El almendro se hace ecológico para alcanzar nuevos mercados
Dos agricultores de las Vegas Altas han reconvertido un tercio de la superficie que ya destinaban a este fruto desde hace seis años, motivados por la demanda y el respeto a la tierra
Cuando hace seis años los hermanos Jesús y Francisco José Ruiz Banda decidieron apostar por el cultivo del almendro en un terreno anteriormente ocupado por arroz, nunca pensaron que acabaría siendo ecológico. De hecho, oficialmente aún no lo es, ya que aunque tanto el manejo como los productos que aplican al cultivo son totalmente biológicos y naturales, todavía no cuentan con el sello de la Junta de Extremadura que así lo acredita.
Por eso ahora se encuentran en una especie de limbo en el que sus almendras se pueden calificar de residuo cero, aunque en España no existe aún un mercado donde tenga cabida. Por eso, a pesar de llevar dos años con prácticas ecológicas, su explotación ubicada en plena comarca de las Vegas Altas, se considera convencional hasta dentro de otra temporada más.
Se trata de la única plantación de almendro ecológico que hay en la zona, concretamente en Zurbarán, «por eso no hemos tenido nadie en quien fijarnos y estamos aprendiendo de los errores», confiesa Jesús, mientras añade que su caso no es el más habitual. «Hasta ahora, la transformación en ecológico venía dada a partir de pequeñas parcelas antiguas de secano, casi abandonadas, que estaban muy adaptadas y producían sin ayuda», pero la suya es una plantación nueva.
No en vano, solo alrededor del 4% de la superficie agrícola de Extremadura está certificada en ecológico, a pesar de que España se mantiene líder europeo en terreno ecológico y cuarta a nivel mundial. Si nos centramos solo en la almendra, la región ha duplicado las hectáreas dedicadas a este fruto en la última década, hasta alcanzar las 5.500. De ellas, 826 hectáreas son en ecológico en la provincia de Badajoz y 191 hectáreas en la de Cáceres, según el Ministerio Agricultura, Pesca y Alimentación.
Oportunidad
De lo que no hay duda es de que el almendro ha experimentado un 'boom' desde que hace unos años la cosecha se llegó a pagar a 9 euros el kilo. «Eso hizo que a muchos se le pusieran los ojos como platos y decidieran dejar el arroz, tomate, frutales o lo que tuvieran», comenta Jesús.
Ellos aseguran su decisión no fue tanto por el precio, «que también», como porque el terreno que tenían no les daba buen resultado para el arroz porque tenía mucho «chinarro», pero sí para el almendro. Nivelaron, metieron el riego localizado y plantaron 38 hectáreas con cerca de mil almendros. Cuatro años después, diez de esas hectáreas están en proceso de transformación, aunque su idea es reconvertirlas todas.
A pesar de no tener una formación agrícola reglada, había pautas de trabajo instauradas que los hermanos Ruiz Banda no acababan de entender «por eso las hemos ido poniendo a prueba y nos hemos dado cuenta de que es posible hacer otro manejo, aunque algunos lo desaprueben», dicen. Y es que su explotación está cubierta de hierba, y bien pudiera parecer que se encuentra abandonada. Sin embargo, los almendros frondosos y de hasta siete metros de altura dicen lo contrario. De hecho, antes de que se les pasara por la cabeza convertirlos a ecológico ellos ya tenían costumbre de dejar la hierba en la tierra como cubierta vegetal.
«Vimos que había hierba que era más beneficiosa para el campo que la propia autóctona, así es que sembramos por ejemplo trébol, porque es bajo, fija el nitrógeno y se va comiendo a las malas hierbas». Además, consiguieron eliminar salinidad y que las calles que se erosionaban mucho con la lluvia y se llenaban de cárcabas dejaran de hacerlo. No solo eso, cada cierto tiempo la trituran para aportar materia vegetal al suelo, con lo que han solucionado otra de las limitaciones de la certificación ecológica que impide el uso del nitrógeno como fertilizante «que es la función que hace el trébol», comenta.
Y es que muchos de estos terrenos han ido perdiendo hongos y bacterias que formaban parte de la tierra, como microrrizas o trichodermas, por la aplicación de productos químicos. Pero ellos han sabido recuperar la biofauna y flora sacando de sus tierras los herbicidas, pesticidas o fungicidas «para volver a tener nuestros propios hongos buenos y malos, pero en simbiosis, intentando que el suelo se recupere y produzca por sí solo».
Rentabilidad
En contra de lo que muchos piensan, dice Jesús, los costes están por encima del manejo convencional, ya que los productos autorizados son más caros, y cuando surgen problemas no siempre hay soluciones ecológicas para todo, por lo que parte de la producción se puede ver comprometida. Ello se suple con un mayor precio de mercado, ya que «a día de hoy la almendra convencional está a 3 euros el kilo en lonja y la ecológica a 7,5 o 7,7 euros, porque hay menos producción que demanda», explica.
Aunque, en realidad, quien marca el precio de la almendra española es la americana «porque son los dueños mundiales de este producto», que también llega a España porque es más barata. Eso sí, nuestra calidad también sale porque está muy bien valorada en el exterior, ya sea en grano, harina o elaborada en turrón, afirman.
Y a pesar de que almendra recogida, almendra vendida, ellos han decidido esperar a ver si algún comprador valora los cerca de 6.000 kilos de frutos que tienen almacenados desde septiembre, y que no tienen residuo alguno a pesar de no poder certificarlo. «Como es un producto seco, aguanta muy bien en el tiempo y, aunque no nos falta comprador, de momento no tenemos prisa en venderlo si no nos conviene el precio», reconoce Francisco José.
Estos hermanos ahora solo esperan que el reto que asumen a partir del cultivo de moda venga aparejado con una mayor cultura de consumo de lo ecológico «y sobre todo de una industria que permita dejar el valor añadido en nuestra tierra», concluyen.