Alma e Irene celebran la medalla que salvó sus vidas

Alma Lozano tiene 13 años y de mayor quiere dedicarse a la comunicación, «quizá periodista». Aún no lo sabe aunque se expresa con soltura y podría manejarse bien en la profesión. Si finalmente conquista los medios será gracias a la Unidad de Oncohematología Pediátrica del Materno Infantil de Badajoz. Ellos salvaron su vida y la de muchos de «nuestros niños». Esta labor les ha valido la Medalla de Extremadura, que recogerán en septiembre, pero este viernes ya se celebró un homenaje para estos profesionales.

Alma fue una de las asistentes, una superviviente que pasó cinco años de tratamiento en esta unidad. «Son personas muy importantes. Curarse a veces es difícil, pero también tengo buenos recuerdos», reconocía esta menor. «A veces me iba a casa y quería venir aquí (a la unidad) porque con ellos me sentía segura».

A su lado estaba otra niña cuya leucemia está en remisión. Irene Mínguez fue diagnosticada con solo dos años y medio. Ahora tiene ocho y muchos por delante. «Todos me ayudaron cuando estaba enferma. Se merecen la medalla». La madre de Irene, Elena Díaz, está de acuerdo con su hija y acudió al homenaje para aplaudir a los que salvaron la vida de su pequeña. «Estás mucho tiempo en la planta, encerrada, y menos mal que el ambiente que se genera es muy bueno».

En el homenaje se reunieron médicos, enfermeras, pacientes y padres para intercambiar buenas palabras y felicitaciones. Llamó mucho la atención que los sanitarios, en ningún momento, hablaron de enfermos o pacientes, siempre se refieren a los tratados como «nuestros niños».

Virtudes Carrasco, presidenta de la Asociación para la Donación de Médula Ósea de Extremadura (ADMO), asegura que ese cariño se debe a que los miembros de la unidad «tienen corazón, un corazón enorme».

ADMO pidió la Medalla de Extremadura para esta unidad del Materno Infantil y ha reunido más de 9.000 firmas de apoyo, también cartas de 68 colectivos y 45 ayuntamientos que finalmente han convencido a la Junta de Extremadura para otorgarles el mayor reconocimiento que existe en la región. «Ha sido fácil porque todo el mundo ha dicho que sí, todos querían que se reconociese a la unidad», decía Carrasco con orgullo.

Uno de los momentos más emocionantes del homenaje fue la intervención de José Manuel Vagace. El jefe de Hematología del complejo hospitalario de Badajoz dio las gracias por el reconocimiento pero dijo que «el mayor premio han sido las cartas de apoyo de los padres. Me he sentido recompensado».

Vagace explicó que, debido a la campaña para que recibiesen la Medalla de Extremadura, les han escrito muchas familias que pasaron por la unidad. Ha habido agradecimientos de los padres cuyos hijos se curaron, pero también «de los que no tuvieron esa suerte, también nos han escrito».

Pepi Arias, supervisora de Oncohematología, también destacó que recibir la medalla era «un honor», pero añadió que hay otras recompensas. «Nuestra labor no tendría sentido sin nuestros niños y sus familias. A pesar de estar con ellos en malos momentos, en los peores de sus vidas, nos regalan mucho cariño».

Entre los homenajeados también estuvieron la auxiliar de enfermería Mari Carmen Montero, la hematóloga María Luisa Moreno o el jefe de Pediatría, Enrique Galán. Sin embargo explicaron que la medalla era «de todos», desde enfermeros, a médicos, a celadores, personal de limpieza, cirujanos, anestesistas o los voluntarios que ayudan a los niños. También para la Asociación para la Donación de Médula Ósea de Extremadura. Contaron con el apoyo de numerosas autoridades sanitarias como el director médico Eduardo Jiménez o el director asistencia Jesús Salas.

También acudió al acto el alcalde accidental de Badajoz, Carlos Urueña. Destacó que la unidad es un orgullo para la ciudad por ser una referencia nacional e incluso realizar ensayos internacionales, pero además «acompañar a las familias con su compromiso emocional».

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