurante de la carretera de Olivenza abrió durante el primer confinamiento y ahora repite experiencia. En abril tuvo más éxito, dice su propietario, David Núñez. Entonces apenas había establecimientos abiertos. Aun así, no le faltan los clientes para almuerzos de miércoles a domingo. Ahora atiende a los comensales de siempre y a otros que nunca se habían acercado. Los pacenses que se animen encuentran una carta especial, diferente a la del restaurante.

Si encargan un plato el domingo, David Núñez ha percibido que repiten a la siguiente semana. Incluso, el sábado y el domingo. «He notado fidelidad en el cliente. Hay gente que el domingo prefiere estar tranquila en casa, sin tener que guisar, y piden un arroz para toda la familia, por ejemplo. Y he detectado que suelen pedir el mismo plato a la siguiente semana», explica David Núñez, el propietario que abrió este restaurante hace ya 16 años coincidiendo con la expansión de Huerta Rosales.

El cocido de los viernes está entre los más solicitados. De hecho, hay pacenses que llaman los miércoles para que les reserven su ración dos días después.

Con las entregas en el local, David Núñez va capeando las restricciones que impiden abrir a la hostelería. Las autoridades quieren evitar reuniones de personas que se quiten la mascarilla alrededor de una mesa. De momento tampoco se permite las terrazas, aunque David Núñez está pendiente de que la Junta levante la prohibición en los espacios abiertos y así pueda atender la suya, que está en la planta superior.

Igual ocurre en Dosca, que en días de sol aprovechaba una buena acera. Ahora Encarna Piñero, propietaria, se ha animado por primera vez a vender sus platos para recoger. Abre para los desayunos y cierra entre semana tras el almuerzo, aunque viernes y sábado aprovecha las cenas.

«Hemos pasado de ser un restaurante tradicional a tener que adaptarnos a preparar para llevar, que es diferente y requiere de esfuerzo. Hay que adaptar la carta y que los platos lleguen lo mejor posible a casa. Hay platos que no se sabe muy bien en qué envase meter», explica Encarna.

Tiene una fiambrera para el bacalao con espinacas, otro para el san jacobo tamaño XXL... Entre semana ofrece menús diarios con platos caseros y en fines de semana ofrece toda su carta, pero pide al cliente que le avise con 24 horas de antelación. Ella trabaja con un cocinero para atender a los clientes, que llegan hasta la puerta y, sin acceder, se llevan una bolsa con los sabores de Dosca.