Borrar
ADRIÁN ASTORGANO
Microbiota: todo lo que las bacterias puedan hacer por la salud

Microbiota: todo lo que las bacterias puedan hacer por la salud

El equilibrio y bienestar de la población de microorganismos alojados en el intestino influye en la prevención de enfermedades de lo más dispar

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Jueves, 11 de marzo 2021, 19:02

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El análisis de sangre está a punto de quedar desfasado como principal método de diagnóstico médico. En un futuro no muy lejano, además de esta muestra, máquinas automatizadas analizarán en los centros médicos otras de saliva, heces, piel y aliento. La tecnología habrá avanzado lo suficiente como para, a través del análisis de ellas, conocer qué microorganismos están alojados el cuerpo y qué efecto está provocando su actividad en él. Como el genoma completo de cada persona estará secuenciado, gracias al 'big data' y a la aplicación de complejos algoritmos, un ordenador elaborará al momento un informe sobre cómo equilibrar estos grupos de seres microscópicos y así mejorar su estado de salud general. Junto a él se obtendrá un análisis de riesgos a futuro y una lista de consejos para el cuidado personal entre los que destacará qué comer y qué no. ¿Parece muy lejano este escenario? Pues hay quien apuesta a que en unos diez años lo veremos. La autora de esta predicción es Sari Arponen, doctora en Ciencias Biomédicas y médico internista, que ha dado un giro a su carrera para poner el foco en un campo de la medicina nuevo pero pujante: el estudio de la microbiota y su papel en el bienestar –incluido el psicológico– de las personas. «Sin duda, la próxima será la década de esta disciplina», asegura Arponen, que acaba de publicar '¡Es la microbiota, idiota!' (Alienta Editorial), un libro donde recopila sus conclusiones tras años de investigación y estudio.

Este término, ajeno por ahora al lenguaje popular, se refiere a la población de billones de bacterias que pueblan el intestino, cuya actividad e interacción con el organismo tienen un efecto directo en la salud. ¡Pero no pernicioso! Al contrario, su papel es imprescindible para la vida en tanto digieren los alimentos y producen, entre otras sustancias, vitaminas. Tanto es así que si una persona carece de algunas de ellas o tiene demasiadas puede enfermar. Del equilibro de esta población de 'bichitos' microscópicos, cada uno con su papel, depende muchos aspectos del bienestar físico. «Su alteración es omnipresente en multitud de enfermedades», asegura la citada especialista. Estas pueden ir desde una dermatitis hasta un fallo cardiovascular, pasando por el estrés o la obesidad.

Desequilibro e industrialización

«Recuerdo una compañera de hospital que vino a contarme sorprendida que una paciente con una dolencia extraña en la piel había mejorado después de que, tras una toma de antibióticos por un flemón, su médico le recomendara tomar un probiótico», recuerda Arponen. Esto último no es más que un tratamiento que introduce las citadas bacterias en el intestino. En este caso, «el antibiótico había atacado sin piedad a alguna bacteria intestinal que estaba detrás del proceso inflamatorio que sufría la paciente y el probiótico, a continuación, ayudaría a establecer algunas cepas beneficiosas». Todo es cuestión, asegura la autora, de que esta población esté en equilibro (algo denominado eubiosis). Cuando este se altera (disbiosis), aparecen muchos problemas de salud. «Y no hay un patrón universal, sino que en cada persona las bacterias están repartidas de una manera y, al mismo tiempo, cuando se descompensan lo hacen también de forma particular», detalla la doctora. De ahí que los estudios personalizados citados al inicio del reportaje sean imprescindibles para el tratamiento.

Una barrera natural

Una de las consecuencias directas de esta disbiosis es el aumento de la permeabilidad intestinal. Digamos que la microbiota ejerce una función de barrera natural para que nada que no deba filtre hacia el organismo a través del intestino. Cuando ésta pierde consistencia, sustancias o bacterias que están alojadas en este órgano pasan hacia el interior del cuerpo. Lo mismo puede suceder, en mayor o medida, en la boca, la piel o el aparato genitoruinario. Cuando esto sucede, el sistema inmunitario reacciona y genera una ambiente inflamataroio. «Esto a su vez lleva a la fabricación de citoquinas proinflamatorias (sustancias por las que se comunican las células, en este caso, diciéndoles: 'inflámate') y a activar células de defensa que puede afectar a estructuras de nuestro propio cuerpo», explica la especialista. Es como si el cuerpo estuviese luchando de forma más o menos constante contra agentes que considera extraños y esto, a la larga, tiene una expresión que dista del bienestar.

¿Qué enfermedades puede generar esto? Hablar en términos absolutos en esta disciplina –como en muchas otras médicas– no es lo más adecuado para hacerse una idea fiel a la realidad. En este proceso influyen muchos factores: el tipo de disbiosis que se sufra, la predisposición genética, el tipo de sustancias tóxicas ambientales a las que se está expuesto, las infecciones que se hayan padecido previamente o que estén latentes, factores nutricionales (como el defecto de vitamina D) o el estrés crónico, que activan los circuitos que activan la inflamación.

De la alergia a la obesidad

Arponen cita el infarto como una de las enfermedades que pueden tener una relación directa con la población de bacterias de la boca y del intestino y que poca gente conoce. También, los estudios que se están haciendo para demostrar la implicación de la microbiota (junto a otros muchos factores) en enfermedades oncológicas. El CSIC, por ejemplo, es uno de los institutos de investigación españoles que está implicado en demostrar la relación de estas bacterias intestinales con los procesos depresivos, ya que están relacionadas con la fabricación de neurotransmisores tan relevantes pare esta enfermedad como la dopamina y la serotonina.

Pero al margen de estas dolencias, la lista de otros males en los que puede influir una microbiota en mal estado no es corta: alergias, cansancio, mal humor, cefaleas, estreñimiento (y lo contrario, diarrea), dolor articular, inflamación intestinal, gases, dermatitis y hasta obesidad. ¿Se puede sentir una persona está saludable con estos síntomas aunque no sean constantes? Seguramente no.

Enemigos íntimos

El verdadero centro de la cuestión es que la sociedad creada por «los modernos humanos del siglo XXI» incluye hábitos y factores que atacan directamente a este 'multiórgano' vivo ubicado en el mismo centro de nuestro cuerpo. Además de la ingesta de antibióticos y la ausencia de lactancia materna (los primeros lo debilitan y la segunda ayuda a formarlo desde la cuna), Arponen enumera a sus principales enemigos: una mala alimentación con exceso de productos procesados, el sedentarismo y la falta de ejercicio vigoroso, el estrés y la falta de contacto con entornos naturales.

La mala noticia es que están tan presentes en el estilo de vida de una población mundial concentrada en las ciudades que «es normal sentirse un poco desanimado» frente a esta realidad. La buena es que luchar contra ellos es posible y casi gratis. «Sorprende lo rápido que puede llegar a cambiar la microbiota con un cambio de hábitos», celebra la doctora.

Junto a los hábitos, para mantener la microbiota en forma y corregir desequilibrios se encuentran los tratamiento a base de probióticos que contienen distintas cepas. Arponen es consciente de que estos tratamientos tienen detractores, quienes los desprecian por la poca consistencia de los resultados. En cuanto se dejan de tomar, dicen, desaparecen las mejoras. Frente a ello, la citada especialista defiende que no vale con tomar cualquier probiótico genérico. «Hay que conocer cada bacteria, su función, la alteración que se sufre y en qué se necesita reforzar tras un análisis de muestras. Los profesionales no tenemos excusa, debemos conocer la importancia de la microbiota en la salud humana. Nos va la vida y el bienestar en ello», sentencia. La formación, la evolución de los estudios y la concienciación de la población; junto al tiempo y del desarrollo tecnológico para el diagnóstico, pondrán a esta parte del organismo en el centro del interés médico.

Algunas protagonistas

  • Lactobacillus reuteri Relacionada con la producción de oxitocina, la hormona del amor, influye sobre el apetito, los niveles de energía y la respuesta del sistema inmune. Está en grandes cantidades en la leche materna.

  • Toxoplasma. Este protozoo es el responsable de que las embarazadas no coman jamón ni se acerquen a los gatos. El 40% de los humanos está infectado de él y una infección por él llega hasta influir en la conducta, haciéndola más arriesgada.

  • Akkermansia. Más presente en el colon, se alimenta de la principal proteína del moco del intestino, como fuente de carbono o nitrógeno. El estado de este moco es vital para el bienestar microbiótico.

  • Firmicutes. En nuestra sociedad industrializada suponen hasta el 80% de las bacterias identificadas en la microbiota. En los obesos, el porcentaje es superior. Absorben más energía de los alimentos que otras.

  • Bacteroides. Suponen entre el 10 y el 40% de las bacterias que se encuentran en un análisis de heces . Tienen un ADN bastante grande que les permite procesar todo tipo de hidratos de carbono y fibras.

  • Streptomyces. Las actinobacterias malas provocan la tuberculosis o la lepra, pero las buenas producen antibióticos de origen natural y otros fármacos como el tacrolimus, imprescindible para personas trasplantadas.

  • Bifidobacterias. Fermentan los azúcares y son bacterias usadas como probióticos tradicionales. Son sensibles a condiciones ambientales y es fácil perderlas con un ciclo antibiótico.

  • Fusobacterium. Se encuentran en muchas partes del tracto intestinal y están asociarse a muchos problemas de salud. Entre otros, úlceras de piel, orofaringitis o enfermedades periodontales.

  • E.Coli. Es el ser vivo más conocido y estudiado del mundo. No todas son malas, y algunas cumplen su función. Pero si comemos la que contiene ciertas toxinas puede dar lugares a infecciones muy graves.

  • Cándida. Los hongos también están presentes y se le denomina micobiota. Son bichos como la cándida albicans, la misma que provoca molestias en la vagina. Su desequilibrio es lo que provoca dolencias.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios